treinta y ocho: cambios

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Los días siguientes pasaron frente a Samuel como una recopilación de momentos que en realidad no eran importantes, memorizando fórmulas de las clases de química, repitiendo una y otra vez la lección de historia, usando todo a su alcance para poder mantenerse distraído de la sensación de corazón roto.

Pero, sin importar qué, su mente volvía a Rubén, a esperar verlo por los pasillos, a esperar oírlo reír, y Samuel se odiaba por eso, se odiaba por amarlo, y se odiaba porque no podía sacarlo de su mente.

Se preguntaba si estaría comiendo bien, si estaría durmiendo a horas apropiadas, y se preguntaba qué tal le había ido con sus padres luego de la suspensión que él y Fargan habían obtenido; fuese como fuese... esperaba que estuviera bien.

* * *

Rubén se sentía la persona más solitaria del planeta, entendía que Samuel estuviera molesta, en realidad, le hubiese sorprendido que no lo estuviese después de que se enterara; entendió también que sus padres estuvieran molestos, eran ellos los que habían tenido que pagar cierta cantidad para que el director no lo expulsara, y -por sobre todo- entendía que su nana estuviera molesta, pero eso le dolía mucho más que lo demás.

Sus padres habían ido al colegio, después de haber volado desde Andorra, habían discutido con el director y se habían subido al auto que los esperaba fuera mientras los estudiantes empezaban a llegar al colegio. 

Y luego se había desatado la discusión.

Comenzó como cualquier otra, sus padres diciéndole lo decepcionados que estaban de él, pero que, claramente, no podían esperar nada de la persona en la que se había convertido, Rubén diciéndoles que no tenían porqué preocuparse, que él estaría bien y que lamentaba muchísimo lo que había hecho, pero el discurso de sus padres no terminó allí, sino que se extendió un poco más de lo usual, en un tema que no se había tocado nunca anteriormente.

- Pensé que tener a alguien como Samuel te haría madurar, ya veo que me equivoqué. - había dicho su padre, y el peliblanco no había podido contenerse más. 

- ¿Qué importa él en todo esto? Solamente es mi novio, quien tuvo que haberme ayudado a madurar eran ustedes, no él, no nana. - empezó. - ¿No se dan cuenta? ¿Por qué creen que hago absolutamente todo esto? Me he metido en problemas durante años para que noten mi puta presencia, aunque fuera una vez, pero la única vez que recordaron que tenían un hijo fue cuando casi muero. - aquello había tocado su fibra sensible, y la voz se le rompe entonces. - No saben nada de mí, absolutamente nada, no saben mis gustos, ni que dejé el baloncesto, ni siquiera estaban enterados de que me molaban los tíos hasta que les presenté a Samuel; ni siquiera saben que pasó de nuevo...

- ¿Qué? - inquiere la mujer, su ceño fruncido empezando a suavizarse. - ¿Qué sucedió de nuevo?

Rubén abre la puerta en el momento exacto en el que el auto se detiene, caminando en dirección a la casa, con la mochila colgada al hombro, entró dando un portazo, y seguidamente sus padres entraron también.

- ¿Qué sucedió, Rubén? ¿Estás bien? - preguntó nana en cuanto lo miró entrar al comedor, pero el adolescente no pudo decir nada, cuando la voz de su padre se volvió a hacer oír.

- Marisol, ¿qué pasó con Rubén? - inquirió el hombre, la mujer miró al peliblanco un instante antes de responder. 

- N-nada, señor, él está bien. - respondió la mujer, con voz tambaleante, y Sergio tuvo que tomar una respiración profunda. - E-es... solament~

- ¡Ya está bien! - exclamó. - No pienso tolerar ni una maldita mentira más en esta casa, esto se acaba aquí y ahora, Rubén no está bien, ¿te contó que ha estado vandalizando su instituto con otros dos compañero? 

Marisol miró al susodicho, no era verdad, no podía serlo, él era su pequeño niño, ella misma lo había criado, era su propio hijo, pero encontró en su rostro una expresión avergonzada, y supo que era verdad, tuvo que contener las lágrimas. - Nana... - llamó, pero la mujer notó que su voz sonaba distinta, extraña.

- Primero tu recaída y ah~

- ¿Recayó? - pregunta su padre, y la ira vuelve a él. - ¿Y cómo es que nosotros no lo sabíamos?

- Y-yo~

- ¡Ha estado saliendo de madrugada durante meses! ¿Y ni siquiera ha estado enterada?¿Entonces para que le estamos pagando? - inquiere el hombre, las palabras después se resbalaron entre sus labios como si fuesen bombas, después de todo, tuvieron el mismo efecto. - Está despedida, quiero que recoja sus cosas y se marche para el día de mañana.

* * *

- Je m'appelle Samuel De Luque. (Mi nombre es Samuel De Luque.) - dice, el hombre sonríe, pasando las páginas de la carpeta que tiene en sus manos.

- Está bien, podemos hablar en español. - tranquiliza, su boca arrastrando consigo el acento francés, perezoso. 

Las universidades habían llegado a entrevistar a los estudiantes de último año, universidades de otros países, Samuel se sentía tan sofocado con sus ensayos, y las entrevistas que apenas si tenía tiempo para pensar en su... ¿su?... en Rubén, así que esto le había caído como anillo al dedo. A pesar de que las universidades hacían entrevistas a todos los estudiantes que deseaban postular para una beca, todos estaban mayormente interesados en el chico que estaba en boca de todo el instituto.

- Así que, ¿quieres contarme de tu beca en este colegio? - inquiere el hombre. - Por lo que veo, eres el único becado.

- Oh, bueno, tengo una beca parcial, nunca pude conseguir que se me diese completamente. - explica. - El principal motivo son mis calificaciones, como puede ver en el informe tengo una media de 9.90, además de esto pertenezco al equipo de matemáticas, aunque no práctico con ellos seguido, por falta de tiempo; además dirijo el comité estudiantil desde los dos últimos años, coordino los actos de beneficencia y me hago cargo de las necesidades que los grupos tengan, en sus actividades regulares o extracurriculares; últimamente me uní al equipo de natación, pero aun no he participado en ninguna competencia seria.

El hombre lo mira por sobre sus gafas un instante, antes de asentir. - Algunos de tus compañeros participan en ayuda social, veo que tú no.

- Lo hice durante mi primer año, pero... las cosas cambiaron. - dice, forzando una sonrisa.

- ¿Y tus padres? ¿A qué se dedican? - pregunta, el chico se acomoda en su asiento.

- Mi madre mantiene un puesto de cajera, en un supermercado, mi padre está desempleado, actualmente. 

- ¿Y cómo es que pagas tus estudios? 

- Trabajo, de hecho, trabajo desde que tengo memoria, - comienza. - pero este año empecé a recibir dinero, antes no lo hacía porque era menor de edad.

- ¿Y entonces? ¿Cómo te pagaban antes?

- Con comida, señor. - el hombre lo mira con ambas cejas enarcadas, aquel chico era sorprendente.

- Bueno, muchacho, déjame decirte que tus padres deben sentirse muy afortunados de tenerte. - murmura, extendiéndole la carpeta. - Et nous aussi... (Y nosotros también...) De grandes choses t'attendent, Samuel, serre-les fermement et ne les laisse pas partir (Grandes cosas te esperan, Samuel, sujétalas fuerte y no las dejes ir.)

- Je ne vais pas, monsieur, merci beaucoup. (No lo haré, señor, muchas gracias.) - murmura, antes de salir del salón, mantiene la carpeta sujeta contra su pecho, y una risita se escapa entre sus labios.

Las cosas iban a cambiar tanto en los próximos meses, estaba seguro de ello, pero aquel chico no tenía idea de cuanto las cosas ya estaban cambiando.

Highschool cliché • Rubegetta • (HSC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora