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I: ¿Quién sos?

Inglaterra, tierra madre de el clima lluvioso y friolento. Oleadas de aire fresco y turbio recorren mis poros. Sin duda, admirar la vista desde el balcón más alto en la casa real es una de mis actividades favoritas.

Quisiera sentirme igual de libre que el viento.

—¿Eris? —llama mi progenitora desde el salón que se haya en mi habitación.

—Afuera. —respondo sin voltear ni inmutarme para observarle.

—Hace frío, ¿Por qué no estás lista? Los Strödingger están por llegar y aún no te cambias ¿Qué haré contigo niña? —mi madre puede ser demasiado melodramática.

—Estaba admirando el paisaje, es un lindo día.

—Es frío, nada lindo. —rebusca entre mis vestidos y tiende uno color azul rey con mangas largas que más o menos me llega hasta las pantorrillas sobre la extensa cama. —Ponte éste. —busca un par de zapatos de tacón punta delgada no tal altos y triangulares a la altura de mis dedos de el mismo color que mi vestido. —Sabes como es tu padre, odia que lo hagas esperar y tú nisiquiera lo apoyas.

—No veo la necesidad de hacer una cena tan elegante celebrando la unión entre Thais y Diaan. Eso ya lo sabíamos desde hace tiempo y no hacía falta celebrarlo otra vez cuando hicieron un baile para ello en el momento. —retiro mi bata de baño color blanca así quedando en ropa interior para después comenzar a ponerme el corsé con la ayuda de mi madre quien se encuentra atándo los hilos de la espalda.

—Celebrar que tu hija y tú yerno que por cierto es un duque y de muy buena familia ya tuvieron relaciones a esperar que sea concebido un heredero es algo muy importante. Así aseguramos nuestra herencia hija, sólo... Pon de tu parte y todo saldrá bien. Thais ya se casó, sólo faltas tú. Créeme que pronto te encontraremos a un buen esposo. Con buen apellido y un buen título también.

—Ya les dije cuál es mi opinión acerca de esa idea tan narcista que tienen ustedes. Yo no deseo casarme por conveniencia ni a la edad que tengo mamá. Recién cumplí los dieciocho años y ustedes quieren conseguirme un marido. —se detiene y me mira através del espejo.

—¿Recuerdas a Penny Pebody? Se quedó soltera, sóla y desolada por tener las mismas ideas que tú en la cabeza. Piensa Eris, puedes tener al hombre perfecto con una fortuna y un título en la realeza, eso sería felicidad pura para tu padre y para mí.

—¿Y dónde queda la mía? Eso es lo que importa.

—La felicidad y el amor no te mantendrán corazón. Usa la cabeza, por qué fea no eres. —Termina de hacer su cometido y camina hasta la puerta haciendo resonar sus tacones. —Vístete y arreglate, la familia de tu cuñado está por llegar. —y sin más, sale por la puerta.

Así era siempre.

Mi padre estaría dispuesto a venderme con tal de incrementar el dinero y las joyas además de que ya sea estúpidamente rico y millonario. Con un apellido tan importante como el nuestro.

Todo esto es un asco.

(...)

Emma no para de gemir mi nombre. Eso vuelve aún más caliente la situación. Mis dedos se mueven rápido en su interior así como froto a un ritmo considerable el clítoris de la chica. Pasados unos cuantos minutos, su orgasmo llega en mi mano e intento callarla atrapando sus labios vorazmente.

 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊  #𝟏  [COMPLETA] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora