Hermandad (no tan) oscura
- Entramos, dejamos el dinero, y salimos, ¿entendido? - explica el mayor, Rubén asiente, poniéndose la máscara.
Entraron por la ventana del salón que siempre usaban, y caminaron con pasos rápidos en mitad de la oscuridad.
Ambos habían puesto la mitad del dinero, y solamente tenían que ir a dejarlo en el casillero de Samuel, era perfectamente sencillo.
Fargan no sabia porque lo hacía, porque luego de que Alex le había roto el corazón, él seguía haciendo todo aquello por él, porque no se metiera en problemas. Oh, aunque Alex le partiera el corazón un centenar de veces, Fargan daría todo de sí para que estuviera bien, feliz.
Incluso si él mismo tenía que empujarlo lejos de sí, mientras Alex fuera feliz, mientras Alesby riera, no le importaba tener el corazón roto por el resto de su vida.
Normalmente no habrían ido tan tarde; de hecho, habían estado allí desde alrededor de la media noche, y habían pasado alrededor cinco horas, sentados en el auto de Fargan, bostezando y comiendo pizza, para que el movimiento en el instituto finalmente se detuviera, solo entonces salieron.
- ¿Qué tan lejos queda? - pregunta el mayor, en voz baja, Rubén suspira.
- Al próximo pasillo, puedes verlo desde aqu~ - de pronto la luz de una linterna lo encandila, y se queda estático.
Fargan toma su mano, cubierta por el guante y tira de él, escuchan el sonido distante de palabras murmuradas por radio, mientras corren, de vuelta al salón por el que entraron, giran la esquina, y de pronto tres personas aparecen allí, con linternas en sus manos.
Ahora es el peliblanco quien le toma la mano, corriendo en dirección contraria, escuchan los pasos tras ellos.
- ¿Dónde vamos? - inquiere el mayor, entonces descubre el camino, y acelera el paso, cruzan las puertas, con un estruendo, y corriendo a través del suelo del gimnasio.
Los pasos apresurados son una mezcla de golpes ensordecedores a través de las paredes del gimnasio, que rebotan una y otra vez hasta llegar a ellos.
"No puedo dejar que nos alcancen," piensa el peliblanco. "Samuel no me lo perdonará..."
Corren a los vestidores, y entre los casilleros, se abren paso a través de todo el espacio hasta salir por una puerta, que los lleva hasta la piscina; el menor está por caer al agua cuando siente una mano tirando de la capucha de su sudadera negra.
Pierde el aire un instante, antes de poder estabilizarse y volver a correr, en dirección a la salida de emergencia, Fargan casi siente los pies de los demás pisando sus talones, cuando Rubén vuelve a tirar de su mano.
- Hacemos esto juntos, hijo de puta. - murmura entre jadeos.
Salen por la puerta, apresuradamente, y eso los retrasa lo suficiente como para que los chicos puedan correr, y ser perdidos de vista.
Se detienen un instante, en mitad de la oscuridad de la noche, respirando con pesadez, con las manos sobre las rodillas y levantándose las máscaras.
- Esto de ayudar se nos da peor que lo de cagarla... - murmura Fargan.
- Bueno, por eso somos la hermandad oscura. - responde el peliblanco, y comparten una sonrisa. - Vamos a tener que darle la pasta a los tontitos, por muy tercos que sean.
- Bueno, tú vas a tener que hacerlo, no creo que Alex quiera algo de mí. - farfulla, encogiéndose de hombros. - No después de haberme visto con Willy.
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Highschool cliché • Rubegetta • (HSC)
FanfictionRubén Doblas era un desastre, siempre lo había sido. Un caso imposible para absolutamente todos los maestros y estudiantes que convivían con él. Así que le asignaron un tutor para que fuese capaz de ayudarlo.