diecinueve: mejor

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Un mes después casi todo iba viento en popa para Samuel, había obtenido su primer sueldo del restaurante al que se había relegado casi toda su vida fuera de la escuela, había empezado a salir más con Guillermo -cuando podía hacerlo- y había tenido que renunciar a su empleo en el supermercado, pues de tanto esfuerzo había tenido una terrible fiebre que lo había hecho desmayarse en mitad de su turno.

Su madre había pasado un susto terrible, su padre... bueno, su padre no tanto.

El salario en aquel restaurante era bastante bueno, demasiado bueno, aquel trabajo había llegado a él como un regalo del cielo, además de las propinas que ganaba, hasta podía darse el lujo de comprarse cosas que no eran de vital importancia. Jamás había podido hacer eso antes, e incluso se sentía un poco egoísta por hacerlo.

Rubius, por otra parte, iba mejorando. Sus notas subían, su salud estaba mejor y le iba bien en el baloncesto, lo único que lo tenía mosqueado era aquel tema con Guillermo, que siempre estaba metido en sus clases con Samuel, y que siempre estaba paseándose con él como si fuese un perrito faldero.

A menudo se preguntaba si se habrían besado, sinceramente esperaba que no...

(***)

- Doblas, atención al frente. - regaña el hombre, el peliblanco asiente, mirando el pizarrón; de alguna extraña forma ya sabía como resolver el ejercicio escrito allí, así que se apresuro a resolverlo en su cuaderno, miró el resultado con algo de duda antes de levantar la mano. - ¿Sí?

- Quiero tratar de resolverlo. - respondió, un cuchicheo se hizo presente en el salón, mientras el maestro miraba al peliblanco con sorpresa.

- Claro, adelante.

Rubén tomó una profunda respiración antes de ponerse de pie, el hombre sentado frente al escritorio le extendió un marcador, aún ennarcando una ceja en su dirección; las manos parecían sudarle mientras escribía, y cuando puso la cifra final casi sentía desmayarse, pero le devolvió el marcador al maestro y caminó de regreso a su asiento.

- Es... correcto. - habló el hombre de pie frente a la clase. - Doblas, dos puntos extra en su boleta, buen trabajo. - le dedicó una sonrisa amena con un asentimiento de cabeza que el peliblanco devolvió.

Mangel a su lado le propinó un codazo, y una sonrisa brillante. - Ese es mi Rubiuh. - susurró con emoción.

Rubén, sentado en su incómodo asiento, aun nervioso y sonriente, quiso levantarse y correr a contarle a su tutor.

...

Y lo hizo, solamente cuando la clase hubo terminado -claro está-, se despidió de Mangel con un movimiento de la mano y se hizo paso entre la multitud de estudiantes que se aglomeraban en los pasillos. Corrió a través de todos ellos y llegó al salón del mayor, con una sonrisa inmensa en los labios.

- ¡De Luque! - exclamó, entrando al salón, el pelinegro levantó la mirada de su mesa, justo igual que el chico sentado a su lado. - No vas a creer lo que pasó.

- Chico, casi me matas del susto, así que más vale que sea bueno. - murmuró, el peliblanco tomó la silla frente a él y se sentó con el respaldar contra el pecho.

Samuel notó como le brillaban los ojitos, y como lucía tan feliz que la sonrisa que tenía en los labios parecía no ser suficiente, aquella expresión lo hizo instantáneamente feliz a él.

- Tengo dos puntos a favor en la boleta. - suelta, con una risita de por medio. - Y el maestro me felicitó, a mí. ¿Puedes creerlo, triple siete? Cuando vi el ejercicio me dije: "ostia, pero si yo sé como resolverlo", ¡y estuvo bien!

El pelinegro sonríe, y le pone una mano en la cabeza, despeinándolo. - Que orgulloso estoy de ti, tontito.

- Anda, aparta, pesado. - se queja, empujando su mano, riendo en voz baja, entonces mira al chico sentado junto a su tutor. - Hola, soy Rubius.

- Rubén. - corrige el mayor.

- Soy Luzu. - responde el castaño con una sonrisa.

- Borja.

- Que te calles, que esto no es contigo. - regaña el peliblanco, pero Samuel se echa a reír.

- Pero si estás en mi salón, interrumpiendo mi descanso. - habla, fingiendo estar ofendido, el menor mira el escritorio de Samuel y frunce el ceño.

- Vaya descanso de mierda tienes.

- Eh, eh, la bo~

- Seh, seh. - se queja. - Anda, déjame invitarte una de esas putas magdalenas que tanto te gustan.

El pelinegro entorna los ojos, aun sonriendo, y niega quedamente. - No es necesario, chaval, tengo tarea y tú deber~

- Ve, Sam, - aconseja el castaño. - yo puedo ayudarte a acabar la tarea.

- No qui~

- Si me rechazas la magdalena, te juro que te lleno el locker de espuma de afeitar.

Samuel contiene otra risa, y termina por suspirar. - Bien... Luzu, no toques mi tarea, tontito.

Ambos chicos salen del salón, lado a lado, Rubius mira al mayor con curiosidad antes de hablar.

- No tendrías que haberme enseñado esos ejercicios, ¿verdad? - inquiere.

Samuel niega quedamente con la cabeza y cuando el menor se empieza a quejar el se encoge de hombros. - Hombre, que los ejercicios no eran complicados, y a ti se te dan especialmente bien, era un completo desperdicio no enseñarte a como resolverlos. - y era verdad, aunque parecía que no, a Rubén se le daban bastante bien ciertas cosas. - Además, no vas a negarme que aquella satisfacción por saber algo que nadie más sabía no te gusto.

El peliblanco calla entonces, le había gustado sentirse más listo que el resto, y le había gustado los cumplidos, y le había gustado que Samuel dijera que estaba orgulloso de él. Ahora entendía porque el pelinegro lo hacía, de pronto se dio cuenta de que entendía a su tutor un poco mejor.

- Eres un hijo de puta muy listo... - susurra el peliblanco, y el mayor frunce el ceño. - te invito las putas magdalenas toda la semana.

- Pero, Doblas, que cuides el lenguaje, tontito, por favor. - se queja, pero en realidad no le molestaba que dijera groserías, no le molestaba nada siempre y cuando estuviera con él.

Y de pronto se sintió triste, debía dejar aquello de una buena vez por todas, Rubén no gustaba de él, así que tenía que aprender a dejarlo ir; tenía a Willy, que quizás podría gustarle con el tiempo, era divertido y amable, y tenían muchísimos gustos en común y~

El peliblanco volvió a mirarlo, los ojitos le brillaban con emoción mientras le decía algo.

Iba a tardar mucho que dejara de gustara Rubén Doblas.


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Cap corto porque el próximo se vieneeeeeeeeeeeee

Solamente crucen los dedos y esperen que sea algo bueno

Vamos a olvidarnos del tema de la boda porque sabemos que los tontos se siguen queriendo como siempre

~ all the love, me

Highschool cliché • Rubegetta • (HSC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora