CAPÍTULO 48: Todos vuelven

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 CAPÍTULO 48: Todos vuelven

Allen

—Yo soy tu hermano mayor, Allen, siempre cuidare de ti. Sin importar que.

Aquella mañana me desperté con una sensación extraña en el cuerpo, un sentimiento de melancolía y tristeza que pocas veces me atacaban. Sin embargo, me esforcé porque sea un día normal y tranquilo.

Los niños fueron al colegio, comieron su comida sin dejar a un lado sus verduras y mis hermanos se encargaron de reírse de mi todo el día  por haber terminado en el hospital en lo que tenía que ser una buena cita.

—Yo creo que es un tonto.

—Pues yo creo que es un súper tonto—murmuró Dylan mirando a su mellizo.

—¿Quién es tonto?

—¡Chris!

—¿Por qué?—pregunté ocultando un poco mi risa, parecían bastante enojados con su hermano.

—¡Nos gritó!—chilló Dylan, inflando de forma adorable sus cachetes— Solo queríamos saber que le pasaba porque tenía cara triste.

—Pero es un tonto—murmuró Dereck, frunciendo la nariz con desagrado.

—Nadie es tonto—susurré, desordenando su cabello—. Estoy seguro de que no quería gritarles, yo hablaré con él.

No había notado nada extraño en mi pequeño, pero suponía que debía ir con él.

—¿Papi, podemos ver una película?

Sonreí a medio camino cuando escuché su vocecita. Era algo inconcebible para mí pensar que hacía unos pocos meses no tenía a aquellos niños llamando papi. No podía comprender en qué momento aquella situación se volvió mi realidad, pero dios sabía que todo lo que quería era que siga así.

—Si cariño—susurré mirando a Dereck, mi pequeño Dereck—. Hablaré con Chris y luego bajo. Elijan una.

Sonreí suavemente, intentando guardar en mi mente las sonrisitas de aquellos dos niños. A veces sentía que todo lo que tenia era demasiado a comparación de lo que yo habia hecho.

Toqué un par de veces la puerta de Christopher antes de entrar a su cuarto, y apenas abrí la puerta una almohada chocó de lleno contra mi cara.

—¡¿Es que no hay privacidad en esta casa?!

—¡Toqué la puerta!—me quejé, devolviendo aquel ataque de la misma forma.

Eres el padre. El hombre mayor que tiene que contener sus emociones y enseñarles a ellos como contener las suyas para que las cosas no se vuelvan un caos…

Carraspee incómodo con mi conciencia y me paralice cuando vi el rostro de mi hijo.

—¿Qué sucede, mi niño?

Chris soltó una especie de bufido o suspiro demostrando lo frustrado que alguna situación lo tenía. Tan pronto me miró sus ojitos se cristalizaron y miró hacia el techo, en un vago intento por contener las lagrimas.

—Nada—se quejó mientras se tapaba con la almohada y soltaba un gritito ahogado.

—Pues para ser nada es mucho—susurré, no tardé en acercarme a él y sentarme a su lado, sin embargo el no retiró la almohada de su cara—. Vamos tesoro, habla conmigo.

—Vas… a pensar que soy un idiota.

—Oh, que seguro que estas—murmuré—. Solo dime.

—Asher tiene novia y se está olvidando de mi.

Soltó aquella frase de manera rápida, casi con la intención de que no le entendiera.

—Asher es tu amigo—murmuré, acariciando su cabello y aún sin poder verle el rostro—. No creo que se pueda olvidar de ti solo por tener una novia.

O más le vale.

—¡Si puede!—chilló enojado mientras se sacaba furiosamente la almohada del rostro—¡Si puede y lo hace!

Respiré hondo y acaricié su mejilla para quitar aquellas lágrimas rebeldes.

—Asher…

—¡Tu no entiendes! Siempre estaba conmigo, éramos los mejores amigos y luego…

—¿Y luego…?

—Luego empezó a actuar extraño. Ya no quería estar tanto tiempo conmigo y… ¡Y un día apareció con Leila de la mano!

Se cruzó de brazos y soltó un bufido pequeño, creando un pequeño puchero y frunciendo el ceño.

—Lo odio. Lo detesto. No quiero que me vuelva a hablar nunca más.

—Bueno, si eso…

—De todos modos le voy a mandar un último mensaje—murmuró enojado—. Para que sepa cuales fueron sus errores.

Solté un suspiro y me di por vencido con su drama adolescente, todos pasábamos por aquellos, ¿estaba mal que solo lo dejé vivirlo?

—Bien, cariño, pero quizás Asher solo quiere pasar un poco de tiempo de calidad con su novia.

Christopher frenó su furioso tecleo y me miró fijamente a los ojos. Me estremecí por un momento cuando empezó a entrecerrarlos y supe que había dicho algo incorrecto.

—¿Estas...?

—No.

—¿Estas de su lado?—terminó la frase como si no pudiera procesarlas y sus ojitos empezaron a cristalizarse.

—No, hijo.

—¡Vete!

—¡No estoy de su lado, lo dije sin pensar!

—¡Vete, eres un mentiroso como él!

Chasqueé la lengua cuando me vi fuera de la habitación con la puerta ya cerrada frente a mi.

—La adolescencia—murmuró Axel—. Difícil eh, que agradecido que estoy con la vida por no darme niños—susurró, juntando sus manos y mirando hacia el techo.

—Con los preservativos, querrás decir—murmuró Aarón, cruzado de brazos.

Solté un bufido y toqué levemente la puerta.

—No quise decir eso, Chris. Si Asher es tu amigo no debería dejarte de lado por nadie, estoy seguro de que recapacitará y te pediría disculpas.

—Y de rodillas, porque aunque digan que no, todos vuelven—acotó Axel.

Aarón y yo lo miramos fijamente, en modo de reproche.

—¡Chris, de todas formas, si dices que actuaba raro es porque seguro se enamoró de ti y esta usando a Leila para darte celos o para olvidarte!

—¡Aarón!—me quejé—Esto no es un libro o una película, es la vida real—me quejé alejándome de aquella habitación, él en verdad necesitaba privacidad.

—Esta en la adolescencia, es casi lo mismo—murmuró.

—¡Papi, están tocando el timbre!

—Nunca un momento de paz—murmuré.

—Azael…

Suspiré intranquilo mientras lo miraba fijamente, casi como si de un fantasma se tratara. Ahí estaba la causa de mi recuerdo, de mi tristeza y melancolía. Estaba ahí parado, intentando darme una sonrisa mientras se tambaleaba un poco en su sitio, con las manos en los bolsillos y la timidez brotando por todos sus poros.

—¿No van a saludar a su hermano?

No fui yo, o al menos no me pude reconocer. No cuando una furia que yo no reconocía propia se apoderó de mi e hizo que mi cuerpo actuará solo. Un pequeño impulso que terminó en un golpe directo al rostro de mi hermano. Porque estaba ahí. No era una mentira ni era un fantasma. Era mi hermano.

Un Padre, Cinco HijosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora