XLII

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XLII: Nochmal.

Mi madre corrió por mi padre, Thais por Diaan, La reina por Niall y la Condesa por su esposo no sin ántes haberme pedido cargar a su hijo. Bárbara está igual de estática que yo al parecer pues ninguna de las dos se mueve. La reina no cabe de felicidad, ninguna de ellas lo hace.

¿Y que hay de mi pobre corazón? Dió un estruendoso vuelco al verlo entero y en una sola pieza. Observo a Bárbara una vez más y como si ámbas pensaramos lo mísmo, nos levantamos. Escucho los murmullos llenos de energía desde lejos.

Había estado soñando con un momento así, en el cual después de tanto tiempo; sus ojos volvieran a envolver con mera calidez los míos. Ahora es así.

Me dedico a abrazar a mi padre una vez estando a su lado. Me siento tan feliz de que esté con vida y a salvo.

Mi corazón no deja de latir con fuerza, bombea sin prudencia y yo soy un jodido manojo de nervios. Me siento tan cohibida que no se me ocurre nada más que sonreír a medias reprimiendo la gran felicidad que llevo por dentro. Entonces me mira y sonríe ampliamente, no puedo evitarlo, así que corro hasta donde está y sin importarme las personas, enredo mis piernas al rededor de su cadera abrazándolo como si deseara que jamás me soltara pues al instante escucho su exquisita y contagiosa risa mientras soy correspondida por él.

Tomé una larga bocanada de aire aferrándome con fuerza de su cuello y tan sólo en esos instantes me siento completamente llena. Fué más que un respiro para mí poder abrazarlo.

—Estás aquí... —susurro casi sin aliento.

—Estoy aquí diosa. —me bajo de su cuerpo observándolo directamente a los ojos.

—Dios... —y vuelvo a abrazarlo.

Sinceramente no quisiera soltarlo nunca. Desearía meter a Niall en una cajita de cristal sólo para deleitarme con el placer de tenerlo conmigo todo el tiempo, las veinticuatro horas del día.

Sólo para mí.

⚔️⚜️⚔️

La noche había caído y consigo, nosotros en la cena. Todos platicando anécdotas de sus planes contra Vincent. Sus conquistas en tres países más y todo lo que ha sucedido en éstos cuatro meses a distancia.

Logro sentir la mano del rey colarse por debajo de la mesa, tomando delicadamente la mía entrelazando así nuestros dedos. Juraría que en todo el día ya tuve como tres mini infartos de lo rápido que late mi órgano más vital.

Le observo de reojo y me percato de que él hace lo mismo. Para entonces, me guiña un ojo regresando la mirada al frente después, así que me limito a sonreír.

De verdad necesitaba besarlo ya, pues aún no podía hacerlo.

A final de cuentas, todos terminamos despidiéndonos dispuestos a irnos para dormir. Niall en ningún momento suelta mi mano, cosa que me tiene más que feliz.

Aunque la Condesa les haya asignado habitaciones a todos, me atrevo a decirle, —Tú dormirás conmigo. —sonríe.

—Como digas belleza. —imito su acción y pasando de aquello, nos encaminamos a pasos largos directo a la habitación.

 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊  #𝟏  [COMPLETA] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora