XX. Engaño

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Christobal pov:

Entro al sótano de mi casa para repasar nuevamente el plan, me detengo unos segundos para admirar una vez más mis paredes como lo hago todos los días, en cada una de las cuatro hay fotos de mi hermosa Daniela, sin dejar un solo espacio en blanco cuento con todas las fotografías que he logrado conseguir, en los escritorios tengo cada revista, cada artículo, cada noticia que han publicado a lo largo de toda su vida... Se podría decir que este espacio en lugar de ser un sótano es más como una habitación secreta la cual tengo con una cerradura de alta seguridad.

Desde que la vi por primera vez en un artículo cuando cumplió sus trece años me obsesioné con ella, tiempo después ingresó al mismo instituto de alto prestigio en el que me encontraba... En ese entonces yo no era más que un chiquillo de catorce años en etapa de crecimiento con la cara cubierta de acné, obeso y con anteojos, en aquel momento mi nombre era Gonzalo, cuando la vi no lo podía creer. Era como si el destino se encargara de darme a la niña de mis sueños en bandeja de plata, pero como era de esperarse rápidamente se convirtió en una de las más populares y yo solo era el cero a la izquierda del salón, el marginado, el gordo a quien todos miraban con asco.

A pesar de su gran popularidad Daniela desde pequeña era una mujer fría y calculadora, no permitía que casi nadie se le acercara, sus amigos eran estrictamente seleccionados por ella o debería decir sus perros falderos y obviamente yo no estaba entre sus opciones. Todos los días llegaba mucho más temprano que el resto para dejar una gran cantidad de chocolates de las mejores marcas sobre su pupitre, mis padres eran millonarios y se la pasaban trabajando, viajando... Por tal razón lo único que recibía como muestra de su amor era una gran suma de dinero mensual que prácticamente gastaba en regalos para ella para al final terminarlos viendo en un bote de basura. Nunca me atreví a hablarle, ella ni siquiera sabía de mi existencia, después de todo no podía ofrecerle nada a cambio para ganar su amistad, ¿dinero? Ella tenía mucho más que el que tenían mis padres, ¿inteligencia y llegar a ofrecerme a hacer sus trabajos? Ella siempre sacaba las mejores notas y era de las más listas, ¿belleza? Yo era solo freak que parecía haber salido de las películas de Tim Burton... No tenía forma alguna de hacer que me mirara.

Mi obsesión por ella se fue haciendo más grande a medida que pasaban los años, cuando cumplí dieciséis empecé a seguirla todo el tiempo sin que notara mi presencia, incluso la seguía hasta los vestuarios donde me masturbaba al verla cambiarse... Un día, una de sus amigas me pilló satisfaciendo mis deseos escondido detrás de uno de los lockers, lo primero que hizo fue alertar a todos y vinieron en mi contra varios de sus amigos, los cuales me dieron una golpiza, todos se mofaban de mí y ese día fue la primera vez que ella me dirigió la palabra "me das asco, ¿dime por qué me persigues? ¿Crees qué no he notado como me observas? Esta vez sí llegaste muy lejos"... Ordenó a sus amigos que me quitaran la ropa, me metieron en una ducha de agua fría y me llevaron a rastras hasta la cancha de tenis, todo el instituto se burló de mí, cada uno de ellos me decía palabras hirientes, los docentes se encontraban en una junta por lo cual nadie acudió en mi ayuda, ella se acercó a mí y me dijo una frase que nunca olvide: "¿en serio llegaste a creer qué tendrías alguna oportunidad conmigo? Mírate en un espejo, la única forma en que podrías tenerme sería secuestrándome". Después de eso uno de sus amigos llegó y echó un balde lleno de barro y lodo encima de mí "todos admiren al puerco del instituto, revuélcate en tu inmundicia Gonzalo, oing, oing".

Después de ese incidente pedí a mis padres que mi educación fuera en casa, empecé a instruirme en computación, aprendí muchas cosas sobre hackers y poco a poco fui adquiriendo esta habilidad, mi acné fue desapareciendo y me esforcé al máximo en perder peso, mi obsesión por Daniela era incluso mayor, comencé a coleccionar todo lo referente a ella y jamás la perdí de vista.

Bidan: un matrimonio a la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora