CAPÍTULO 43: NotasAllen
No era un hombre dramático. Absolutamente que no. Pero no podía ir, mi niño de quince años, y hacerme preguntas tan comprometedoras y no esperar a que yo no entrará en un bucle depresivo por lo rápido que sucedía todo.
Habían pasado unos días desde aquella pregunta desoladora. Había tenido tiempo de pensar más y Dereck, por fin, había podido volver al colegio. Había dejado de estar malhumorado por no ir a clases y había pasado a estar malhumorado por ir a clases.
—No exageres, el niño no se va a casar mañana.
Lloriqueé arrebatando la cerveza que me extendía. No me gustaba la cerveza, era amarga y odiaba el sabor que dejaba en mi boca. Tomé un trago y se la extendí. Aarón me miró divertido mientras yo hacía pequeñas muecas de asco por aquel sabor.
—¿Si no te gusta para que la compras?
El lo sabía mejor que yo, pero así como no admitía que si era un ser dramático, tampoco admitiría que me gustaba sus presencias en mi casa. Y mucho menos que solía comprar las cosas que a ellos les gustaban para que supieran, inconscientemente, que tenían un lugar ahí.
—Soy masoquista—solo murmuré.
Aarón me desordenó el cabello mientras sonreía detrás de mi. Pensé que se había vuelto loco, pero rápidamente dos chiquitos nerviosos se pusieron frente a mi.
—¿Qué sucede?—pregunté curioso.
Aarón se levantó, llevándose su lata asquerosa y sonriendo con simpatía.
—No vayan a llorar, compré helado.
Yo solo rodé los ojos, pensando en lo poco que me gustaba que llorarán. Sin embargo, frente a mi, los mellizos parecían querer hacerlo.
—¿Entonces?
Tenían unos papeles en las manos, los estrujaban con un poco de fuerza medida y se movían como pequeños gusanitos incómodos.
—Son nuestras notas.
Dereck fue quien me habló, y aunque me extendió aquel papelero, dio unos cuantos pasos hacia atrás. Me estiré, intentando agarrarlo y solté un suspiró indignado cuando lo vi alejarse más.
—¡Dereck!
—Mejor empecemos por las mías.
Dylan suspiró abatido antes de entregarme el papel. No omitió palabra mientras miraba con cuidado sus notas.
Los mellizos como tal no tenían notas numéricas, eran solo unas simples palabras que te indicaban como iban. Excelente, muy bien, bien, regular. Cuando iban peor a regular debían llamar a sus padres, porque había que hacer algo, sin embargo no me habían llamado, por lo que no me preocupé mientras las miraba.
—No son buenas—susurró.
Dylan era un niño inteligente. Las cosas le costaban, como a cualquiera, pero solía resolverlo con facilidad. Sus tareas solían estar bien y no le gustaba que las revisara. Por eso, no me sorprendí cuando vi una sola con un regular, que era seguramente lo que lo estaba molestando.
—No es algo malo, Dylan—murmuré—, la aprobaste, cariño, deberías estar muy contento.
Sin embargo, Dylan negó mientras jugueteaba con sus manos.
—Dylan—lo llamé, pretendiendo que me prestara atención—, una nota no es lo más importante en la vida, a veces hay notas bajas y a veces más altas, lo importante es esforzarse.
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Un Padre, Cinco Hijos
RandomAllen Anderson es un reconocido y prestigioso empresario, acostumbrado a tener una doble vida en donde en una cuida de su hijo y en la otra a su hija. Pero un acontecimiento provoca que Allen deba abandonar ese estilo de vida, cuidando de sus dos p...