Rubén respira profundamente, estirando los brazos hacia arriba una vez más, y gira la cabeza.
- ¿Estás listo? - mira a Mangel sentado frente a él, en medio del bullicio que es el vestidor y niega quedamente.
- Nunca estoy listo. - susurra, y vuelve a respirar profundamente. - Solo... solo no me dejes potarle encima a Samuel...
Mangel ríe en voz baja, antes de ponerse de pie. - Voy a irme ya, Rubiuh, trata de no potar a nadie.
- No prometo nada. - responde, mirando a su amigo retirarse.
Había pasado cerca de una semana tras habérsele confesado a Samuel, y casi no habían compartido besos desde entonces, mayormente porque el mayor se tomaba muy profesionalmente las clases, y porque, además, estaba muy ocupado con sus tareas y su trabajo.
Aún así Rubius no podía quejarse, siempre se estaban tomando de las manos, y riendo, eso lo hacía feliz.
- Bueno, chavales, si ganamos fiesta en mi casa para celebrar. - exclama el peliblanco en mitad del vestidor. - Y sino ganamos, fiesta en mi casa como consuelo.
Todos ríen, y entonces la tensión se desaparece del cuerpo de Rubén; se forma junto al resto de los chicos, era la primera vez que iba a jugar después de que sabía que Samuel le gustaba, y era la primera vez que lo vería, eso era lo que lo estaba poniendo tan nervioso.
Salen a la cancha, las porristas no iban a presentarse aquella noche así que se formaron. La mirada de Rubén barrió rápidamente las gradas, descubrió a Alex sentado entre la multitud, y a Fargan a su lado, con un dedo de espuma en la mano, y el rostro pintado de azul y dorado; más allá encontró a Luzu, que le sonreía con dulzura desde su posición, a su lado el chico que había visto en el salón la otra vez, y más allá a una chica pelirroja, que hablaba animadamente con Mangel.
Reconoció otro par de rostros hasta que logró divisar al pelinegro, sentado entre Guillermo y Akira, sin embargo Samuel levantó la mano en su dirección, con una sonrisa, y Rubén levantó la mano apenas, sonriendo.
Samuel no sabía como había acabado allí, de nuevo, pensó que tanto Akira como Willy se habrían dado cuenta de que él no estaba interesado en ninguno, pero Guillermo mantenía la idea de que Samuel podía enamorarse de él, justo igual que la rubia.
- ¡Vamos, Rubius, vamos! - exclama Fargan, desde su posición, Samuel ríe, justo como Willy, mientras Alex se cubre el rostro con ambas manos. - ¡Ese es mi chico, claro que sí!
- Le vamos a pedir a David Romero que, por favor, espere a que el partido empiece. - habla una voz a través del sistema de sonido, y todo el gimnasio ríe, justo igual que el nombrado. - Agradecemos el entusiasmo, de todas formas.
El partido comenzó, y mientras avanzaba, también lo hacían las inseguridades de Rubén, quien cada tanto lanzaba una mirada rápida en dirección; alcanzó a divisar una vez la mirada curiosa de Samuel posada sobre los movimientos de Willy, quien se revolvía el cabello con ambas manos, y luego miró al pelinegro reír en dirección a la rubia. No se consideraba a sí mismo una persona celosa, pero si que se sentía algo disgustado mirando la imagen.
Sus movimientos estaban empezando a tambalear en mitad del partido, así que se propuso no continuar mirando las gradas, no lo cumplió, obviamente. El balón pasó hasta él, así que el peliblanco dio un salto, lanzando el balón hasta la red, y al caer, mientras observaba unos brillante ojos violetas mirando a alguien más, alguien lo empujó.
Sintió la vuelta que dio en mitad del aire, y todo pasó en cámara lenta, su cuerpo cayendo pesadamente sobre el piso, como si fuese un saco de patatas, la parte posterior de su cabeza golpeando la madera con una fuerza que lo hizo ver estrellas, y cada uno de los huesos de su espalda crujiendo al unísono, cerró los ojos, y presionó los labios entre sí.
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Highschool cliché • Rubegetta • (HSC)
FanfictionRubén Doblas era un desastre, siempre lo había sido. Un caso imposible para absolutamente todos los maestros y estudiantes que convivían con él. Así que le asignaron un tutor para que fuese capaz de ayudarlo.