Capítulo No. 4. Zeph Ford.

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Apagué las luces y el motor de la camioneta, me incliné sobre el volante y observé el cielo oscuro estrellado sospechando que podrían ser más de la una de la mañana.

Miré a Dylan y luego a Zoey, los dos siguen completamente dormidos mientras que yo me debatía internamente en sí despertarlos o no despertarlos; consideré mis opciones, las cuales son realmente pocas, y luego llegué a una conclusión.

─Psss, Dylan, despierta enano ─susurré moviendo suavemente a mi hermano menor por el hombro.

─Ah, ah, ¿Qué sucede? ─susurró arrastrando las palabras, completamente desorientado el pelinegro de ojos azules─. ¿Qué sucede? ─Fijó sus ojos en mí, frunció el ceño y entrecerró sus ojos─. ¿Qué sucede? ─repitió, lo que ocasionó que sonriera levemente.

─Hay que irnos ─murmuré y me quité el cinturón de seguridad─. Necesito que cargues a Zoey mientras yo...

El sonido de una explosión fue lo que provocó que dejara las palabras a medias.

─Zeph ─susurró temblorosamente Dylan a lo que lo volteé a ver de reojo.

Mi hermano menor tragó saliva y de inmediato noté un brillo en particular instalado en sus ojos, un brillo oculto apenas pero que deja ver el gran terror que está empezando a incrementar en su interior, un terror que yo ya siento por mil al pensar que mis dos hermanos, lo único que me queda, pasen de nuevo por esta situación tan malamente comprometedora.

Otra explosión y luego una sacudida leve que ocasionó que la camioneta se mueva ligeramente.

─Baja rápido ─dije demandante quitándome por completo el cinturón de seguridad.

─¿No podemos irnos en la camioneta? ─preguntó con temor mientras se quita lentamente el cinturón de seguridad.

─No ─Abrí la puerta del piloto─. Se acabó la gasolina.

─Mierda.

Rodeé rápidamente la camioneta y abrí la puerta de los asientos traseros justo cuando otra explosión se escuchó un poco más cerca de nosotros junto a una leve sacudida que provocó que me tuviera que agarrar de la puerta a la vez que escuchaba como Dylan balbuceaba y se agarraba de la puerta del copiloto.

─¿Estás bien? ─pregunté viendo a mi hermano menor por la ventana polarizada.

─Sí ─contestó el pelinegro temblorosamente─. Ya me quiero ir, apúrate.

Sin dudar de sus últimas palabras, empecé a sacudir a Zoey suavemente a la vez que la llamaba.

─Zeph ─cantó Dylan entre dientes dejando notar su nerviosismo, sin embargo, tuve que ignorarlo un poco.

─Zoey. Zoey. Despierta, cariño ─susurré moviéndola más hasta que se quejó y le dio un manotazo a mi mano.

─Déjame dormir, Zeph ─susurró adormilada.

Me dio ternura pero justo ahora no es buen momento para ser sentimental.

─Despierta, Zoey, es hora de irnos ─repetí aunque por dentro no quería despertarla pero no me queda de otra─. Zoey, Zoey.

─Zeph ─se quejó adormilada y luego se escuchó otra explosión─. ¿Zeph? ─susurró temblorosa, abriendo sus ojos dejando ver el verde grisáceo de estos abundantes en miedo.

─Levántate ─anuncié cargándola en mis brazos, ella no se quedó atrás porque de inmediato me rodeó con sus delgados y chicos brazos con todas sus fuerzas─. ¿Zoey? Zoey ─pronuncié intentando que se despegue de mí.

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