ocho: noche

6.4K 972 540
                                    

Fargan detiene el auto justo frente al edificio, y se gira levemente en su asiento para mirar al azabache. - Muchas gracias, - murmura Samuel. - por traerme y por... todo, básicamente.

- No es nada, duerme bien, princesa. 

El ojimorado ríe, de pie en la acera, observa como el auto se aleja, y entonces él empieza a hacer lo mismo. La calle estaba desierta, aún cuando era un sábado a las dos de la mañana, y es que aquel barrio no era precisamente conocido por ser seguro, por lo que era bastante lógico que nadie estuviera alrededor.

El chico sabía perfectamente que alguien había empezado a seguirlo cuando solamente faltaba un par de cuadras para llegar a su casa, así que ocultó las manos dentro de los bolsillos, y se aferró al teléfono en el interior de uno de ellos. Continuó caminando, sin aminorar el paso, pero tampoco acelerándolo, conocía muy bien como funcionaba esto; y ya tenía todo un plan trazado en su mente cuando escuchó como los pasos se desacompasaron, y descubrió que habían otras dos personas además de las que él había creído.

Tomó una profunda respiración, y trató de distraerse, su atención se centró en los recuerdos de aquel día, Alex enojado y luego ebrio bailando sobre la mesa, Fargan mirándolo como si estuviese encandilado, la mano de Akira tratando de posarse sobre la suya, y la risa de Rubius, escandalosa, y su ceño fruncido, y com~

- Samuel, viejo amigo. - sintió la presencia de un chico justo a sus espaldas, y presionó los dientes entre sí, con tanta fuerza que pensó que podría romperlos; reconocía aquella voz, era el chico al que le había fracturado la nariz la última vez que habían querido robarle. - Sabes lo que estoy buscando.

El azabache bufó, escondiendo una risa, y cuando finalmente el chico caminó a su lado, lo miró fijamente antes de murmurar. - Me vais a comer los huevos...

Y entonces todo sucedió muy rápido, el brazo del otro chico envolviendo el brazo en su cuello, y los pasos rápidos de los otros dos, rodeándolo, Samuel alcanzó a divisar el rostro del otro chico al que había golpeado, y le dedicó una sonrisa presumida. Estaba listo para soltarse, podía partirle la cara a los tres chicos, el chico nuevo no haría ninguna diferencia, pero cuando estuvo listo para empujarse, sintió el frío del metal sobre su mejilla, y se congeló.

- No, no. - susurró el chico que lo sujetaba por el cuello, presionando más duramente la navaja sobre el rostro del azabache. - Si peleas, voy a rajarte la cara de niño pijo que tienes. Anda, entréganos el teléfono y la pasta, y nos vamos.

Samuel tomó otra respiración profunda, el chico tras él le llevaba la altura de una cabeza, pero era algo más delgado que él, justo igual que los otros dos, no podía sacar el dinero que llevaba en el bolsillo de su pantalón, ese dinero que no debería haber salido de su casa en primer lugar, no era mucho, pero era necesario para pagar la comida y el instituto. No, no iba a darles una mierda.

- Está bien, - susurró, con tono débil. - está bien. - repitió. - Solo déjame moverme...

- No soy imbécil, De Luq~

El brazo del azabache se empujó hacia atrás, golpeando al chico detrás suyo en la boca del estómago, arrebatándole el aire, los otros dos chicos se movieron con rapidez en su dirección, y Samuel recibió un golpe la mandíbula, que lo hizo fruncir el rostro en una mueca, apenas alcanzó a divisar el nuevo golpe que se dirigía en su dirección, y se inclinó en su sitio, esquivándolo. Levantó el puño derecho tan rápido como pudo y se lo plantó en la barbilla, desde abajo; el chico cayó de espaldas, y cuando el ojimorado levantó la mirada en dirección al chico que quedaba de pie, levantando ambos puños delante de su pecho, listo para seguir peleando.

- No quiero romperte la cara, solo vete. - pide Samuel, con tono cansado, pero el contrario se acerca a él, y cuando está lo suficientemente cerca lanza un golpe en dirección al azabache, el puño le alcanza el final de la ceja, quien siente el ardor en aquel punto. Aprovecha para lanzar un golpe en el rostro del otro chico, el puño de Samuel alcanza de llano la nariz del chico, quien enseguida se aparta para cubrirse la nariz con ambas manos.

