Capítulo No. 21. Willa Worral. || 1ra. parte.

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Estiré fugazmente mis brazos hacia adelante dando pequeños saltos en mi mismo lugar, luego troné los huesos de mi cuello y empecé a relajar mis hombros, clavícula y mandíbula. Empecé a estirar y a relajar mi cuerpo entero, principalmente para poder entrar en calor y no sufrir ninguna lesión cuando esté corriendo o más bien huyendo de esas cosas.

Estoy en completo desacuerdo para ser presa de esas cosas pero aunque me niegue Axel me obligaría a hacer lo que dice. Y según él no quiere ponerme en peligro. ¡Ja!

Desde el último encuentro con esas cosas, en el cual cabe recalcar que casi muero por cierto, he estado pensando en qué diablos son, descarto la posibilidad de que sean zombis porque eso es completamente imposible, los muertos no reviven, no regresan del más allá, o al menos eso es lo que mi familia me ha enseñado. Los muertos están muertos y muertos se quedan. Así de fácil y sencillo.

Sin embargo, he estado consciente de que son muchas de esas cosas, ese día aparecieron más de diez y casi morimos Axel y yo, y durante las noches de desvelo me he mentalizado para cuando salga de nuevo a la superficie, porque quiera o no volveré a encontrarme con esas cosas y no puedo dejar que el miedo me paralice como sucedió ese día, aunque al instante reaccioné pero al inicio no, es más, ni quería salir del pasillo subterráneo por miedo a esa cosa. Sí, miedo. Yo, Willa Worral, tuve miedo. Pero jamás lo admitiría en voz alta, eso sí que no, señor.

La primera vez, en la base central de la rebelión de Cabeza de Coco y de Trasero Redondito, estuve a punto de llorar por la frustración y el miedo que se habían apoderado de mí. Creo que esa fue la vez que más rápido corrí en toda mi jodida vida... sí... esa fue la vez que más rápido he corrido, porque si no lo hacía, moriría por esa cosa, y yo no tengo un muy buen y agradable sabor que digamos, además, ¿quién carajos quiere morir devorado por un espécimen desconocido completamente terrorífico? Prefiero morir acostada en una hamaca bajo la sombra de dos árboles con un coco abierto de la parte superior en una de mis manos mientras el aire fresco me refresca y escucho las olas viendo la costa.

¡Ja! Ojalá.

La preparación para ser militar es profesional, me mentalizaron para todos tipos de casos, para cualquier situación planeada o espontánea, por esa razón, la primera vez que maté, que fue la primera vez que Cabeza de Coco intentó secuestrarme, aunque el maldito cobarde no estaba presente en esa ocasión, no sentí nada de remordimiento por haber arrebatado una vida, o muchas vidas, pero eran ellos o yo, y mejor ellos que yo, pero jamás, en todo mi entrenamiento psicológico, me prepararon para ésta situación, en donde cosas extrañas podrían matarme, jamás se me pasó por la mente y ahora... ahora tuve que hacerme a la idea de que algún día los volvería a ver y ésta vez no dejaría que el miedo se apoderara de mí. Fue difícil pero lo conseguí.

Tuve un excelente avance en cuanto a defensa personal, peleas de todo tipo, con armas de fuego o blancas, y las blancas son mis favoritas. No solo en el área física tuve un rendimiento extraordinario sino también en el estudio de todas las materias existentes pero en el área psicológica... nunca me fue tan bien que digamos, por esa razón me costó demasiado hacerme a la idea de que esas cosas sí son reales, aunque duela pero lo son, son reales y las cicatrices en mi estómago son pruebas de aquello.

Inhalé y exhalé por mis labios para poder calmar la ansiedad y los nervios que empezaron a recorrer todo mi cuerpo. Un cosquilleo se apoderó de mi cuerpo, luego un estremecimiento de alerta que me indica que dé la vuelta y me vaya pero no, tengo que hacer esto, si logro esto, podré manejarme mejor más adelante cuando me toque estar en frente de esas cosas de nuevo.

Respiré hondo por la nariz para calmarme mientras que adelante mío se encuentra Kimberly revisando los cartuchos de los cargadores del fusil que le dieron, en mi lado derecho se encuentra Zeph viendo el suelo y moviendo su pierna derecha de forma nerviosa. No lo culpo, si yo estuviera en su lugar probablemente estaría igual o peor, aunque... me sorprende que desde el accidente de ese día no nos haya preguntado sobre qué son esas cosas, de seguro intenta asimilarlo todavía y de seguro cree que si nos pregunta sería una muestra de debilidad y nosotros lo trataríamos mal por eso, aunque la realidad es diferente.

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