CAPÍTULO 41: Enfermo, parte dosAllen
No era un gran padre. No era el padre del año, ni del mes o de la semana, mucho menos del día. Pero atesoraba a mis niños más que a cualquier otra cosa.
Siempre había intentando que ellos estuvieran bien. Había cuidado de ellos desde el primer momento en que supe que era su padre.
Los mellizos habían vivido con mi ausencia. Pensando que quizás no los quería e incluso sintiéndose solos. Yo no quería nada de aquello para mis niños, quería que supieran que siempre estaría para ellos.
Por eso, incluso cuando había llegado tarde al simple pedido de mi niño Dereck, no me moví de la sala de espera de aquel silencioso quirófano hasta que el estuviera nuevamente a mi lado.
—Esta todo bien, la operación fue exitosa. Lo llevarán a una habitación, pero la anestesia tardará en irse—le habían advertido, cuando pro fin las puertas de metal se abrieron.
Los había escuchado, claro, pero lo único en lo que mi cerebro pensaba era en que mi hijo estaba bien.
Era solo apendicitis, me habían dicho. Era algo bastante común causado por una mala alimentación. Ahí, volví a sentir un pinchazo de culpa. Aún así, era algo que venía de antes. El apéndice, algo que no servía para nada, le había echo sentir mucho dolor a mi niño. Y había estado a punto de explotar. Sin embargo, todo había salido bien.
—¿Cómo estas, cariño?—susurré frente a él, cuando lo vi removerse.
Dereck estaba algo pálido, con los ojos hinchados por el llanto y con una intravenosa en su muñeca, por donde le pasaban el suero. Era una imagen que simplemente no quería volver a presenciar.
—Ya no me duele—susurró—, tengo mucho sueño.
—Es por la anestesia, todavía no pasó. Vuelve a dormir.
Sus ojitos volvieron a cerrarse y yo solo pude suspirar intranquilo, corriéndole el cabello de su frente de frente. Deposité un beso en su frente y di media vuelta cuando escuché el ruido de la puerta.
Aarón entró por ella, con dos vasitos en sus manos y la mirada cansada.
—Chris me ha llamado más veces de las que creo necesarias—lloriqueó—, ve a llevarles noticias. Y hazme el favor de dormir un poco, ducharte y comer.
Chasqueé la lengua mientras bebía de aquel horrible café.
—No puedo dejar solo a…
—No lo estas dejando solo—se quejó, sentándose a un lado de la camilla—, está durmiendo y esto tiene para muchas horas más. Estoy seguro de que llegaras antes de que despierte.
No quería irme, sin embargo, todavía tenía puesta la misma ropa que en el día anterior, desordenada y arrugada. Sin olvidar que el resto de mis hijos eran también responsabilidad mía, y saber cuan intranquilos y preocupados estaban me dejaba a mi igual.
Con eso en mente, dejé un beso en su frente y solté un pequeño suspiro antes de irme, recordándole a Aarón que me llame si algo sucedía o se despertaba antes de lo previsto. No estaba dispuesto a dejar a Dereck solo, no en aquel momento tan sensible para él.
Llegué a casa en diez minutos, y cuando abrí, me permití sonreír un poco.
—¿Qué ustedes no tienen que estar en cole?
Chris, quien era el único despierto, se removió un poco, en un vago intento por sacarse a sus hermanos de encima.
—¿Es una pijamada?
Sonreí cuando bufo indignado. Chris estaba sentado en el sofá, con Leah encima y Alec y Dylan a sus costados, todos con sus coloridos pijamas. Claro, Chris no se pondría jamás uno de los coloridos pijamas que le había comprado. El prefería una camiseta desgastada y un pantalón de chándal.
—¿Y Dereck?
—Se quedará internado unos días—susurré, acercándome para sacarle a Leah de encima. Mi niña se removió pero al final apoyó su rostro contra mi hombro y siguió durmiendo—, pero esta bien. Ahora dormido por la anestesia.
Chris suspiró algo aliviado y me miró con sus ojitos repletos de tristeza.
—No quiero que nada malo le suceda—susurró.
—Nada malo le sucederá—prometí—. Ya esta fuera de peligro. No fue una operación riesgosa ni mucho menos, esta bien, dentro de poco volverá a casa.
Chris asintió vagamente, levantándose del sofá. Tomó a Alec en brazos y se dirigió con cuidado hacia las escaleras.
—Se acaban de dormir—admitió apenado—, se que debían dormirse pero…
—No pasa nada, mi cielo—murmuró—, se que fue una noche difícil.
El asintió con suavidad, sonriéndome en pequeño antes de volver a subir.
Yo lo seguí por detrás, dejando a Leah en su habitación y volviendo por Dylan. Sin embargo, cuando intenté tomar a este, se terminó por despertar. Me miró algo perdido, mirando hacia los lados y bostezando, pero cuando se despidió un poco más, me miró con los ojos alarmados. No tardaron mucho en cristalizarse, y todo su sueño se esfumó.
—¿Dónde esta Dereck?
Solté un suspiro antes de acariciar su rostro con tranquilidad.
—En el hospital, se tendrá que quedar ahí unos días. Pero esta bien, ya lo operaron y nada malo le pasara.
Dylan apretó una de mis manos y respiró con lentitud.
—¿De verdad esta bien? ¿Puedo ir a verlo?
—No, lo siento cariño, solo los mayores pueden entrar—murmuró con suavidad—. Pero prometo que Dereck esta bien, ahora mismo está durmiendo como un ángel.
Dylan suspiró y su mirada dudó antes de hablar.
—Mami siempre iba al hospital—susurró—. Dijo que nada malo sucedería…
—No es igual—lo cortó con suavidad—, Dylan, mi niño, tu madre estaba enferma.
—¿Dereck no está también enfermo?—susurró.
—Si, cielo, pero es diferente. A Dereck lo curaron con esa operación, nada malo puede pasarle. A Scarlett… bueno, ella tenía una enfermedad mucho más mala, Dy, no hay cura para todas las enfermedades. Pero créeme, Dereck vendrá a casa pronto.
Dylan volvió a suspirar, asintiendo y apretando ligeramente su mano.
—¿Confías en papá?
Asintió.
—Prometo que pronto tendremos a Dereck nuevamente por aquí. Vas a poder jugar con el y le dirás cuanto lo extrañaste.
Aunque Dylan se sonrojó levemente por aquel comentario, asintió, soltando un pequeño bostezo. Lo tomé por debajo de los brazos y nos quejamos al mismo tiempo. Dylan, por ser demasiado grande para que su padre lo alzara, y yo, por ser demasiado grande para que yo lo alzara. Mi hijo no pesaba demasiado, pero yo no tenía súper fuerza.
Aún así, me llené de la tranquilidad que mi niño pequeño me brindaba. Subir las escaleras fue lo peor, pero solté un suspiro tranquilo cuando lo dejé en su cama, arropado y casi dormido.
Luego, por fin, me fui a bañar, a sabiendas de que debía volver con mi niño pequeño.
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Un Padre, Cinco Hijos
RandomAllen Anderson es un reconocido y prestigioso empresario, acostumbrado a tener una doble vida en donde en una cuida de su hijo y en la otra a su hija. Pero un acontecimiento provoca que Allen deba abandonar ese estilo de vida, cuidando de sus dos p...