CAPÍTULO 24: Confesiones, parte 2, "Soledad"
Allen
-A veces me siento muy sucio-susurró.
Apreté ligeramente los labios e intenté tomar una de sus manos. Mi niño negó bruscamente, alejándose de mi.
-Tu no entiendes.
-Chris, si, puedes contarme, yo...
-No, no vas a entender-murmuró.
Empezó a juguetear con sus manos y su respiración se aceleró levemente. Miró hacia el frente y luego me miró a mi.
-Me voy a dormir.
Me levanté y me apresuré a tomarlo de los hombros.
-Calma, hijo, no pasa nada.
Mi niño me miró fijamente, pasando ligeramente su respiración.
-No pasa nada. Yo estoy aquí, contigo- repetí tranquilo, corriendo los rizos que caían por su frente.
De a poco, lo atraje en un abrazo, acariciando levemente su espalda. Dejé caricias en su cabello y lo sentí presionar su rostro en mi pecho, apretando mi camiseta por la espalda.
-La violaron-susurró.
Tragué saliva ligeramente y solté un suspiró, apoyando mi mejilla en la cima de su cabeza, aspirando levemente el olor a shampoo que emanaba de su cabello, cerrando los ojos.
Había pasado todo muy rápido, pero cuando había dicho esas palabras por mi mente pasaron demasiadas cosas horribles.
Yo me había imaginado a mi niño en escenarios que no quería que se volvieran a repetir por mi cabeza. Y era tan injusto y tan egoísta, pero aún así una pequeña sensación de alivio corrió por mi sistema. Porque no le había pasado nada a él.
Aun así, la idea de imaginarme a Scarlett en alguno de esos escenarios me hacían querer vomitar.
-Yo... nací de eso, ¿Entiendes?
Su voz sonaba tan rota, tan frágil y fuera de sí. Me dije que nunca más quería volver a escucharlo así
-Yo nací para estar solo...
-No es así...
-Creo que ella lo pensaba todo el tiempo.
Solté un suspiro cuando sus silenciosas lágrimas empezaron a mojar mi pijama. Su respiración agitada y el temblor en su cuerpo lo hacían ver cada vez más frágil.
-Eso no tiene nada que ver contigo, tu...
Se separó bruscamente de mi y me miró a los ojos. Su rostro estaba completamente rojo por las lágrimas, que descendían por sus mejillas hasta perderse por su barbilla. Su labio temblaba y su mirada furiosa me miraba fijamente.
-Te dije que no ibas a entender nada.
-Hey...
-¡Te dije que nací de eso Allen, yo tengo que ver con eso, soy eso también, y es asqueroso!
-Cariño...
-No me gusta-susurró con la voz rota.
Respiré hondo y tomé su mano, apretándola con suavidad.
-Lo sé cielo.
Se limpio las lágrimas, inútilmente, e hizo una mueca.
-¿A ti tampoco?-murmuró.
-A mi tampoco.
Lo volví a abrazar y cuando lo alejé levemente acaricié su mejilla, pensando que en ese momento el parecía un no hablando sobre algo banal.
-Jamás, nunca en la vida me darías asco Chris, ni tu mamá...
-Creo que ella me odiaba-susurró.
Respiré hondo, pensando en que cada cosa que le decía debía pensarla y que en ese momento no podía pensar porque sus palabras tumbaban toda razón en mi.
-No puedo decirte si ella lo hacía o no. Pero si puedo decirte que yo te amo. Con todo mi corazón, no tienes idea.
Mi hijo no dijo nada, de echo se dedicó a ver detrás de mi, como si no pudiera creerme.
-Nunca en la vida podrías darme asco. Y jamás... jamás, vuelvas a decir que naciste para estar solo.
Su mirada perdida encontró la mía.
-Incluso si es así, que créeme que no es así, nunca te dejaría solo. Tu eres mi bebé, mi niño Chris, que merece toda mi vida y al que sus hermanos adoran. También están los tíos, que pueden parecer unos locos fuera de sí pero que los adoran. Y créeme cuando digo que no habría tanta gente a tu alrededor, queriéndote de la manera en la que lo hacemos si no te lo merecieras.
Respiré hondo y corrí el cabello de su rostro.
-Nunca querría que tu no estuvieras en este mundo o peor, que estuvieras solo, y no quiero escucharte decir cosas tan horribles.
Mi hijo me miró, estudiándome, con lágrimas silenciosas cayendo por su rostro.
-Lo que le pasó a tu mamá... es algo horrible, pero no cambia la persona que eres, ni lo que fue tu mamá.
-Nadie debería pasar por eso-susurró.
-No cariño, nadie.
Besé su frente y respiré hondo.
Nací para estar solo.
Yo le estaba hablando de que no quería que se sintiera así, y el decidió contarme porque no podía pensar lo contrario. Chris se sentía tan perdido, y yo no me había dado cuenta.
Su sufrimiento iba más allá de perder a su madre o de nunca haber tenido un padre. Su sufrimiento se resumía a la errónea idea que el tenía de sí mismo y de su nacimiento.
El creía que no debía estar ahí, conmigo. Ni siquiera conmigo, el creía que no debía estar aquí.
El de verdad creía que merecía estar solo.
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Un Padre, Cinco Hijos
बेतरतीबAllen Anderson es un reconocido y prestigioso empresario, acostumbrado a tener una doble vida en donde en una cuida de su hijo y en la otra a su hija. Pero un acontecimiento provoca que Allen deba abandonar ese estilo de vida, cuidando de sus dos p...