Intenté mantener mis ojos abiertos.
Intenté seguir respirando.
Intenté dejar de delirar.
Intenté que mi cerebro no deje de funcionar.
Intenté que mis latidos no dejen de existir.
Intenté, intenté e intenté. Juro que lo intenté pero cada segundo que pasa todo se vuelve más difícil.
El dolor en mi cuerpo se siente más que antes, me siento ida, la mente me da vueltas y vueltas, mi visión arde, mi garganta la siento seca y cerrada, siento frío a pesar de que estoy sudando, y de seguro mi sudor a de estar frío, mis sienes me laten y punzan, lo que más me preocupa, o al menos me debería de preocupar, es la sensación de vacío en el pecho y en el estómago.
Es irónico, saber que moriré de esta forma y no me preocupa, para nada, solo... solo me pone a pensar en miles de cosas, y eso es peor.
Los recuerdos bombardean mi débil mente en estos momentos, recuerdos completamente diferentes y que pensé que ya no existían, iniciando desde mi infancia, hasta mi adolescencia y finaliza en mi casi adultez, justo en este preciso momento.
Recuerdo que de pequeña nunca tuve la oportunidad de tener juguetes, mi familia siempre me dijo que los juguetes me distraen de mi verdadero objetivo, de mi destino, y papá nunca me compró un juguete, ni siquiera una muñeca de tela.
Papá... ese hombre frío jamás me mostró afecto, siempre me vio como si yo hubiera hecho algo mal, como si yo tuviera la culpa de todo. Jamás me dijo un «te quiero» o un «felicidades», nada. Jamás me dijo nada. Jamás fue un verdadero padre. ¿Qué fue lo que hizo? Me entrenó para ser una guerrera, me regañaba cada vez que caía, me inscribía a cursos de estudios, me enseñó muchas cosas para que yo aprenda a subsistir, desde cocinar a usar un lanza misil a manejar aviones o helicópteros. Sin embargo, papá... papá nunca me mostró cariño, y aun así, no fui taaaan infeliz.
Los entrenamientos siempre fueron en grupos, todos juntos, sin importar si eres hombre o mujer.
Mi familia detesta a las mujeres débiles, no permiten ni una pizca de debilidad en ellas y por esa razón nos forzaron a más cada día que pasaba.
A pesar de que terminaba golpeada al inicio, y me frustraba demasiado, fui una de las que mejoró demasiado bien.
Siempre envidié a mis primas y primos porque ellos tenían una mamá.
Yo solo sé que mi madre fingió ser lo que los hombres de mi familia buscan, se casó con mi padre, quedó embarazada, nací y se fue sin dejar ni una nota. Sé, que durante el embarazo, esa mujer transfirió una gran cantidad de dinero a una cuenta no rastreable, indetectable, y se fue como si nada, sin decir adiós o sin siquiera disculparse.
Mi padre fue juzgado por su propia familia por no darse cuenta de lo que esa mujer hizo antes de que todo se desatara pero luego de un tiempo se lo pasaron y aceptaron entrenarme por capricho de mi padre, porque según Daniel, papá no permitiría que su hija se convierta en su madre.
Aunque físicamente me parezco a ella y por esa razón fui juzgada más, no soy en nada parecida a ella en cuanto a personalidad.
Gracias a Dios mi nombre lo escogió papá.
Willa.
Willa Worral, hija de Richard Worral.
Siempre amaré a papá aunque jamás me haya demostrado afecto ni en público ni en privado. Sus acciones fueron la forma en la que me dijo en algún momento «Te amo, hija» «Felicidades, Willa» «No debes de tener miedo». Solo una vez, UNA VEZ, me demostró afecto, fue la primera y la última vez que me abrazó y no me soltó, fue la primera y última vez en donde casi lloramos los dos, él por casi perderme y yo por saber que sí me quiere, que siempre me quiso.
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Zone Zero
Fiksi RemajaÉl estaba bien, según sus ideas, hasta que su enemigo secuestró a su hermano menor y ahora tiene que buscar la forma de salvarlo pero sin descuidar a su hermanita de ocho años en medio de la Tercera Guerra Mundial. Ella solamente buscaba la forma de...