Enamorado... otra vez

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El día que Mario llegó suspirando al café, todos supieron que algo andaba mal. Es decir, era Mario y todos sabían que cada día se enamoraba perdidamente de alguien distinto, pero tantos suspiros juntos no le pasaron desapercibidos a nadie.

Bueno, a casi nadie. Astrea estaba demasiado ocupada preparando las rutas de huida de la manifestación de la semana siguiente, por si acaso, y la gente con un poco de cabeza la escuchaba. Pero Renée y Raquel bebían en una esquina, y meterse con su más reciente amigo sonaba bastante más interesante que devanarse los sesos mirando mapas.

-¡Mario! -llamó Renée, disimulando la sonrisa burlona- ¿Qué te pasa hoy? -(porque todos los días le pasaba algo)- Estás pálido, ¿has comido algo que te haya sentado mal?

-¡Bebe y cuéntanoslo! -ofreció R, acercándole su cerveza (aunque después de pegar ella un trago).

-Ay, pero no puedo hablar de ella y hacerle justicia... -suspiró Mario, con la mirada soñadora perdida en el infinito.

-No me lo creo -se burló Raquel- . ¿Mario se ha enamorado de verdad esta vez? Nunca le había oído tanto aaaaah.

-Yo sí -interrumpió Dorian, que prestaba el mínimo de atención posible a aquella conversación, pero no podía dejar pasar su oportunidad. El comentario le granjeó la mirada de odio de Erni, que por algún motivo le estaba haciendo caso, y la de terror de Mario- . ¿Qué? Esas cosas pasan con los compañeros de piso -aunque la rabia de los ojos de Erni gritaba que no siempre.

-Y yo que creía que Mario iba a ser el único hetero del grupo... -se lamentó Raquel.

-Podía vivir sin esa información -masculló Renée, y volvió a centrar su atención en su enamoradizo amigo, ignorando totalmente la discusión de Erni y Dorian- . Y dinos, ¿quién es la afortunada?

-Es un ángel... -volvió a suspirar Mario- Tan hermosa como una margarita, tan humilde como una paloma... -a Raquel le estaba costando entender las metáforas de Mario.

-¿Y cómo se llama?

-No lo sé... Pero seguro que tiene un nombre a la altura de su belleza.

-¿Y cómo os habéis conocido?

-Me la crucé al ir a clase... Se metió en la Facultad de Filosofía, y yo la seguí... estuve viéndola desayunar en la cafetería hasta que se fue a clase. Tiene una sonrisa tan bonita...

Las Facultades de Derecho (a la que en teoría iba Mario) y Filosofía están enfrente. Empezaba a no resultar tan raro que Mario se saltase tantas clases si se dedicaba a seguir a chicas guapas que entraban en la facultad contraria.

-En resumen -recapituló Raquel- . Te has enamorado. De una chica a la que has visto esta mañana y seguido como un acosador y ni siquiera sabes su nombre. ¡Eh, Artemis! ¿Has oído eso? Mientras tú intentas cambiar el mundo, nuestro don Juan nos prepara una nueva ópera.

Astrea les miró exasperada, quién sabe si por Mario, o por Raquel, o por los dos a la vez.

-Es Mario -suspiró, y volvió a hundir la mirada en el mapa- . No podíamos esperar otra cosa. Mientras se mantenga lejos de mi hermana, que haga lo que quiera.

Pero Mario, por desgracia (o, teniendo en cuenta cómo iban a devenir los acontecimientos, casi sería mejor decir por suerte) no se había mantenido para nada lejos de su hermana. O, más concretamente, de la pobre amiga de su hermana que llevaba todo el día preguntándose quién era ese tipo raro que se había pasado la mañana persiguiéndola.

Café Van Gogh (Les Miserables AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora