XLVII. Penumbra

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Bibiana pov:

Voy de camino a la empresa, nerviosa por lo que pueda estar pensando Daniela, no tuve tiempo de contarle todo lo que sucedía, de todas formas no esperaba que lo entendiera, así que solo decidí actuar cuanto antes; según el diagnóstico de Angélica, con respecto a los resultados médicos de Verónica, el cáncer que padece tenía mínimas probabilidades de ser vencido y no le puso mucho optimismo, sin embargo, me recomendó un médico especialista en oncología en New York, reconocido por sus grandes hazañas en estos campos, debo aclarar que Verónica en ningún momento rogó por mi ayuda, así que con autonomía tomé las riendas del asunto; jamás escuché hablar de algún familiar o pretendiente, es una mujer solitaria y solo pensé que debía hacer lo correcto. Aun así, me entristece un poco recordar tan lamentables noticias...

Después de miles de exámenes y varios conceptos, el médico me solicitó hablar a solas, mientras a Verónica le extraen una muestra de sangre adicional.

—Le voy a ser sincero... No creo sobreviva por mucho tiempo, lastimosamente se trata de un cáncer silencioso, que cuando decide despertar no hay nada que lo detenga —menciona con tacto, cruzo mis brazos e intento llevar a buen ritmo sus palabras, por más tristes que sean.

—Y... ¿Cuánto tiempo le queda de vida? —Con la voz un tanto quebradiza deseo saber lo importante.

—Con suerte un mes... Lo lamento. —Me da su estimado y con esas últimas palabras procede a retirarse y seguir atendiendo otros pacientes.

Cabizbaja, espero a que se le dé la noticia a Verónica, una vez sale, se aferra a mí llorando desconsolada, la abrazo pretendiendo aliviar un poco su dolor, pero sé que es inútil, luego de unos minutos decido que lo mejor es regresar al hotel, desde luego en habitaciones separadas...

Fue un día muy largo y con demasiada energía baja, pareciera un chiste ver el semblante que la acompaña cual flor marchita, su caminar es débil y respira con dificultad, sé que llora en silencio, tratando de parecer fuerte frente a mí... La vida me ha enseñado que no importa el alma que vista el cuerpo, la ausencia siempre causará aflicción.

La última noche en el hotel me la pasé viendo por la ventana con una copa de vino, cientos de ideas se me atravesaban por la mente, pero solo una me impulsó, así que pensé dibujar sus días en tonos claros, contacté una agencia y pagué un viaje extenso por Europa, que tomará por lo menos veinte días, adicional, contraté una enfermera que le servirá de compañía en el tour.

En el aeropuerto nuestros caminos se separaron, desde allí comenzaba la travesía de Verónica, que ciertamente no sé si la va a culminar... Nuestra despedida estuvo arropada de nostalgia, es muy triste ver a una persona que sabe muy en el fondo su destino, y que sus fuerzas no le permitan re ajustar sus ánimos, además, que con la mínima activación, su molestia física la suspende.

Acongojada por los desvanes de la vida y sus interminables enseñanzas, debo dirigirme a enfrentar mi destino con Daniela.

Con unos chocolates que de afán adquirí en el aeropuerto, voy subiendo el ascensor, llegando a su oficina, los ojos de Stefanny están puestos en mí, sin decir palabra alguna, omito su mirada y decido seguir y sorprender a mi esposa.

Abro la puerta lentamente y mis ojos aguados, pero sin rastro de lágrimas ven la escena tan repugnante que se me tenía preparada. Mi "esposa" y mi ex, se están besando apasionadamente sobre el escritorio, con mis manos temblorosas ingreso por completo a la oficina, gritando a Daniela para que se detenga, no sé en qué momento se me cae la caja de la mano, pero solo siento que mi rostro de traición pasó a ser lo que siempre he odiado de muchas personas.

Bidan: un matrimonio a la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora