Capítulo No. 7. Willa Worral.

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Bajé las escaleras corriendo pero antes de llegar al final de ésta apoyé mis manos en la barandilla y salté para luego caer al suelo, rodé y me puse de pie casi al instante y seguido de eso corrí por el pasillo oscuro.

Giré a la derecha y luego empecé a abrir puerta por puerta llevándome una gran decepción al ver el interior vacío de cada habitación.

Surgió una explosión más en el exterior que provocó que todo a mí alrededor tiemble. Me apoyé en la pared y caminé a cómo pude por el pasillo. No puedo dejar de buscar, por nada del mundo me puedo detener solo por un maldito temblor que aumenta su intensidad con cada segundo que pasa, demonios.

Seguí caminando hasta que por obra divina de Dios el temblor disminuyó poco a poco hasta desaparecer, lo que me dio cierta ventaja para seguir buscando. Seguí abriendo puerta por puerta sin ningún éxito. Maldije entre dientes y giré a la izquierda para bajar unas escaleras, volví a girar a la izquierda bajando otras escaleras, al llegar al final, miré a ambos lados, del lado izquierdo hay rejas, del lado derecho más puertas.

Me fui por el lado derecho pero un temblor brusco ocasionó que me fuera contra la pared golpeándome la cabeza y el hombro izquierdo.

A-a-ay.

Mierda.

Con un leve dolor de cabeza y de hombro, caminé apoyándome con la pared y luego, con pasos realmente torpes, abrí las puertas de ambos lados del pasillo hasta llegar al final con todas mis esperanzas puestas en la última jodida puerta.

─¡Maldita sea! ─exclamé cerrando la última puerta con fiereza.

Una explosión más surgió a la vez que disparos se siguen escuchando en el exterior.

Willa, ¡Willa!

Escuché la voz de Axel, mi primo, acerqué el walkie-talkie a mi rostro, presioné un botón a la vez que me apoyo de la pared cuando un nuevo temblor surgió.

¿Qué? ─mascullé de mal humor por las malditas punzadas de dolor que recorren mi cráneo y mi hombro.

¿Encontraste lo que necesitamos? ─preguntó el rubio con el sonido de disparos, explosiones y gritos en otro idioma como fondo.

─No ─musité caminando por el pasillo de forma tambaleante─. Necesito más tiempo.

No tenemos mucho tiempo ─rugió Kimberly de mal humor.

─Como sea, ustedes no están veinte metros bajo tierra en un edificio que puede colapsar en cualquier momento ─informé pasando por el frente de las escaleras, adentrándome al pasillo con rejas.

No pero estamos poniendo nuestras vidas en peligro por culpa de ¡Los malditos rusos hijos de la verga! ─bramó Kimberly provocando que me detenga y vea el walkie-talkie con el ceño fruncido.

─Bueno, ¿y a ti qué carajos te sucede? No grites tampoco, está bien que siempre te enojes con este tipo de cosas pero no es para tanto ─comenté reanudando mi caminata y viendo a través de las rejas encontrándome con absolutamente nada, a este paso jamás encontraré la pinche habitación con la computadora esa.

Willa, ¿Por qué no mejor te concentras en buscar lo que necesitamos? ─interrumpió Axel.

─Lo haría si no fuera porque... ─dejé las palabras a medias, me detuve bruscamente al llegar al final del pasillo y clavé mi mirada en el corto pasillo de mí derecha.

¿Willa? ─habló Axel.

¿Willa? ¡Willa! ¡Contesta, maldita sea! ─Ahí ya no es necesario decir quién le habló a quién.

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