𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊 #𝟏 [COMPLETA] ©

XXXV

XXXV: Entscheidungen.

Mis manos sudan terriblemente, siento que el corazón se me va a salir del pecho.

Dios mío.

—Tres minutos, tenemos que esperar tres minutos. —dice Thais con nerviosismo.

—Madre santa. —Bárbara ya me mareó con tantas vueltas que dá por la habitación.

—Creo que voy a vomitar. —tallo mis sienes.

—¿Qué pasa si es lo que estamos pensando?

—¿Qué pasa si no?

Después de la cena de navidad, ya habían pasado casi dos meses, continuaba sintiéndome jodidamente mal, al punto en el que Bárbara y Thais, se dieron cuenta. Ahora estamos aquí esperando un inconcluso resultado que marcará mi realidad.

—¿Qué pasa si esperamos a que salga el resultado? Me están poniendo aún más nerviosa. —digo. —Háblame de Harry, ¿Cómo van?

—Creo que me gusta, me gusta mucho y supongo que también gusta de mi. Durante la cena, charlamos y en año nuevo, justo a media noche; me besó. Yo creo que eso significa algo ¿No? —responde Bárbara.

—Por supuesto, es obvio que ambos se gustan y...

—¡YA SALIÓ! ¡El resultado! —Thais brinca desesperada mientras yo siento que me voy a desmayar. —Eris, ¿¡Qué dice!?

—Yo sé que no... —digo casi hiperventilando —No lo estoy.

—¡Voltéalo! —y sin rodeos, volteo la pequeña prueba de embarazo sobre la cama.

No sabía si alivio o que era lo que sentía en esos momentos, mi yo interno era como un mar de sentimientos.

Negativo.

¡Jesús!

Ésto no quería decir que yo no deseaba tener un bebé pero creo que no estaba lista aún. No era el momento, todavía.

Si es que eso sucede, no me opondría.

—Negativo, es negativa.

—No estás embarazada, Dios mio, ¡No lo estás! Mira que se hubiese sido positivo, Bárbara y Harry eran buenos nombres para considerar amiga. —Tenia que sacarle sentido del humor.

Me tiro boca abajo sobre la cama pensando en si debería o no decírselo a Niall.

¿Sería buena idea? Decírle en la cena, amor; creí que estaba embarazada, me hice un test y salió negativo; ¿Me pasas la sal?

—Dícelo a Niall —es como si Bárbara leyera mis pensamientos.

—¿Debería hacerlo, no? —me apoyo de mi propia mano observando aquel pequeño aparatito junto a la caja en la que estaba envuelto.

—¡Por supuesto! —responde Thais.

—De hecho si, aunque deberías ser sutil.