Capítulo 17

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Después de unos minutos en los que Rusia hablaba de su viaje con México finalmente llegaron a casa. Desde que entraron a la ciudad se le hizo muy curioso que todas las casas fueran de colores, generalmente cuando son juntas de la ONU se mentienen en el área cosmopilota de la ciudad por lo cual lo más que veía eran grandes edificios y centros comerciales caros. Ahora se encontraba en una colonia pequeña y alegre, pues parecía que todos conocían a todos, se saludaban, conversaban, algunos bebían fuera de las tiendas, el ambiente era realmente familiar. 

La casa de México era de dos pisos, con un patio y de color naranja con detalles azul eléctrico, le parecía enorme para una sola persona pero entendió todo cuando escuchó que alguien gritó dentro de la casa.

Al parecer Quebec había hecho una visita sorpresa a Puebla, cosa que no le agradó mucho a sus hermanos quienes comenzaron a perseguirlo mientras el resto de hermanas se asomaba por las ventanas para ver el espectáculo.

Aunque Puebla estaba asustada por que Sonora y Michoacán casi lo atrapan, Quebec estaba divertido, había estado tras la chica el suficiente tiempo como para acostumbrarse a los modos de sus hermanos. Además jugaba hockey y esto lo tomaba como entrenamiento. 

Mientras los chicos corrian por el patio, CDMX notó que su padre había llegado.

-YA LLEGÓ EL JEFEEEEE- Gritó el capitalino haciendo que la persecución terminara y todos bajaran al patio a saludar a su padre quien estaba apenado por el espectáculo que veía Rusia.

-HOLA PA/JEFE/APA/PADRE/PAPITO- Gritaron todos al unisono. 

-¡¡QUE PAPITO NI QUE OCHO CUARTOS!! ¿AHORA QUE ANDAN HACIENDO PINCHES HUERCOS DEL MAL?- Los regañó el mexicano pues claramente les dijo que se comportaran para recibir a Rusia.

-Es que ese pinche wey anda de pasado con nuestra hermanita- Dijo Tamaulipas.

-No es cierto, él solo la abrazó- Dijeron las californias al unisono.

-Bonjour señor México- Dijo finalmente Quebec.

-Hola mijo ¿Cómo estás? ¿Cómo te tratan estos chamacos?- Dijo México estrechando la mano del canadiense.

-¿¡COMO QUE MIJO?!- Gritaron algunos de los hermanos fulminando con la mirada al canadiense.

-Ustedes chitones, espero que la casa esté limpia eh- Esa fue la señal para que todos entraran a la casa como si de un regaño se tratara.

-No sea tan rudo con mis cuña... ejem... con sus estados señor, estoy seguro que solo querían lo mejor, además me ayudaron a ejercitarme para mi juego de mañana- Dijo el canadiense.

-Pues más te vale ganar o yo mismo te encierro con ellos eh- Dijo Méx despidiendo a Quebec. Una vez se fue el chico, México se disculpó con su invitado.

-Dispensa el espectáculo Rusia pero ah como son celosos estos chamacos con sus hermanas, te lo juro no se de donde sacaron esas mañas jaja- 

-No te preocupes, me agrada que se cuiden entre ellos, solo espero que no sean tan celosos con su padre...-

-¿QUÉ? ¿POR QUÉ?- México se sonrojó con la frase dicha por Rusia sin querer.

-P-por nada... Tu casa es muy bonita- Dijo nervioso Rusia.

-UY y no la has visto por dentro- Dijo México abriendo la puerta pero lo que vio hizo que la volviera a cerrar, era un desastre, hoy sus hijos dormirán en el patio. -OYE ¿no quieres ir a comer algo? Debes tener hambre después del viaje, vente yo te invito- México tomó la mano de Rusia y lo llevó a un restaurante de por ahí cerca. Mientras el mexicano enviaba un mensaje a sus hijos para decirles que si no limpian para cuando regrese les va a dar un buen jalón de orejas, Rusia estaba más que feliz de caminar de la mano de México. 

Llegaron a una fonda pequeña y con una cantidad de adornos impresionante. Para cuando llegaron México estaba por soltarse del agarre pero una chica llegó a abrazarlo.

-SEÑOR MÉXICOOO- Gritó la chica mientras lo abrazaba, el mexicano correspondió el abrazo o lo intentó, pues Rusia no soltaba su mano, es más, apretó con mayor fuerza su mano para evitar que abrazara completamente a la chica.

-Eliza ¿Como tas chamaca? Ya estás bien grande, ya casi me rebasas jaja ¿Dónde está tu ama?- Preguntó México separandose del abrazo.

-Ahorita la llamo, segurito pega un brinco cuando le diga que viene con novio- Dijo la chica emocionada.

-Si, si... ESPERA ¿QUÉ?- 

-AHORITA VENGOOO- Eliza entró por una puerta que llevaba a la casa detrás de la fonda para avisarle a su mamá que México había llegado.

México se puso algo nervioso por lo que dijo la chica y la cara de enojo de Rusia no ayudaba.

-je...jeje AY ESTOS JÓVENES DE AHORA dicen cada cosa- Exclamó nervioso.

-Se nota que vienes seguido- Dijo Rusia con algo de molestia -Eliza es bonita- Eso último lo dijo con un poco de tristeza aflojando el agarre dejando que México se soltara.

-Aguantame aguantame, no sé que estés pensando pero cuidadito ahí eh, conozco a esa niña desde que era una bebé y es como una hija para mi y...- México se molestó por qué pensó que Rusia lo decía por que le había gustado la chica. Podría regañarlo pero una mujer mayor con andadera y un reboso entró en la fonda por la puerta por donde se fue Eliza.

-DOÑITA ¿QUÉ HACE AQUÍ AFUERA? SIÉNTESE- México le acercó una silla a la anciana, era la abuela de Eliza, una mujer de 90 años.

-E-escuché a mi niña decir que estabas aquí y tenía que verte mijo, hace mucho tiempo que no te veo- Dijo la anciana acariciando la mejilla de México.

-Perdón Juanita, te prometo que voy a venir más seguido- En realidad México iba todos los días ahí a almorzar con algunos de sus estados, pero la abuela tenía problemas de memoria.

Rusia miró con ternura como México hablaba con la mujer, la animaba y se notaba un gran cariño entre ellos. Se perdió en la escena y no se dio cuenta de que la mujer lo llamaba.

-RUSIA, dice Doña Juana que te acerques- Exclamó México, el ruso volvió en si y se disculpó. Posteriormente se acercó a la mujer poniéndose a un lado del mexicano e inclinándose para quedar a la altura de la mujer.

-Ahhh ¿Es tu novio mijito?- Preguntó la anciana con una sonrisa arrugada.

-¿Por qué todos dicen eso?- Murmuró México con una sonrisa, no le desagradaba la idea, pero que muchos lo pensaran ya era gracioso.

-Es muy guapo, acércate chico acércate, deja que esta vieja mujer toque tu cara- Le dijo la anciana a Rusia quien solo volteó a ver al mexicano como buscando un permiso y este asintió con ternura.

La anciana tomó a Rusia de los cachetes y apartó unos mechones de cabello de su rostro.

-Tus ojos son muy bonitos hijo, incluso tienen ese brillo tan bonito de una persona enamorada- Esa frase hizo que Rusia se sonrojara y México pusiera atención a lo que decían.

-Cuídalo bien, es un buen chico, algo desastroso y aveces escandaloso. Pero él como tu tiene un gran corazón, estoy segura de que van a ser muy felices los dos juntos y...-

-¡Abuelita! Casi me da el patatus de no verla ¡Se pasa deveras!- Dijo Eliza llegando con su madre.

-El señor México me llamó, dijo que me haría bien salir a conocer a este chico y tomar aire- Dijo la viejita echándole la culpa al mexicano quien solo rió por lo que dijo Doña Juana.

-Ah triste! No más no te digo nada por que dice mija que vienes con tu novio... A ver ¿Qué van a querer?- Dijo Doña Mari entrando a la cocina seguida de México quien le ayudaría a cocinar. Rusia iba a ir detrás de México pero Doña Juana lo tomó de la mano y le dio algo.

Era una medallita con el escudo de México bañado en oro y del otro lada un espejo. Rusia no entendía por qué se lo había dado pero la ancianita le dijo.

-Cuídalo, no dejes que su sonrisa se borre, prométeme que lo harás muy feliz- La voz de la mujer reflejaba algo de tristeza. Rusia volteó a ver a México, estaba preparando tortillas bromeando con la señora. El ruso no pudo evitar sonreír al ver a México tan feliz y volvió a inclinarse frente a la mujer.

-Se lo juro-

Suficiente (Rusmex) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora