XXXIII

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XXXIII: Christmas.

La navidad en el reino había caído, el castillo era adornado por los sirvientes y las mucamas. Todo se sentía tan hogareño, tan lindo. Aún no olvidaba lo que había pasado en mi habitación aquella noche. Tan sólo habían pasado unos cuántos días. Desde el incidente, las investigaciones y la seguridad había incrementado. Nadie sabía cómo era que Vincent había entrado al castillo sin ser asesinado por un guardia.

Niall tan sólo me pedía guardar la calma y aunque le daba enteramente la razón, mi cabeza no paraba de dar vueltas en el asunto.

El Rey era otro tema a tocar.

Seguramente se han de preguntar, ¿Qué fué lo que pasó aquella noche en la que mutuamente nos confesamos tantas cosas? Bueno, primero que nada; el despertar fué maravilloso.

Me sentía en las nubes.

Desde entonces, ha sido tan dulce, amoroso y atento conmigo. Si ya lo era, ahora se esforzaba el doble.

Podría decir que lo nuestro era algo formal.

Aunque aún nadie supiera de ello.

Por ahora.

Pronto sería la cena de navidad, al principio sería todo demasiado íntimo pero conforme pasaban los días, la reina decidió romper un poco con la tradición. Exactamente habrían veintiún personas sentadas en la alargada mesa del comedor principal. Mis padres, los padres de Bárbara, mi hermana y su esposo, Harry, Louis, Eduardo, los padres de Eduardo, su hermana, esposo e hija. La plástica (Emma) y sus padres. Incluyendo claramente al Rey y su madre, Bárbara y Yo.

No me agradaba tanto la idea de que Emma estuviera presente pero tenía entendido que la madre del Rey y sus padres eran buenos amigos de la adolescencia entonces no podía hacer nada al respecto.

El frío me calaba los huesos, Londres era hermoso en éstas fechas decembrinas. No lo sé, yo amaba la navidad aunque en cierto punto me pone algo melancólica. Respiro profundo el aire fresco y gélido de la tarde-noche observando con atención como el sol se esconde cada vez más anunciando la llegada de la luna y el cielo oscuro tapizado por estrellas.

Dicen que las embarcaciones, usan como guía a las estrellas para llegar a sus destinos. Los más creyentes dicen que muy fácilmente te pueden engañar. Ellas pueden jugar con tu subconsciente pero siempre te llevan a casa. Si las estrellas mienten, ¿Por qué la luna no lo hace? ¿Acaso es como la matrona del cielo durante la noche? No sabía con exactitud aquello pero estaba segura de que si aprendías de memoria el juego de las estrellas, podrías dominar rápidamente los movimiento de la luna.

—¿Qué haces aquí? Hace mucho frío. —escucho la voz del castaño a mis espaldas aunque nisiquiera volteo pues siento como me rodea con sus brazos por detrás.

—Pienso. —suspiro.

—¿En qué piensas? —besa mi mejilla.

—En todo. Mira que hermosa vista.

—Hay demasiada neblina, no se vé absolutamente nada que no sea el lago congelado. —responde con simpleza.

—Es por que no estás viendo más allá de lo que tus ojos te permiten ver. Tienes que sentirlo y observarás el paraíso. Abre tu imaginación y dime, ¿Qué es lo que ves? —el silenció se crea por un rato, mismo que aprovecho para cerrar mis ojos y sentir la frialdad del viento chocar con la piel fría de mi rostro.

 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊  #𝟏  [COMPLETA] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora