veintiseis: corbata

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Samuel entró a la casa, y tomó una profunda respiración, su madre estaba en la cocina, con los brazos cruzados sobre el pecho, y el ceño fruncido, tenía los ojos morados fijos en él.

- Quiero una buena explicación, Samuel. - regaña, con ceño fruncido. - Una sobre por qué llegas tan tarde cuando mañana trabajas, y otra de por qué apestas a alcohol desde la cuadra anterior.

- Bueno, creo que deberíamos sentarnos primero... - murmura, la mujer está a punto de hablar nuevamente pero su hijo la interrumpe. - por favor. - hubo algo en el tono de voz del chico que convenció a su madre, así que se sentaron frente a frente, Samuel tomó una profunda respiración, mientras su madre esperaba pacientemente que era aquello que debía decirle. - Bueno, no bebí nada más que una soda, así  que no sé porque apesto a alcohol, - dice, con la mirada sobre su propio regazo, levanta el rostro un momento para ver el rostro de la mujer frente a él antes de apartar la mirada nuevamente. - Y... la razón por la que llegué tarde es... la persona que me gusta me pidió que me quedará...

El rostro de la mujer se ilumina entonces, inclinándose levemente sobre la mesa, con una sonrisa brillante en los labios; Samuel no era mucho de hablar sobre ese aspecto de su vida, aun con sus dieciocho años su madre jamás lo había oído hablar de alguien de quien estuviera interesado, así que debía aprovechar y sonsacarle tanta información como pudiera.

- ¿Ah, sí? - cuestiona, con tono curioso, tratando de encontrar la mirada de su hijo, quien vuelve a fijarse en las manos sobre su regazo. - ¿Cómo es ella?

- Él... - murmulla, entonces ambos tonos de violeta se encuentran, los ojos del menor rojizos, a punto de largarse a llorar. - es un "él", má...

La mujer lo mira, con ambas cejas enarcadas, y el corazón prácticamente detenido en el pecho cuando mira como una lágrima resbala por su mejilla, pero en seguida se borra cuando los dedos temblorosos de Samuel la atrapan a medio camino. Mira sus propias manos que han empezado a temblar, y las presiona entre sí.

- B-bueno... - susurra, apenas con un hilo de voz. - espero que sea guapo...

Samuel la mira, y una inmensa sonrisa se asoma en sus labios, lágrimas aun resbalan por sus mejillas cuando asiente. - Lo es... y también es un tonto... no es muy listo y siempre me está enloqueciendo... pero es bueno, y dulce... juega básquetbol, creo que te agradará.

- Siempre y cuando te haga feliz, me agrada. - responde, extendiendo ambas manos sobre la mesa, Samuel las toma, suspirando. - No importa qué, amor, me has hecho la mujer más feliz de todo el mundo desde el momento en el que supe de ti... y nada va a cambiar eso...

* * *

- Vi er hjemme! (¡Estamos en casa!) - el peliblanco levanta la mirada para ver a sus padres entrando, su padre vociferando algo contra su teléfono, y su madre dejando el bolso sobre la mesita junto a la entrada. - Regissøren ringte... (El director llamó....)

- Enn? Hvorfor? (¿Qué? ¿Por qué? ) - inquiere el chico sentado en su lugar en la mesa, cerrando su cuaderno, y bloqueando su teléfono con un movimiento rápido, donde se encontraba la conversación con Samuel.

- Sa karakterene dine har blitt bedre, hvor stolt jeg er av deg. (Dijo que tus calificaciones han mejorado, que orgullosa estoy de ti.) - murmura, poniéndole una mano sobre el hombro y sonriendo, los ojos de Rubén se iluminan, amaba que su madre lo halagara, ella que era tan dura y difícil de impresionar. - Jeg så også kampen din i går... kunne ha vært bedre. (También vi tu partido ayer... pudo haber ido mejor.)

Highschool cliché • Rubegetta • (HSC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora