CAPÍTULO 18: Tarjeta dorada

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CAPÍTULO 18: Tarjeta dorada.

Allen

Mi vista estaba fija en la televisión, aún cuando no tenía volumen y solo se repetían aburridas imágenes.

Solté un suspiro cansado y recosté mi cabeza en el sofá. Abrí los ojos cuando unos pasitos llamaron mi atención y fui testigo de como un pequeño niño bajaba por las escaleras de la manera más silenciosa que podía.

¿Y de adolescente que me espera?

-Es muy tarde para escaparse de casa.

Dereck reprimió un chillido y me miró rápidamente.

-No trataba de escapar- habló apresuradamente.

Sonreí en un intento de tranquilizarlo. Dereck me miraba alarmado, y yo pensé en que podría hacer un niño tan pequeño merodeando por las calles.

-Ven aquí-murmuré, palmeando un lado en el sillón.

Dereck no tardó en acercarse a mi. Se sentó a un lado y jugueteó con sus manos.

-¿No podías dormir?

Mi hijo negó.

-Dylan me patea- se quejó.

Comprimí una risita mordiendo mi labio. Los mellizos estaban durmiendo juntos, era una cama grande pero claramente cada uno tenía sus formas extrañas de dormir. Debía preparar sus habitaciones, pero debía admitir que Leah y Alec me habían dejado leves traumas.

-¿Sucede algo contigo?-susurré, jugueteando con su cabello.

Mi niño me miró y suspiró intranquilo.

-¿Crees...? No importa.

Alcé las cejas y suspiré suavemente.

-No importa que suceda Dereck, puedes decirle cualquier cosa a papá.

Sus ojitos me miraron con rapidez y levemente asombrados, quizás por aquella palabra que me había animado a usar con el. Arrugó su naricita y volvió a suspirar.

-¿Crees que mamá estaría contenta de que estemos aquí? No quiero que ella este enojada conmigo, y antes nunca habíamos venido- explicó.

Sonreí suavemente y respiré hondo, negando suavemente.

-No lo sé... no se si estaría contenta o no. Pero se que ella jamás estaría enojada si ustedes están bien, y donde quieren estar. Al fin y al cabo era mamá, ¿No? Y una mamá quiere lo mejor para sus hijos.

Dereck me miró durante unos minutos y luego asintió.

-Mañana tenemos que despertarnos temprano, ¿Por qué no intentas dormir un poco?- le susurré.

Dereck negó y apoyó su cabeza en el sofá, cerrando levemente sus ojitos.

Contuve un suspiro y lo escuché hablar en un murmullo.

-Me quiero quedar aquí.

Sonreí y estiré uno de mis brazos, en una clara invitación.

Mi niño dudó levemente, pero con cierta vergüenza apoyó su cabeza en mi pecho, dejándome rodear su espalda con mi brazo.

Dejé suaves caricias en su cabello levemente ruloso. Lo oí suspirar y sonreí, apoyando mi cabeza en el respaldo del sofá. Mi vista quedó en el techo oscurecido.

El tiempo pasó levemente, mis ojos querían cerrarse pero eso significaba dormirme. En el sofá. Y con un niño encima.

Lo miré durante un largo rato, pareciendo un acosador, y entrelacé una de nuestras manos, sintiendo su piel suavecita y el leve calor que emanaba.

Un Padre, Cinco HijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora