CAPÍTULO 31: Hoy, mañana y siempre

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Feliz año
❤️ Les deseo un gran 2023 ❤️

CAPÍTULO 31: Hoy, mañana y siempre.

Allen

Sonreí mientras los veía desayunar.

—¿Eso esta bueno?

Leah me sonrío y asintió, llevando otra cucharada de panqueques a su boca. Hice una pequeña mueca cuando la vi toda sucia de chocolate y harina, pero lo dejé pasar.

Lean, sentado en la punta de la mesa, me apuntó con un tenedor.

—¿Qué es eso de dormir hasta tan tarde? ¿ Y que con mis niños?

Hice una pequeña mueca y me senté, corriendo el cabello que caía por la frente de Dereck.

Son las diez.

—Si… no tuve una buena noche—susurré, haciendo que el líquido dentro de mi taza se moviera con suavidad. Respiré hondo cuando el olor a café llegó a mi—. Puede ser por unos niños que se acostaron a la hora que quisieron.

Mis hijos rieron como si su travesura fuera gigantesca y no alegaron nada.

—¿Y Chris?

—No quiere desayunar, dijo que no quiere levantarse todavía—murmuró Lean.

Asentí con suavidad, sin tener ganas de obligar a mi pequeño gigante a que baje a desayunar.

—Bien, desayunen, hoy por ser domingo pueden hacerlo con tranquilidad.

Rodee los ojos, recordando que los días de clases normales los niños tenían que correr en busca de una tostada y subir al auto. Como siempre, llegábamos tarde.

El desayuno transcurrió tranquilo, aún cuando mis pensamientos divagaban por otras partes, intentaba escuchar con atención a mi pequeños.

—Hoy vamos a estrenar el regalo del tío Axel.

Asentí con suavidad y suspiré, mirando mi plato con lentitud.

—No juegues con la comida—casi me gruñó Lean, revolviendo mi cabello—. Ve, que yo me encargo de mis chicos.

Solté un suspiro y palmee su hombro como agradecimiento. Lean me sonrío  y sus ojos celestes se hicieron más chiquitos. Sonreí y me alejé de ellos, camino a las escaleras.

Ya arriba, toqué levemente la puerta de su habitación. Hubo un silencio, y cuando pensé en tocar nuevamente lo escuché hablar.

Adentro, Chris todavía estaba acostado. Tapaba su rostro con una almohada mientras que se mantenía tapado.

—¿Qué su…

—Lo siento mucho papá, no quería romper con mi palabra.  

Alcé levemente las cejas y, con un suspiro, corrí las cortinas. La luz solar entró y Chris, cuando se sacó aquella almohada del rostro, hizo una pequeña mueca.

—No lo pensé, no tome tanto, y no lo volveré a hacer…

Me apoyé en el escritorio mientras lo veía sentarse en chinito, aún mirándome como un cachorrito mojado y todo tapado.

—¿No vas a decirme nada?—susurró temeroso.

Solté un suspiro y desordené mi cabello. Dios, si lo último que quiero es regalarte.

—Te quiero mucho.

En sus ojos se reflejó el asombro. Su cuerpo estaba quieto, y no sabía exactamente porque.

Un Padre, Cinco HijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora