CAPÍTULO 4: Fuerzas.

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CAPÍTULO 4: Fuerzas.

Allen

El viaje hasta casa no había sido largo, lo que si fue la espera que hice hasta entrar.

Seguía frente a casa, con el auto estacionado y una Leah dormida en la sillita de niños que era de Alec.

No había querido entrar a mi propia casa, porque sabía quienes estaban.

Había tres autos, y reconocía cada uno.

Papá y Janett, Aarón y Axel.

Mis hermanos mayores siempre iban a mi casa, era como suya, pero había olvidado sobre la visita de mi padre y su esposa.

-Igual tienen que saber de ti… ¿Cierto?-susurré mirándola por el espejo retrovisor.

Leah se encontraba totalmente dormida. Había caído rendida apenas terminé de abrochar su cinturón.

Sentía todo mi cuerpo tenso, mis manos sudaban y temblaban ligeramente. Apretaba tan fuerte el manubrio que creía que en cualquier momento podría romperse, aún a sabiendas de que no contaba con tanta fuerza. 

Con una última respiración profunda, salí de mi auto y tomé, despacio, a mi bebé.

-Bien, Leah…-susurre al estar frente a la puerta de mi casa.-Regálame tus fuerzas.

La sala principal de mi casa era el living, por lo que apenas abrí la puerta todas las miradas se posaron sobre mi.

Tragué saliva, nervioso, ante sus sorprendidas miradas.

En cualquier momento hubiera estado temblando de los nervios, pero creo que sentir la respiración tranquila de mi hija, que chocaba contra mi cuello, me lo impidió. Me recordó por quien estaba haciendo aquello.

-Allen…

Melissa fue la primera que habló. Me miró con sus intensos ojos azules; iguales a los de mi hijo. Estaba totalmente sorprendida, lo veía claramente.

-Creo… que es mejor que esperen.

Aquellas fueron las primeras palabras que logré articular. Luego de eso, subí las escaleras ignorando a todos hasta llegar a mi habitación, donde dejé suavemente a mi bebé.

La arropé con las frazadas y dejé un suave beso en su frente.

-Espero que no escuches nada, cielo.-susurré.

Una vez que volví a reunir fuerzas, salí de la habitación y bajé las escaleras.

En la sala, una gran discusión se estaba por crear. Lo veía en la cara de todos.

Aarón y Axel caminaban de un lado para el otro, con claras expresiones de pánico en sus rostros. Mi padre miraba por la ventana que daba al patio, donde podía ver jugar a mi hijo; no veía su expresión, pero todo en el emanaba peligro. Poco me importaba, pero Janett tenía una clara mueca de desagrado en su rostro; estaba sentada en el sofá, con una taza de té en sus manos. Por otro lado, Melissa estaba en uno de los sillones individuales, sin ninguna expresión.

-¿Quién es esa niña?

La primera en hablar fue Janett, detonando desagrado por sus poros.

“¿Y a ti que te importa?”-quise decir, sin embargo, no lo hice.

-Se llama Leah… es mi hija.

No me sentía cómodo con aquella conversación. No me sentía cómodo metiendo a Leah en aquella familia.

Un Padre, Cinco HijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora