𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊 #𝟏 [COMPLETA] ©

XLIX

XLIX: The final game.

Una partida de ajedrez puede tener un enfoque más táctico o más estratégico. En cualquier caso hay que adaptarse a lo que ocurre sobre el tablero durante el trascurso de la partida. No deben influir en eso ni el estado de ánimo en el que estamos, ni las decisiones que hayamos tomado. Muchas veces nos vemos forzados a afrontar situaciones y circunstancias sobre la marcha y sin que estuviésemos preparados para ellas de antemano.

Una partida de ajedrez tiene tres fases: apertura, mediojuego y final.

La seguridad del rey tiene la máxima prioridad en todas las fases de la partida. En la vida es lo mismo y deberíamos poner a nuestra salud antes de nada. Cualquier actividad que afecte a la salud es como descuidar la seguridad del rey en una partida de ajedrez. El rey no debería quedar expuesto a los ataques. La salud debería tener la prioridad en todas las fases de nuestra vida.

Edmar Mednis tuvo razón con respecto a los tableros, las piezas y los movimientos.

Después de una mala apertura, hay una esperanza en el mediojuego. Tras un mal mediojuego, queda esperanza para el final de la partida.

La esperanza es la última en morir... o tal vez a éste caso no le vendría así.

—¡He dicho que no! Ustedes no han visto nada, no vieron nada, ¡No ha pasado nada aquí!

—¡Aquel hijo de puta te ha violado! ¡¿Esque aún no caes en cuenta de ello?! ¿O me vas a decir que tú colaboraste?

—¡Cierra la puta boca! Por supuesto que no. —limpio mis lágrimas levantándome de la cama dispuesta a salir de ahí —Al cruzar ésta puerta, no se hablará de lo que NO ha pasado dentro de ésta habitación, con nadie. ¿Entendido?

—Eris, por dios...

—¡Nada!, Os he dicho que nada ha pasado y ¡Nada pasó carajo! —doy un estruendoso portazo al salir. Mis tacones resuenan sobre el piso de tan fuertes zancadas que estoy dando.

Lo primero que necesitaba era correr y ducharme, quitarle la maldita sensación de sucidad a mi cuerpo aunque sé que la tendré de por vida.

⚔️⚜️⚔️

Durante aquella ducha, no había evitado que mis lágrimas se colasen con el agua de la regadera.

¿Qué estaba mal conmigo?

Es decir, ¿Por qué era como si los problemas me persiguiesen?

Definitivamente soy un maldito para rayos atrayendo un caos tras otro.

Había decidido no quedarme en la habitación y salir a caminar al extenso jardín parecido a un bosque. Me he puestos unos pantalones negros de algodón y chándal, una camiseta blanca y una sudadera del mismo color que los pantalones. Seguí con las zapatillas deportivas y oculté con maquillaje mis tremendas ojeras y parches rojos en mi rostro.

Al abrir la puerta me encuentro con Louis parado frente a ésta con una mirada de desaprobación total.

—Tu cabello está húmedo y es un desastre, no piensas salir así, ¿Verdad? —me alejo un poco.