Capítulo No. 29. Willa Worral.

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Qué bonito se ven juntos, se nota que se extrañaron demasiado.

Sonreí un poco más, apagué la linterna sin dejar de ver como los dos hermanos Ford se abrazan por más tiempo, una imagen realmente conmovedora.

Escuché pasos, a lo que volteé a ver el interior del contenedor notando como dos personas salen de la oscuridad para quedar al descubierto bajo los rayos del sol ardiente dejando ver sus identidades: Samantha y Robert.

Sonreí de lado, crucé mis brazos y los observé un poco más, noté como el chico le murmuró algo a la rubia pero ella le respondió a lo que el chico rodó los ojos y gruñó por lo bajo.

─Haz lo que quieras, ya me tienes harto con eso ─masculló en voz alta, dio media vuelta y se alejó de nosotros.

─Robert, ¡Robert! ─Samantha volteó a verlo, dándonos la espalda, nos miró sobre su hombro para luego seguir a su amigo sin dejar de llamarlo.

─Uy, vaya, parece que alguien tiene problemas en el paraíso ─murmuré por lo bajo para luego soltar una pequeña risa.

Sí, tal vez me divierta un poco viendo como los demás pelean pero la realidad es que estoy aburrida y necesito algo con que entretenerme, y ellos son el espectáculo perfecto para mi aburrimiento.

─Zeph, tenemos que irnos ─habló Axel sacándome de mi mundo imaginario.

Volteé a ver a mi primo notando como el rubio mira a Zeph y a Zoey con indiferencia absoluta. A veces creo que mi primo no tiene ni una pizca de sentimientos, como si fuera un robot, pero luego soy testigo de cómo el baboso de Axel se enoja y explota como una granada bien cargada.

Estuve a punto de soltar una carcajada pero cubrí mi boca con mi mano, bajé un poco la cabeza mirando la arena debajo de mis botas, luego alcé la mirada para ver a mis primos y a los Ford de reojo notando como nadie se ha percatado de mí casi ataque de risa.

No vuelvo a hacer comparaciones medio cómicas en situaciones como éstas.

Carraspeé un poco, hice de lado un mechón de mi cabello para luego ver a las personas con las que viajo, Zoey sigue sin soltar a Zeph y viceversa.

Qué bonito pero debemos de darnos prisa.

Miré el cielo notando el atardecer, tal vez ya sean como las tres o cuatro de la tarde, muy pronto anochecerá y debemos de buscar refugio. Dios, que horror.

Arrugué la nariz con total desacuerdo a la forma en la que tengo que sobrevivir.

─Debemos de irnos antes de que anochezca, Zeph ─comentó Kimberly logrando llamar mi atención.

Volteé a ver mi prima notando su ceño fruncido, todo su peso apoyado en su pierna derecha mientras tiene su pistola medio guardada en el arnés de su cadera pero sin soltarla en ningún momento.

Me moví un poco logrando que mis primos me vean de reojo, me acomodé en mi lugar para luego acomodar la mochila en mis hombros, me moví un poco más, sintiendo cómo el peso de la mochila provoca dolor en mis hombros y espalda.

Mierda.

Fruncí el ceño, medio arrugué la nariz para luego apoyar todo mi peso en mi pierna izquierda y guardar mis pistolas en el arnés de mi cadera.

Sentí calor, las gotas de sudor recorren mi cuerpo, iniciando desde mi frente, lo que ocasiona que mi cabello se humedezca y se pegue a mi rostro y cuello, intenté soplarme con mi propia mano pero lo único que logré fue un airecito caliente que aun así me refrescó solo un poco.

Zeph se separó una vez más de Zoey, colocó sus manos en las mejillas abultadas de la pequeña y le sonrió mientras limpia sus lágrimas. Zeph la ve como... como si fuera lo más preciado que tiene en la vida... algo... un hermoso gesto de su parte hacia ella... la pequeña, por otro lado, lo ve como si fuera su fan número uno.

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