- Así que, Alex... - la menor de las mujeres pone la barbilla sobre sus dedos cruzados, mirando al azabache.
- Amelia... - regaña la otra mujer, con tono cauteloso, la susodicha la mira, abriendo levemente la boca.
- p-pero... - se queja. - si no he dicho nada.
- Te conozco. - insiste, Alex sonríe en su dirección, sabía que Fargan compartía sangre con ninguna de ellas, pero casi podía vislumbrar algunas muecas y gestos de ambas mujeres, como aquel brillo en los ojos de la menor, o aquella manera tan curiosa de fruncir el ceño de la mayor.
- Alex, cuéntanos algo de ti, ¿vives con tus padres? - inquiere, y el menor asiente quedamente, agradeciendo mentalmente cuando Fargan entra en el comedor con la ensalada en sus manos.
- Sí, aunque papá no suele pasar mucho tiempo en casa... - explica, sonriendo quedamente, la mujer frente a él se estira para tomar algo del centro de la mesa, asintiendo
- Davi~
- Má, - se queja el mayor. - Fargan...
- Claro, lo siento. Fargan dice que eres un mayor menor que él, ¿ya tienes pensado que carrera quieres estudiar? - pregunta, el menor se remueve en su asiento quedamente, antes de asentir.
- Uhm... creo que voy a seguir con la empresa de mi familia, ha sido nuestra desde años. - Fargan y la otra mujer susurran su propia conversación, apartada a ellos.
- ¿Y es eso lo que quieres?
El azabache la mira, con un brillito en los ojos, lo que él quiere... Alex nunca había tenido nada de lo que él quería antes de Fargan, él jamás había roto las reglas, jamás había desobedecido a su padre, pero ahora estaba ahí, sentado junto a Fargan y hablando con sus madres como si su padre no se lo hubiese prohibido esa misma mañana.
- En realidad, - se corrige, sonriendo. - me gustaría ser policía.
La mirada de la mujer vuela en dirección a la de su esposa, quien mira con curiosidad al chico. ¿Había dicho algo malo?
- "Policía"... - repite Amelia, y la sonrisa vuelve a su rostro. - bueno, me parece excelente, ¿no lo crees, Lizzy?
- Increíble. - concuerda la mayor, dedicándole una sonrisa. La otra mujer estira la mano sobre la mesa para tomar la de su esposa y darle un apretón, Alex mira el gesto con una sonrisa tímida.
Se escuchan pasos en algún lugar, y entonces un hombre aparece en la entrada del comedor, se acerca con pasos lentos y se inclina para susurrar algo en el oído de Elizabeth, quien asiente quedamente, justo después de que el hombre se retire.
- Van a tener que disculparme, hubo una... emergencia y debo irme. - se pone de pie, bajo la atenta de las otras tres personas en la mesa, se inclina para besar el cabello de su esposa y luego cruza la mesa para despedirse de los chicos. - Ha sido un placer, Alex, - le dedica una sonrisa amena. - estás en tu casa ahora.
Y entonces se retira, Fargan le dedica una mirada a su madre, quien lo mira también, antes de suspirar. - ¿Quisieras quedarte, Alex? - pregunta. - Podríamos preparar algo de pizza.
- Uh, me encantaría, pero mi madre me espera, quiere que la acompañe a un evento y~
- Está bien, Alesby. - susurra Fargan, sonriendo. - Vamos.
- Llévalo a casa. - ordena la mujer, poniéndose de pie, al igual que los jóvenes. Caminan hacia la entrada, y cuando llegan hasta la puerta se detienen un instante. - Vuelve cuando quieras, cielo, - susurra, y lo abraza. - gracias por cuidar de él. - murmura Alex quiere corregirla, decirle que en realidad es Fargan quien siempre está cuidando de él, pero algo en sus ojos le dice que no se refiere exactamente a eso, así que se limita a asentir quedamente. - Tienes una familia aquí...
La sonrisa se ensancha en su rostro, y casi siente que puede largarse a llorar. - Gracias... - susurra, porque siente que si dice algo más se va a notar lo rota que su voz suena.
- ¿Estás segura de que estarás bien sola? - inquiere Fargan, y la mujer asiente quedamente.
- Estaré bien. - confirma, y el joven le planta un suave beso en la mejilla.
- Volveré pronto.
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Amo esta rama de la historia, juro que el próximo cap ya habrá más Rubegetta
~ All the love, me
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Highschool cliché • Rubegetta • (HSC)
FanfictionRubén Doblas era un desastre, siempre lo había sido. Un caso imposible para absolutamente todos los maestros y estudiantes que convivían con él. Así que le asignaron un tutor para que fuese capaz de ayudarlo.