XXXVI. Coincidencias

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Daniela pov:

Salgo de casa de Luciana dolorida psicológicamente, es increíble el descaro de Bibiana, no puedo asimilar verlas juntas otra vez, si en algún momento di pie a la duda ahora si estoy realmente segura de que mantienen un romance, ella misma me lo aceptó al decir lo maravillosa que fue su cita.

Subo al auto manejando a gran velocidad rumbo a la oficina, en todo el camino no dejo de pensar en Verónica aferrada a la cintura de Bibiana en su motocicleta, las imágenes de su encuentro sexual también se reproducen constantemente, sin pensarlo descargo mi ira contra el acelerador llegando a pasarme un semáforo en rojo que por poco me hace estrellar contra otro carro. Freno en seco y escucho unas cuantas groserías provenientes del otro conductor. Tomo aire debido al susto de casi verme hecha añicos, ignoro al sujeto y continúo manejando con mayor precaución.

Bajo del auto un poco pasmada, escucho a algunos trabajadores saludarme e incluso preguntarme si estoy bien debido a mi palidez, no respondo a ninguno y simplemente tomo el ascensor hacia el último piso.

Ya a solas miro mi dedo índice desnudo con la marca que dejó el anillo, empiezo a llorar al ver que todo realmente terminó, con el corazón hecho trizas pensamientos estúpidos pasan por mi mente... ¿Qué tiene ella que no tenga yo? ¿Por qué me están pasando todas estas desgracias a la vez? ¿Qué karma estoy pagando? Y lo que más me duele... Es que piense que soy una zorra... Nunca le he sido infiel, siempre la respeté, como se atrevió a afirmar que me revuelco con cuanto hombre se me aparece, como puede tan siquiera pensar que tuve relaciones con Christobal, si ese infeliz trató de abusar de mí...

Salgo del ascensor como alma en pena a paso lento, Stefanny se acerca a mi preocupada tomándome por mi espalda para ayudarme a tranquilizar los sollozos provenientes de mi garganta.

—¡Señora Daniela, Por Dios! ¿Está usted bien? —me pregunta preocupada buscando mi rostro oculto entre mis cabellos.

—Aquí están las llaves de tu carro... Gracias por prestármelo. —Completamente petrificada alzo mi mano tendiéndoselas.

—No se preocupe por eso, usted está en muy mal estado, déjeme pedirle un calmante, venga conmigo. —Me indica el camino hacia un sofá haciendo que me siente con delicadeza.

—Yo me encargo desde aquí, Stefanny, por favor trae un vaso de agua con unas gotas de valeriana —menciona Andrés haciendo su aparición sentándose a mi lado.

Andrés es un tipo bien parecido de 33 años, es un hombre negocios, un importante socio de nuestra cadena hotelera, su cabello es castaño oscuro con visos rubios, tiene unos llamativos ojos verdes turquesa, sus facciones son bien marcadas dándole un toque completamente masculino, es fornido y alto, intimida con su presencia a cualquier persona. Su padre y él mío son buenos amigos desde hace ya tiempo, gracias a que su progenitor fue el abogado predilecto por nuestras empresas hasta que decidió que ya era tiempo de jubilarse.

Andrés hace unos 7 años fue mi novio y principal pretendiente, se llegó a pensar que sería con quien uniría mi vida y me casase, sostuvimos un romance que solo llegaron a conocer nuestros padres por unos 3 años, hasta que decidimos separarnos, esto porque descubrimos que entre los dos solo había deseo sexual y amistad, pero de amor absolutamente nada. Nuestra ruptura fue amistosa y civilizada, quedando como grandes amigos... Por ese entonces él se graduaba de administración e incentivado por su padre decidió asociarse con nosotros.

Gran parte de su tiempo se encuentra de viaje atendiendo muchos otros negocios a su cargo, pero viene al menos una vez al año para visitarme... Y bueno, lo recibía como era debido. No voy a negar que nunca he sido una santa paloma, pero cuando estoy en una relación soy la persona más seria del mundo. No me dejo llevar por tentaciones, respeto a fondo a la persona con la que estoy...

Bidan: un matrimonio a la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora