𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊 #𝟏 [COMPLETA] ©

XLVIII

XLVIII: Surprise.

—Aún no estás bien y ya deseas trabajar, eres tan necio Niall. —me cruzo de brazos.

—Ya pasaron los primeros siete días y no me has dejado hacer nada. Me siento inútil y odio sentirme inútil mi amor. —besa mi frente después de arreglarse la corbata. —¡Nisiquiera he podido tener sexo con mi novia! Eso sí es una tortura.

—Tendrás todo el sexo que quieras cuando estés recuperado al cien por ciento. Mientras deberías estar descansando.

—Aún duele un poco pero nada que no soporte y me permite hacer mis actividades con normalidad. No es necesario que continúe haciendo nada.

—Bueno, después no digas que no te lo dije.

—Serás una madre muy regañona. —toma mis mejillas con ámbas manos. —Pobres de nuestros hijos.

Dios mio.

El simple hecho de que el rey diga que el sí desea tener hijos conmigo me hace querer hiperventilar.

Vé un futuro en donde los dos seamos participes y me siento más que bien con ello.

—¿Nuestros hijos?

—Así es, por qué tu y yo tendremos muchos bebés, cuatro o cinco como mínimo. —Dios mío santo.

Mis ojos se abren de par mientras son seguidos por una carcajada de su parte.

—¡¿Cómo mínimo?!

—Así es diosa. —besa mis labios —a menos que quieras comenzar a practicar ahora, de lo contrario así con gusto me quedo en la cama todo el día contigo.

—¿No te estaban esperando los miembros del consejo, cariño? —ríe sobre mis labios.

—Pueden seguir esperando. —su boca hace un arduo recorrido hasta mi cuello.

—No los hagas esperar y vé hombre. —gruñe en derrota sobre mi hombro ántes de propinarme un último beso en los labios y abrir la puerta.

—Te veré en la noche entonces, espérame.

—Te esperaré despierta entonces. —sonrío apoyada de la puerta.

—I love you, beautiful little flea.   —Morir de ternura, eso me va a pasar.

—And I to you, the only owner of these ... —apunto a mis pechos.

Lo último que escucho es una carcajada de su parte y ver cómo me ha lanzado un beso para así finalmente, desaparecer de mi vista.

Nada podía ser mejor.

⚔️⚜️⚔️

Tira de mi abrazo adentrandonos a una de las habitaciones para huéspedes. Su tacto fué rudo, inclusive llegó a doler.

—¡¿Entonces es mi primo?!

—¿De qué estás hablando? —frunzo el ceño.

—No te hagas la que no sabe nada Eris, ¿Desde cuándo están juntos?