𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊 #𝟏 [COMPLETA] ©

XLVII

XLVII: Dreams.

Cuando tenía ocho años, tenía sueños raros. En especial uno que se repetía continuamente cada noche. Soñar que uno se cae de una altura considerable es sinónimo de miedo. Miedo a lo que pueda pasar, a que todo se presente en contra y no tener nada seguro al que sujetarse. Tal vez era una señal, pues volví a tenerlo ahora siendo mayor. El vuelo se había retrasado como mis ganas por dormir y temeraria, soñar con caer de nuevo. El problema aquí es que aquel precipicio se sentía tan real, lo sentía calándome los huesos... tan real y uno suele a despertarse de golpe cuando llega al fondo. La diferencia de mis sueños y la realidad, es que mi precipicio real... parece no tener un final.

Y me asusta.

Me asusta que aquel final, se lleve un pedazo importante de mi vida.

El cielo en Londres es grisáceo, se parece a mi estado de ánimo. Son casi las siete de la noche. La reina había sido la primera en partir de Alemania junto a Dimitri.
Horas después, las restantes lo hicimos también.

Y ahora me encuentro aquí, observando las gotas de lluvia chocar contra el cristal del auto en el que vamos hacía el castillo.
La incertidumbre me estaba matando. No sabía desde la mañana si acaso todo había salido perfecto, si todo lo que pudo haber salido mal; salió mal.

No sabía nada.

El nudo en mi garganta parecía no tener ganas de largarse nunca.
No quería desaparecer. Intentaba retener mis lágrimas el mayor tiempo posible y al parecer lo había logrado. Aunque mis ojos ardieran, aunque brillosos como un diamante estuviesen; no derramaban una sola lágrima.

Inclusive elegí el atuendo incorrecto.

Inglaterra es fría y yo utilizando un vestido un poco amplio hasta mis pantorrillas.

Era lo de menos aunque me estuviera congelando casi.

Las gigantescas puertas se abren automáticamente al notar el auto acercarse. Mamá acaricia con suavidad mis fríos nudillos brindándome calidez. Los minutos pasaban y yo los sentía como años. Hasta que por fin, el auto se detiene y un guardia abre las puertas. Importandome un comino el bolso, camino hacía adentro despavorida y mis tacones resuenan lo más rápido posible por los pasillos. Mi lizo cabello vuela por las corrientes de aire que vagamente se dispersan en el interior de las paredes. Subo infinitas escaleras de mármol blanco adornadas por una alfombra roja.

Me he cansado un poco aunque no me importa.

A lo lejos veo y escucho una voz familiar para mí.

Es Emma.

—¡Yo deseo ver al rey, no me lo vas a prohibir criado! —que tipa.

—Duquesa, con todo respeto. Tengo estrictas órdenes de la reina en dejar pasar a un límite de personas. Tengo nombres y usted señorita, no es parte de esa lista. Lo lamento. —le resto importancia, ella así como Valerio me ven llegar. Estaba acompañada por dos concubinas. Valerio inmediatamente hace reverencia ante mi llegada y Emma se dedica a mirarme
de pies a cabeza.

Supongo que se le perdió una como yo.

—Duquesa —saluda el hombre —adelante, por favor.