CAPÍTULO 37: No va a volver

1.9K 102 5
                                    


CAPÍTULO 37: No va a volver

Allen

—¿Se van a portar muy, muy bien?

Chasqueé la lengua ofendido cuando mis hijos me miraron con irritación. Dereck y Dylan miraban con impaciencia el colegio, quizás buscando una salvación. Chris, con las manos en los bolsillos y la mirada somnolienta, suspiraba cansado. Alec, por otra parte, no soltaba mi pantalón y Leah ni siquiera había querido bajar del auto.

—Papá, ya me perdí en la cuenta pero te juro que nos lo haz dicho mil veces. Ahora viene la parte en la que finges que no vas a llorar.

Fruncí el ceño y solté un suspiró. Ellos eran tan insensibles.

—Bien, beso que me voy.

Los mellizos me saludaron con rapidez, abrazándome con fuerza y murmurando que me iban a extrañar.

Chris, se acercó a mí y palmeo mi hombro como si fuera un amigo cualquiera. Luego, con un suspiro y aires de rendición, me abrazó con fuerza también.

—Dios, solo te vas un día—se quejó.

Sonreí con suavidad y, por último, me agaché a la altura de Alec.

—¿Qué pasa, campeón?

Alec era el más afectado por mi corto viaje, sus ojitos estaban algo rojizos y un ligero puchero reinaba en su rostro desde que se había despertado.

—Siempre haces viajes, papi.

Hice una pequeña mueca y acaricié su cabello. Aquella declaración hizo que la culpa se presentará en mi pecho. Antes de que todo cambiará para mí, los viajes si eran frecuentes. Me gustaba conocer los lugares en los que iba a empezar a trabajar. Si queríamos construir algo, pues me tocaba visitar el lugar. Sin embargo, aquellos viajes también eran simples excusas que me permitían cuidar algo de Leah.

Respiré hondo y asentí, dándole la razón.

—Este será cortito, mi amor. Mañana, antes de que despiertes, voy a estar de nuevo.

Alec soltó un suspiró y cuando el timbre sonó, anunciando que las puertas estaban por cerrar, levantó su manito hacia mi, con el dedo meñique extendido.

—¿Lo prometes?

—Por supuesto—susurré, correspondiendo a su acción.

Alec me abrazó con rapidez, suspirando en mi cuello, dejó un beso en mi mejilla y se fue corriendo. Sonreí y entré al auto.

—¿Mi princesa tiene sueño?

Leah asintió, con los ojos cerrados, acomodándose en su sillita.

—Hoy va a ir el tío a buscarte, ¿okey?

—¿Cuál?

—No lo sé—admití—. Será una sorpresa.

Leah río y el silencio duró hasta que llegamos a su guardería. Cuando bajamos, Leah tiró de mi mano para hablarme.

—Te voy a extañar—susurró.

Sonreí con ternura cuando la escuché. Quizás, yo les había dado algo de mi melodrama.

—Solo será por hoy, ¿si?

Leah asintió, apretando mi mano. La tomé entre mis brazos y la apreté contra mi pecho.

Lo cierto era que, aunque todos pretendían que me vaya durante todo el fin de semana, lo veía innecesario. No quería irme tanto tiempo cuando con unas pocas horas en realidad ya me bastaba.

Un Padre, Cinco HijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora