treinta y tres: visita

4.8K 771 892
                                    

Despertó con un sobresalto, con el sonido de un disparo, había tenido el sueño más extraño que recordaba en mucho tiempo.

Había visto a Samuel, a uno mayor, vestido como un paramédico, y había visto también a un hombre oculto en un callejón, sosteniendo un arma en su dirección. Había querido gritar, advertirle, pero no tenía voz, y cuando el arma se disparó, y Samuel caía sobre el suelo; Rubén despertó justo entonces, con el cuerpo entumecido y el grito aun contenido en los labios.

Buscó alrededor en mitad de la oscuridad, descubriendo que la máquina que registraba su ritmo cardíaco sonaba con un pitido rápido.

Alguien se movió en el sofá bajo la ventana y un instante después, miró los ojos morados en mitad de la oscuridad, y unas manos que tomaban sobre su rostro con delicadeza.

Rubén, aún nervioso, estiró los brazos, sin importarle el dolor que sintió cuando las inyecciones tiraron de su piel, y abrazó el cuerpo del mayor contra el suyo.

- ¿Qué...? - inquiere en tono bajo. - Rubén, chiqui... ¿qué pasa?

- Estás bien, - suspira. - estás bien. Es que tuve una pesadilla. - se explica cuando el mayor se separa para dedicarle una mirada inquisitiva. - Lo sien~ ¿qué mierda estás haciendo aquí?

- Cuidándote. - responde con obviedad. - Tu nana tuvo que irse.

- ¿"Tuvo que irse"? - repite.

- Sí, dijo que su hijo había vuelto a la ciudad. - explica, entonces el peliblanco asiente.

- ¿Y cómo vas a ir al instituto mañana?

- No voy. - responde con sencillez, Rubén quiere decir algo más, pero se limita a asentir, estaba demasiado cansado para discutir con su novio sobre algo que seguramente ya había decidido.

- ¿Te quedas un rato aquí conmigo? - pide, Samuel asiente en medio de la oscuridad.

El peliblanco se mueve en la cama, para que haya espacio suficiente para ambos, así que el pelinegro se sube para recostarse a su lado, teniendo cuidado de no lastimarlo.

Un rato después, en mitad de la oscuridad, la voz adormilada de Rubén se hizo presente, recordando que entre los planes de Samuel estaba el estudiar enfermería o arquitectura.

- Sam... - llamó, el contrario murmuró algo que no se logró entender. - no estudies enfermería.

Ninguno lo sabía, pero aquel peliblanco ejercía tanto poder sobre su novio que aquellas palabras se implantaron en su mente como si hubiese sido una decisión propia.

- No lo haré... - respondió, y Rubén asintió una vez más en la oscuridad.

Oh, esas palabras pronunciadas en la oscuridad de una habitación de hospital cambiarán tanto la historia de esos dos chicos...

* * *

- ¿Y dónde está Samuel? - inquiere Mangel, sentado a los pies de la cama, aún con su uniforme puesto.

- Trabajando, casi no logro hacer que se vaya. - responde el peliblanco, y entonces levanta la mirada hacia la puerta que se abre nuevamente. - Pero mira quién es... cuanto tiempo, Frank.

- ¿Aquí también, tío? Tienes que estarme jodiendo. - se queja el pelinegro en cuanto lo mira entrar, el ojiverde ríe.

- Pequeño Alex, que coincidencia. - saluda, dedicándole una sonrisa coqueta. - Solamente venía a dejar algo para Rubén que mamá envió y mira mi suerte.

Highschool cliché • Rubegetta • (HSC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora