XXVI

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XXVI: Folgen.


Dimitri toca a la puerta en el despacho del Rey algo titubeante.

—Adelante. —responde éste de inmediato.

El jóven hombre de treinta y cuatro años se adentra haciendo una reverencia. —¿Qué necesitas Dimitri?

—Su majestad, desearía hablar con usted sobre un tema algo delicado. —El rey continúa firmando un par de documentos y por lo que parecen, son importantes.

—Te escucho.

—Tiene que ver con... —ella va a matarlo —Con la duquesa de Cambridge.

Por primera vez, observa atentamente a Dimitri frunciendo el ceño.

—¿Le sucede algo?

—Sí... Es decir no... —no sabe nisiquiera que palabras usar —Hace unas horas ocurrió un incidente con una concubina. La duquesa me ordenó no comentárselo pero creí que lo más correcto sería que usted lo supiera, mi señor.

—¿Qué es lo que ha pasado?

—Neferet, una de las favoritas. Insultó sin razón alguna a la duquesa y la agredió físicamente. Ella la abofeteó. —El dominante rey de Inglaterra se levantó de golpe golpeando con firmeza el escritorio. —Ella...

—No quiero escuchar más. ¿Dónde está Eris?. —dice realmente molesto.

—En el jardín, su majestad.

—Las concubinas, ¿Dónde están?

—Ahora se encuentran todas en el harem. —Niall no esperó más respuestas e impartió su búsqueda hacia el jardín.

Recorriendo los largos y grandes pasillos de su castillo y analizando la posible razón que tuvo Neferet para hacer aquello.

Una vez en el destino predicho anteriormente, busca con la mirada su delgada silueta sintiendo el frío chocar de golpe contra su rostro. La diosa de la discordia se encuentra leyendo lo que parece ser uno de aquellos libros antigüos. Pero descarta esa idea cuando la portada muestra que dice “Anatomía”. Está sentada en uno de los sillones blancos acolchonados que se columpian al aire. Sus pies están ligeramente puestos sobre lo que resta de sofá haciendo que no quedé otro posible lugar. No se dá cuenta hasta que el rey llega, levanta sus piernas y toma asiento junto a Eris poniéndo las piernas de la duquesa sobre su regazo. Ésta cierra aquel libro dejando dentro un separador rojo para después sonreírle.

La piel de Eris era demasiado blanca, tanto que lucía como una fina y costosa porcelana bastante bien elaborada. De ésta tan sólo se aprecia la de su rostro pues se encuentra completamente cubierta del cuerpo por un abrigo color negro de algodón y piel suave. Porta un suéter del mismo color con cuello de tortuga debajo de éste, en la parte de abajo usaba unos jeans claros de mezclilla ceñidos al cuerpo y cubriendo sus pies, unos calcetines negros.

Dejando en claro que el luto no había terminado.

El rey pudo notar como las mejillas, nariz y labios de Eris tornaban un color rojizo carmesí pero en especial su mejilla izquierda estaba aún más roja que la otra.

—¿Qué lo trae por éstos rumbos, su majestad?

—Me dijeron que estaba usted aquí, duquesa. Pasaba a saludarla. —sonríe. —Hace frío.

 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊  #𝟏  [COMPLETA] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora