tres: secreto

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El peliblanco se detuvo en la mitad del pasillo cuando escuchó lo que parecía un llanto proveniente de algún lugar. Miró alrededor, tratando de descubrir de dónde venía aquel sonido, y caminó con parsimonia hacia el salón de donde provenían aquellos sollozos.

- ¿Hola? - preguntó con tenue voz, la chica pelirroja apoyada en el pizarrón por poco deja escapar un grito, se limpia las mejillas llenas de pecas con ambas manos y levanta la vista en dirección al peliblanco. - Oye, ¿estás bien?

Rubius la mira, tiene la nariz enrojecida, justo igual que los ojos, y se tiene que morder el interior de la mejilla mientras espera una respuesta.

- S-sí... - susurra la pelirroja, su voz es increiblemente suave, tanto que es apenas audible a los oídos de Rubén.

- No me parece que lo estés. - habla el peliblanco, dando un par de pasos dentro del salón vacío.

La chica tenía el ceño fruncido, y la nariz arrugada, las pecas adornan la pálida piel de su rostro que se enrojece levemente cuando vuelve a limpiarse las lágrimas.

- Estoy bien. - repite, un poco más alto esta vez, pero sin abandonar la dulzura en su voz.

La pelirroja recoge su bolso del piso y se lo cuelga del hombro, camina junto al peliblanco de pie en la puerta y sale del salón, dejándolo atrás.

Rubén la mira, descubriendo como el uniforme se amolda a su cuerpo, la falda muestra estilizadas piernas que continúan su camino en las medias, y al final en zapatos que se acomodan a los pies de la chica; se dedica a seguirla entonces.

- Eres... Nina, ¿cierto? - pregunta, caminando a su lado, la pelirroja tiene que levantar la cabeza para poder verlo al rostro.

- Me gusta que me llamen Nieves. - responde en tono bajo, llevaba parte del cabello recogido en una bonita trenza tras la cabeza.

- Soy Rubius, estoy en el~

- Equipo de básquetbol, lo sé. - adelanta, el peliblanco asiente, mientras salen del edificio.

- Es algo tarde para volver solo a casa, ¿quieres que caminemos juntos? - propone, la pelirroja contiene un suspiro.

- Estoy grandecita como para que alguien me cuide. - Rubius le sonríe entonces.

- ¿Qué? No, lo digo por mí. Me acojona volver a casa solo. - se apresura, entonces Nieves ríe, arrugando las esquinas de los ojos; el peliblanco observa su expresión, sonriendo.

- ¿Estás de coña? - pregunta, cuando solamente una sonrisa queda en sus labios.

- Oh nononononono, te lo juro, ¿has visto la cantidad de personas que se pierden tomando el autobús?

- ¿Tú tomas el autobús? - cuestiona la chica, mirándolo con curiosidad, el peliblanco se encoge de hombros. - ¿Y tú chófer?

- Le pedí que no viniera hoy. - responde, era cierto, Rubén no quería compañía aquel día, aunque nunca lo tuviera.

- ¿Quieres que te lleve? - pregunta la pelirroja, cuando finalmente han salido del edificio hasta la acera, había un auto esperando del otro lado de la calle, y un hombre apoyado contra la puerta del piloto.

- Claro, me encantaría. - responde el peliblanco, siguiendo los pasos de Nina.

Dejaron la secundaria a sus espaldas, todas las personas que estudiaban ahí tenían una posición acomodada, padres de empresarios importantes, banqueros, e incluso personas que habían forjado su dinero por actos no tan... lícitos. Todos y cada uno de ellos tenían los bolsillos llenos, todos excepto por Samuel.

(***)

Rubén se pone el suéter negro por la cabeza y sale corriendo de su casa, mientras escucha la bocina de un auto siendo presiona insistentemente, se ríe en voz baja mientras corre sobre el césped de su jardín, hasta llegar al portón, lo empuja lo suficiente para ser capaz de salir y cuando finalmente lo ha hecho, emprende nuevamente la carrera hasta el auto que lo espera.

- Rubius, macho, al fin. - saluda el mayor desde el asiento delantero, moviendo su máscara para poder mostrar su rostro. - Mira lo que Willy nos hizo.

- Oh... - murmura, deslizándose en el asiento trasero. - de puta madre, Guillermo.

- Ya te he dicho que no me llames así, rata asquerosa. - se queja el otro peliblanco desde el asiento del copiloto.

- Dime que tienes una para mí, Willy. - pide Rubén, mientras Fargan empieza a conducir, el susodicho hurga en su mochila antes de extenderle una máscara. Rubius saca el teléfono de su bolsillo e ilumina la máscara en mitad de la oscuridad. - Joder, Willy, podría chupártela ahora mismo si me lo pides...

Los otros dos adolescentes sueltan carcajadas, era alrededor de la medianoche mientras los tres chicos daban vueltas alrededor de la ciudad, se detuvieron por algo de comida chatarra y bebidas, hasta que el reloj de uno de ellos sonó en mitad del auto. 

- ¡Es hora! - exclama Fargan, limpiándose las manos contra la camiseta negra. - Abróchese los cinturones, señoritas, porque tenemos trabajo que hacer.

(***)

- Que noche tan productiva. - susurra Fargan con orgullo metiéndose en el auto, tenía una sonrisa de superioridad en los labios mientras se quita los guantes. - Es hora de llevarlos a casa, niños.

- ¿Ya? - se queja Rubius. - Apenas son las dos de la mañana, Fargan.

- Ya... pero tengo... algo que hacer mañana. - se excusa el mayor, girando la llave encender el motor. - Y no quiero parecer un mapache, ¿saben?

- Si te vas a follar a algui~ - comienza  con tono de burla Willy, pero el mayor le dedica una mirada seria.

- Ya vale, Guillermo. - regaña, con el ceño fruncido en dirección al peliblanco sentado a su lado.

- No sabía que ibas a estar tan gruñón... - rebate el que ha sido regañado, hundiéndose en su asiento.

El camino a casa de Willy se basó en escuchar la voz del locutor de la radio y el sonido del teléfono de Rubius mientras veía algún vídeo.

Había ocupado toda la tarde hablando con la bonita pelirroja que había conocido ese día; descubrió que en realidad era muy dulce, y que tenían un par de gustos en común, pero era una chica buena y tenía horarios muy estrictos por lo que se había ido a la cama alrededor de las diez.

Se sentía feliz mientras hablaba con ella.

- Nos vemos. - suelta Willy saliendo, con la mochila al hombro. - Sed oscuros.

- Descansa, rata. - se despide Fargan, dedde el asiento del piloto, Rubius le dedica un gesto con la mano.

El peliblanco se pasa al asiento del copiloto, sonriéndole al mayor con picardía y ambas cejas enarcadas.

- Siguen sin hablar del tema, ¿eh? - inquiere el peliblanco, el mayor le dedica una sonrisa negando suavemente.

- No hay nada de que hablar, solamente fue u~

- No, chist... chist... - se queja Rubius, con una mueca de asco. - no quiero saber...

Fargan ya se estaba carcajeando para ese instante.

Highschool cliché • Rubegetta • (HSC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora