CAPÍTULO 28: Fiesta
Allen
—Venimos por ti—murmuró—. Te llevare a casa.
Mis ojos se entrecerrados miraron al hombre frente a mi. Quería irme. Ese lugar no era malo, pero era frío. No me gustaba el frío. Quería volver a casa, con mamá. Ahí siempre estaba cálido. Y mamá me preparaba panqueques con caritas.
Aún así, cuando mi vista se movió del hombre, y vio la lúgubre mirada de la mujer, recordé.
Mamá ya no estaba. Se había ido y me había dejado. Aunque me llevara no sería a casa, sería a un ligar vacío sin mamá. Ya no tenía un hogar al que regresar.
Andrew tomó mi mano con incomodidad, y se agachó levemente para mirarme. Su mirada seria cambio a una más comprensiva.
—Vas a vivir con papá de ahora en adelante, lamento haber tardado en venir por ti.
Respiré hondo, dirigiéndole una mirada más a la mujer que me miraba con insistencia. La conocía, claro que lo hacía. Después de todo, era la esposa de mi papá.
Su rostro demostraba cuan aburrida estaba de la situación, pero sobretodo su molestia. Y sabía que todo eso sería dirigido a mi.
No hizo falta que yo le respondiera, el solo se dedicó a tirar levemente de mi mano.
—Bienvenido, Allen—murmuró.
Mi mirada vio sus ojos oscuros y mi cuerpo se tenso. Sabía que aquella mujer no era buena, siempre lo supe, pero lo confirme cuando empecé a vivir con ella.
—¿Papá?
Cuando escuché su vocecita vacilante fui consciente de como apretaba los párpados, con el sueño adueñándose de mi.
Pestañeé levemente y miré al niño junto a mi cama, movía mi brazo con urgencia y me miraba alarmado.
—Pensé que ibas a morir en el mundo de los sueños.
Fruncí el ceño y bostece ruidosamente. Dereck río fuerte y se sentó a mi lado.
Respiré hondo y tomé su mano, pensando en que no podía dejar que aquellos recuerdos me atormenten aquel día.
—¿Eso existe, mi amor?
Dereck asintió con obviedad.
—No me voy a morir, tengo muchos niños que cuidar… y una rata.
—Y a los tíos—susurró. Solo asentí.
Respiré hondo mientras miraba la hora, todavía era temprano.
—No podía dormir—murmuró, adelantándose a mi pregunta—. Y Tití se escondió cuando me vio.
Reí suavemente y me corrí un poco, abriendo uno de mis brazos, como una clara invitación.
—Tengo siete años—susurró avergonzado.
—Yo tengo veintinueve.
Cerré los ojos, adormecido, el sueño ya empezaba a apoderarse de mi nuevamente.
—Todavía tenemos tiempo para dormir, De. Ven con papá, que ya tengo sueño.
Lo escuché suspirar y cuando volví a abrir los ojos el se acostó a mi lado, acurrucándose en mi costado. Sonreí y lo tapé conmigo, besando su mejilla.
—¿No que tenías sueño?—se quejó.
Reí y negué, se había esfumado cuando el se acostó a mi lado. Era la primera vez que lo hacía, aún así, dejé de atacar su mejilla.
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Un Padre, Cinco Hijos
RandomAllen Anderson es un reconocido y prestigioso empresario, acostumbrado a tener una doble vida en donde en una cuida de su hijo y en la otra a su hija. Pero un acontecimiento provoca que Allen deba abandonar ese estilo de vida, cuidando de sus dos p...