El ojimorado se lleva el dorso de la mano a la ceja, que le arde como si~ 

- Hijo de puta. - masculla el chico con la navaja cuando lo empuja por el abdomen, tirando al suelo, y presionando su peso sobre él. - Maldito gilipollas.

Samuel se cubre el rostro con las manos cuando el chico sobre él empieza a lanzar golpes en su dirección, recibe un par en las costillas, y siente como el aire en su cuerpo escasea cada vez más, la fuerza desapareciendo de sus brazos que finalmente se dejan caer, dejándolo expuesto, pero los golpes se detienen entonces, y la navaja en la mano del chico sobre él hace acto de presencia nuevamente.

Ya no podía defenderse, sus músculos ya no tenían fuerza, y respiraba pesadamente, tantos días sin dormir, ni comer bien finalmente le estaban pasando factura, siento el frío metal posarse sobre su cuello, y se preguntó si aquel chico iba a asesinarlo, por un teléfono y unos cuantos euros que se terminarían tan rápido como habían llegado.

- ¿Algún problema, princesa? - ambos chicos giran la mirada hacia la voz, en algún momento un auto había llegado hasta solo unos metros de ellos y una figura estaba de pie junto a la puerta del piloto.

- ¿Fargan...? - inquiere en un hilo de voz, y el chico sentado sobre su abdomen frunce el ceño.

-  ¡Lárgate de aquí, payaso! - exclama, y apunta la navaja en su dirección, el chico de pie junto al auto hace un puchero.

- Awww, tienes la de entrenamiento, que ternura. - desaparece un momento en el auto, antes de aparecer con un estuche negro, tan largo como el brazo de Samuel. - Mira, yo ya conseguí esta.

- ¿Quién mierda eres tú, gilipollas?  Vete de una buena vez a tomar por culo.

El ojimorado notó el ápice de miedo en la voz del chico sobre él y una sonrisa burlona apareció en su rostro, entonces uno de los otros chicos, que por fin se había levantado, miró al chico con la katana entre las manos.

- Kevin... - llama uno de los chicos, limpiándose la sangre que se le escapa entre los labios. - Kevin, vámonos...

- No me voy hasta que este gilipollas reciba su merecido. - gruñe, volviendo a poner la navaja contra el cuello de Samuel, y en un instante, el brillante borde de la katana está sobre la garganta del chico. La sonrisa amigable en el rostro de Fargan ha desaparecido, dejando una mirada sombría.

- Kevin, escúchame... tenemos que irnos, el tío es David Romero... - los ojos del chico sentado sobre Samuel se abren de par en par, y deja caer la navaja a un lado.

- Lo lamento mucho, - murmura Kevin, sonriéndole al mayor, quien todavía mantiene la katana contra su cuello. - no sabíamos que era su amigo.

- Ahora lo sabes. - murmura desde su posición, retirando el arma lentamente, y en cuanto lo hace, Kevin se pone de pie casi de un salto, y se acerca hasta su compañero que aún se mantiene en el suelo, con ambas manos sobre la nariz.

Lo ayudan a levantarse, antes de salir corriendo. - ¿Y tú qué, guapo? - inquiere Fargan, volviendo a guardar la katana en su estuche. - ¿Vas a quedarte ahí toda la noche o quieres ir a por algo de comer? Se me antoja una pizza.

- ¿No vas a explicarme que fue eso? - inquiere. - ¿O por qué los tipos te conocen?

- ¿Tú vas a explicarme que haces aquí y no en tu "casa"? - pregunta el mayor, extendiendo la mano en la dirección para ayudar a levantarlo.

- Buen punto. - susurra, limpiándose el pantalón con ambas manos.

- Anda, sube, - Alex sigue durmiendo en el asiento del copiloto, envuelto en la sudadera de Fargan. - ahora, en serio, vas a decirme dónde vives. - suelta con tono serio. - Pero primero vamos por una pizza.

Samuel ríe en voz baja, probablemente volvería a preguntarle a Fargan quien era en verdad, aunque en el fondo ya lo sabía...


------ ------

Fargan es el equal de Deadpool
Nombre del malandro escogido por una de mis bebas <3

Highschool cliché • Rubegetta • (HSC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora