Boxeo

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Beatriz no tenía tanta paciencia como Joan, para desgracia de Raquel. Y sí un gancho de derecha terrible.

-La próxima vez que te pases con el alcohol, voy a partirte la cara en persona -amenazó, dándole un puñetazo al saco. Y otro. A Raquel ya le costaba bastante mantenérselo firme como para atreverse a responderle- . ¡Creí que habías dejado la puta bebida!

-Sí, pero no recuerdo dónde -bromeó, y se arrepintió cuando Beatriz descargó una nueva serie de furiosos puñetazos. El saco la golpeó en el pecho, y retrocedió dos palmos, maldiciendo el momento en el que había aceptado ayudarla a entrenar- . Joder, Bea, tenía un mal día, no me juzgues.

-Y ahora casi tienes (más) antecedentes penales, y una cita con una revolucionaria -rio Mikel, sentado en uno de los bancos del gimnasio, con un libro en las manos.

-¿Y tú que coño haces aquí si no estás ayudando ni entrenando?

-Reírme de ti -respondió él, como si fuera obvio, y pasó la página del libro.

-Te creía buena persona -una nueva ráfaga de golpes le hizo callar. Lo fuerte que Beatriz golpeaba no podía ser normal- . ¡Y además, no es una cita!

-Por supuesto que no -afirmó Mikel, sin ni siquiera mirarlas.

-Entonces, ¿no vas a ir? -preguntó Beatriz, dejando el saco y lanzándose a por una botella de agua.

-No sé... Suena político. No me gusta meterme en política.

-Pero sí te gusta la revolucionaria.

-Y tener problemas con la pasma -añadió Beatriz, mordaz.

-No es cierto. ¡Y ni siquiera sé cómo se llama! No es una buena idea.

Raquel negaría a todo el que se atreviera a mencionarlo que, para ella, la revolucionaria era la diosa de la luna. Y que se había pasado dos días buscándola el redes sociales sin llegar a encontrar nada. Después de preguntarse cuántas Enjolras podría haber en España, había llegado a la conclusión de que probablemente pertenecería a esa extraña casta de gente rara que aun a día de hoy vive aislada de Internet.

-Pero quieres ir -apuntó Mikel. No preguntó, porque no le hacía falta.

-Obviamente quiere ir -Beatriz le pasó un brazo sudado por encima del hombro, y la apretó contra sí- . Pero como es demasiado cabezota para admitirlo, nosotros la llevamos. ¿Cuándo es tu cita?

-...

-¿Qué?

-...dentro de diez minutos... -masculló.

-¡Oh, joder, R!

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(Por cierto, hoy ha pasado esto...


Y, ¡guau! ¡Muchísimas gracias! Ya sé que 1 entre 23 no es un ranking muy impresionante, pero ¡ey! Dejadme disfrutarlo, y ¡gracias a todos los lectores!)

Café Van Gogh (Les Miserables AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora