CAPÍTULO 3: Sigue ahí.
Allen
Mi vista se centra en el ventanal de mi oficina. Tenía una bonita vista, gente en miniatura pasando por las repletas calles de Nueva York, edificios tan altos como el de mi empresa. Era bonito.
El dejar de pensar en Leah, en lo que hice, era algo extraño. No pasaba recurrentemente. ¿Cómo podría dejar se hacerlo? Al fin y al cabo, la había dejado, yo me había convertido en lo que no quería ser.
-Un padre de mierda…-susurré.
El toqueteó de la puerta llamó mi atención y, articulando un firme “pase” me di vuelta, dejando de ver el ventanal para fingir ver los papeles donde estaba toda la información de la nueva mercancía.
Por la puerta pasó una bonita rubia que no hacía más que recordarme a ellas. Lucy, mi asistente, solo entreabrió la puerta, dejando ver solo su cabeza mientras que todo su torso y piernas se escondían detrás de la puerta.
-Disculpe, señor Anderson, pero unos policías lo buscan. Alegan que es algo urgente.
-Hazlos pasar.
Lucy asintió y se fue, dejándome a mi en mi incertidumbre. Ella no tardó en volver, dejando pasar a dos uniformados.
Uno era grande, grande y viejo. En su rostro tenía esa expresión seria. Totalmente seria. Su cabello repleto de canas estaba pulcramente cortado al igual que su barba.
Por otro lado, había otro más joven. Tenía el cabello negro y unos oscuros ojos negros. Tenía aquella expresión que odiaba ver, esa de “todo me importa una mierda”, que solía caracterizar a los adolescentes… o eso creía, por los pocos que conocía.
-Buenos días, Allen Anderson, ¿En que puedo ayudarlos?-hablé mientras me levantaba de mi cómodo sillón.
Recordaba perfectamente el momento en que había extendido mi mano hacia ellos, siendo tomada fuertemente por el hombre mayor.
-Mucho gusto. Soy el oficial Carter, mi compañero Steve y yo vinimos a hablarle sobre la madre de su hija, Emma Bennett… y sobre la niña, Leah Anderson.
No sabía como explicar la preocupación que sentía en ese momento. El como me sudaban las manos y me temblaban ligeramente las piernas. Como sentía mi cara perder dolor y mi boca secarse.
Porque no estaba seguro de poder soportar que algo le suceda. No a mis chicas. Pero luego recordé… que ellas no eran mías. Que aquella bebé que tanto había cuidado no era mi bebé. Y mi mundo se desplomó.
-¿Qué… sucedió?-susurré.
Volví a tomar asiento, mirando hacia la nada. No importaba que no tenga los ojos cerrados, ni que yo no me los este imaginando porque quería, pero en mi mente ahí estaban. Aquel parcito de ojos marrones mirándome acusadoramente. Como lo hacía desde que era bebita.
El oficial mayor seguía con su fuerte vista en mi, como si también me estuviera mirando como mi hija. Pero esa vez, habló el mas joven.
-La semana pasada recibimos una llamada de vecinos de aquel edificio, quejándose sobre el mal olor que había. Reportaron haber escuchado llantos de un niño y dijeron que la habían visto anteriormente, a la pequeña Leah, pero que hace mucho no veían a su mamá.
<<-Lamento decir esto, pero cuando llegamos ya era demasiado tarde. La señorita Emma ya había muerto y su cuerpo…
Apreté los labios, sintiendo mis ojos arder. Aquello simplemente no podía ser cierto. Porque Emma… todavía era joven. Y estaba siendo una muy mala persona, pero yo estaba seguro que llegaría el momento en donde volvería a ser la misma. Esa chica desinteresada que amaba tanto. Ella iba a volver e iba a pedirle disculpas a nuestra hija, para…
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Un Padre, Cinco Hijos
RandomAllen Anderson es un reconocido y prestigioso empresario, acostumbrado a tener una doble vida en donde en una cuida de su hijo y en la otra a su hija. Pero un acontecimiento provoca que Allen deba abandonar ese estilo de vida, cuidando de sus dos p...