Capítulo No. 5. Willa Worral.

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Fruncí el ceño consciente de que mis párpados están cerrados, y a pesar de que están cerrados puedo percibir escasamente la luz del día, ladeé mi cabeza a la derecha frunciendo más el ceño molesta porque los rayos del sol dieron directamente a mis ojos cerrados, giré dándole la espalda a quién sea o a lo que sea haciéndome una bolita en mi posición.

De repente todo se sintió... extraño.

El suelo en donde me encuentro es suave y cómodo como si fuera... como si fuera... una cama.

Cama... una cama... un momento... algo anda mal aquí...

─¿Willa?

Relajé levemente mi ceño fruncido pero aun así no abrí los ojos, sólo me dediqué a pensar rápidamente en el nombre de la dueña de esa voz... pero... ¿no se supone que ella está muerta? ¿Cómo...?

─Willa ─su tono de voz fue más insistente, como si lo hiciera apropósito para que le preste atención.

Entre abrí mis ojos con pereza y volteé a ver por encima de mi hombro izquierdo a esa persona encontrándome con una morena de ojos oscuros con unas ojeras muy notorias, su piel parece haber perdido el brillo de antes, su cabello abundante y de color negro se ve demasiado opaco, anda revuelto, ni lacio ni ondulado, sino más bien... un revoltijo... su ropa... el mismo estilo de ropa que usaba antes de irse de Gran Bretaña pero ahora... hay algo diferente en ella... su mirada... hay un brillo que no le había visto nunca en todos mis años de existencia.

─Willa ─repitió mi nombre con un toque jovial.

¿Jovial? Ella no es así... pero... pero... ella... ella... ¿no debería de estar muerta? Ella... ella...

La morena me sonrió alegremente mientras me siento lentamente en lo que al parecer resultó ser una cama

¿Una cama?

¿Dónde...? ¿Qué es...? Diablos

─¿Dónde estoy? ─Mi voz sonó ronca mientras mi mente se encuentra echa un revoltijo por un montón de factores presentes que me desorienta por completo.

¿Una cama? ¿Qué hago en una cama? ¿Cómo llegué a esta cama? ¿Aún quedan camas? Al parecer sí, ¿Y qué hace ella aquí? Ella no debería de estar aquí, ella no debería de estar aquí, ¿En dónde estoy? Diablos, ¿Qué sucedió? ¿Por qué carajos estoy en una habitación? ¿Cómo diablos terminé aquí?

Solté un quejido en un susurro al sentir miles de punzadas recorrer todo mi cráneo, sobre todo en la parte trasera de mi cabeza, la cual duele como los mil demonios. Mierda.

─No te esfuerces ─Escuché una voz masculina.

¿Eh? ¿Qué no me esfuerce en qué? Más punzadas recorrieron mi cráneo mientras esa duda se desvanece de mi mente.

Con los ojos entrecerrados por culpa del dolor de cabeza, miré al dueño de la voz encontrándome con un rubio de ojos azules entrar a la habitación en la que nos encontramos, sus manos bronceadas que no veo hace mucho tiempo sostienen un intento de botiquín de primeros auxilios mientras se acerca a nosotras.

─Tienes una herida en la cabeza, deberías de estar agradecida de que no tienes una contusión cerebral, lo cual me sorprende por el tipo de herida que tienes ─informó sentándose aún lado mío para luego revisar mi cabeza, obligándome a darme vuelta en la cama para dejar mi cabeza encima de sus piernas, y quitar, lo que me pareció, una venda─. ¿Cómo te hiciste esto?

─No fui yo ─murmuré agriamente mientras intento procesar todo lo que está sucediendo en estos momentos pero luego me quejé al sentir arder algo en mi cabeza─. Axel, carajo, ten más cuidado.

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