CAPÍTULO 4

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Ella se recostó en la cama boca arriba, como él se lo había pedido con las plantas de los pies en el colchón y sus rodillas levantadas.

C:Abre las piernas -se puso frente a ella-

Ella abrió poco a poco las piernas hasta que cada una tocaba por completo la cama.

C:¿Eres virgen? -ella asintió-

Él se arrodilló frente a ella e iba a recostarse encima suyo pero ella cerró las piernas.

C:-soltó un suspiro- Créeme que quería hacerlo lento y suave pero debí decirte que tengo muy poca pasciencia. Arrodillate -él se levantó y ella se arrodilló - deja tus piernas así y pon tus codos en la cama.

Ella le hizo caso y él se acercó a ella por detrás. La tomó de la cadera  y bajó su mano hasta se trasero. Le dio una fuerte nalgada a lo que ella soltó un gemido. Él sonrió y bajó un poco la pantaloneta y el boxer.
Sacó su miembro y con la punta, acarició la entrepierna de __.
Ella soltó un leve jadeo y él entró.
Una pequeña lágrima salió del ojo de __, ella no sabía si era por el dolor o porque un hombre que apenas conoce le quitó la virginidad o tal vez por una mezcla de todo.

Él la penetró muchas veces más y cada vez con más fuerza. Los gemidos de __ no paraban, igual que los jadeos de Christopher.
Minutos después él terminó dentro de ella. Acomodó su boxer y su pantaloneta.

C:Puedes irte.

Ella se levantó con unas cuantas lágrimas en su mejilla y en sus ojos. Recogió su ropa y Christopher se acercó a ella.

C:-la tomó del mentón- Gracias, reina -dejó un beso en sus labios-

Ella se dio vuelta y caminó hasta la puerta.

C:Hey -ella se dio vuelta- en el velador de tu habitación hay pastillas, tómalas. Ah y si sangras es normal, no te asustes.

Ella salió de ahí y fue a su habitación.
Entró al baño y se miró en el espejo.
Vio sus ojos rojos y si rostro sonrojado y eso solo la hizo llorar más.
Después de tranquilizarse un poco, fue a la ducha y abrió la llave.
Esperó a que se caliente un poco y entró. Miró hacia el piso y como dijo Christopher, sangró un poco.

Limpió su cuerpo y si cabello con algo de molestia en su entrepierna, sentía mucho dolor aún.
Envolvió su cuerpo en una toalla, cerró la llave y salió.

MÍA || CHRISTOPHER VÉLEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora