seis: partido

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- ¿Iremos con quién? - preguntan los dos peliblancos al mismo tiempo, Fargan acomoda las manos sobre el volante de nuevo, tras haberse peinado con las manos.

- Willy y yo iremos al partido con Samuel, tú - señala a Rubius, volteándose en el asiento. - tienes que quedarte después de clases con el equipo, y te traje algo de comida para que llenes la tripa.

- Fargan, yo no~ - empieza, pero el mayor niega.

- Tienes que comer, Willy yo charlamos y creemos que has estado adelgazando un poco. - entonces el peliblanco en el asiento del copiloto le extiende una bolsa con el logo de un restaurante de comida rápida.

- ¿Ustedes hablan? - inquiere con tono jocoso. - Pensé que solamente se reunían para comerse el morro...

- ¡Fue solo una vez! - exclaman ambos al mismo tiempo, y el peliblanco en el asiento trasero empieza a reír a carcajadas.

- Sí, sí... como sea. - consiente. - Ya me voy... - les sonríe, y presiona entre sus manos la bolsa. - gracias...

- Es solo comida, le pusimos veneno. - habla Willy, entonces Rubius baja del auto, sonriendo en su dirección una vez más.

Camina hasta el instituto, Mangel está de pie en la puerta, esperándolo; aunque los grupos de amigos de Rubius se conocían, no eran muy compatibles, y muy pocas veces se habían unido todos.

- ¿Y eso qué es? - pregunta el chico de lentes, Rubius abre la bolsa y mira el envase dentro.

- Fargan y Willy me trajeron comida, dicen que parece que estoy adelgazando. - hay un silencio incómodo entre ellos mientras avanzan por el pasillo, hasta que Mangel habla de nuevo.

- ¿Estás...? - empieza, pero deja la frase flotando en el aire, y Rubius entorna los ojos.

- Sí, estoy comiendo bien, Mahe. - responde con sencillez. - Como sea, ¿Alex no se quedó?

- Nope, dijo que tenía algunas cosas que hacer, vendrá para el partido.

(***)

- Sí, mamá, juro que volveré pronto. - insiste, acomodando la chaqueta en sus hombros y pasando las manos entre el cabello negro, antes de girarse en dirección a la mujer a unos pasos de él. - ¿Qué tal luzco?

- Encantador, cielo, como siempre. - responde la mujer, y se acerca hasta el joven para tomarle el rostro entre las manos, y plantándole un beso sobre la frente, poniéndose de pie sobre las puntas de los pies para ser capaz de alcanzarlo. - Ya deja de crecer. - pide con voz divertida, el azabache deja escapar una risa, poniendo una de sus manos sobre las de su madre.

- Eso intento. - se excusa, y escucha el teléfono sonar desde su cama, así que se aparta de la mujer para tomarlo y leer la pantalla. - Debo irme, ma', - se excusa, y se estira para plantarle un beso en la mejilla. - te amo.

- Y yo a ti. - responde la mujer antes de ver como su hijo sale corriendo de la casa.

Samuel le había mandado una dirección a Fargan, una en la que estaba aquel edificio de departamentos, y no es que le avergonzara el lugar en el que vivía, pero aquella zona era algo... peligrosa, y ya había tenido suficientes problemas cuando unos chicos le habían... pedido amablemente su teléfono, no quería ver de que eran capaces si lo veían en un auto como el que tenía aquel chico, la última vez solamente había recibido un par de golpes, que devolvió.

Se quedó de pie en la acera, balanceándose sobre las plantas de sus pies, y con las manos en los bolsillos de la chaqueta, se quedó allí unos cuantos minutos hasta que un precioso auto se detuvo frente a él, y la ventana del copiloto se bajó dejando ver a Alex, y a Fargan en el asiento del piloto.

Highschool cliché • Rubegetta • (HSC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora