Pocas cosas se comparan a la primera reunión de amigos después del verano. El momento en el que todos vuelven a casa y se juntan para reír y beber en compañía, quejarse de las familias y del nuevo curso, sonreír ante las desventuras del curso pasado, las expectativas del nuevo, y saludar de nuevo a aquellos que llevan meses lejos. Parecía como si el final del verano y el principio de algo nuevo pusieran de buen humor a todo el mundo (aunque algunos se esforzaban en olvidar que sería su último año como estudiantes y ya les tocaba pensar en la vida adulta).
Astrea estaba nerviosa. Tan nerviosa que se habría mordido las uñas si fuera alguien que soliera morderse las uñas. La reunión de los Vientos había durado poco (aún había que terminar de ultimar los detalles del calendario de ese año, pero no sería ese día), y ahora, sus amigos reían como cualquier otro grupo de amigos. Raquel estaba en su esquina de siempre, pero no borracha aún; echaba un pulso tras otro con Beatriz, y Félix apostaba contra Nina quién creían que sería la ganadora. Por algún motivo, seguía apostando por Raquel, aunque hubiera perdido todos y él ya le debiera a Nina cinco rondas de cerveza.
Renée y Erni charlaban sobre el estado de la Sanidad Pública en los pueblos, y se iban indignando por momentos. Joan y Mina estaban intentando algo así como escribir una obra de teatro (¡en verso!) para quién sabe qué concurso de la Facultad, y Ángela les miraba y aportaba de cuando en cuando alguna rima o palabra que les faltase, aunque estaba más ocupada en lanzarle miraditas y sonrisas tontas a Mario, quien charlaba con Dorian y, en teoría, Astrea, aunque ella no estaba escuchando. Esa mesa era también el blanco de las miradas de odio de Erni, que no soportaba ver a Dorian tan "amigable" con Mario.
Mikel aún no había llegado. Había encontrado un segundo trabajo como repartidor de comida a domicilio, y desde entonces, era difícil verle el pelo. No saldría hasta casi la una de la mañana, si tenía suerte.
Astrea seguía nerviosa. Ella, habitualmente tan elocuente, no sabía cómo empezar a hablar. Había algo que quería confesarles a sus amigos, pero se había olvidado de cómo se formaban las palabras. Había perdido también la facultad de escuchar lo que pasaba a su alrededor.
-...¿y tú qué dices, A? -preguntó Dorian, dándole un leve golpe en el hombro que la sacó de su ensimismamiento nervioso.
-Perdón, ¿qué?
-¿Es que no me estabas escuchando? -Dorian hizo un puchero- Le decía a Mario que tendríamos que organizar una excursión todos juntos antes de que empiecen las clases, a una casa rural, o quizá a una playa nudista...
La expresión escandalizada de Mario realmente decía todo lo que opinaba respecto a su plan.
-Oh, dioses, Dorian -suspiró la rubia, pero eso fue todo, y aquella falta de regaño alertó a su amigo.
-¿Estás bien, mademoiselle? Te noto preocupada.
-Yo... -por lo menos, aquello le dio a Astrea la idea que necesitaba para hablar- ¡Escuchad! -llamó, interrumpiendo las conversaciones. Las miradas curiosas de sus compañeros la intimidaron un poco, así que se subió a una silla para encontrar un poco de valor. El resto suspiraron, previendo que se avecinaba uno de sus discursos de pontífice- Tengo que deciros algo... pero no sé cómo hacerlo, así que se lo voy a susurrar a Dorian al oído, y él ya os lo gritará al resto de la impresión.
Se escuchó alguna risita de fondo, alguna mirada de sorpresa. Dorian sonrió burlón, como ofendido de que subestimaran su capacidad de mantener la compostura (que, siendo sinceros, era más bien nula), y puso la oreja con un gesto un tanto exagerado. Pero, cuando escuchó la confesión de Astrea, no pudo esconder su expresión de sorpresa, ni el grito que todos esperaban.
-¿¿¿CÓMO QUE ESTÁS SALIENDO CON RAQUEL??? ERNI, DESGRACIADO, ME DEBES DIEZ EUROS, ¡JA!
-¿QUÉEEE?
Raquel se cayó de la silla al escucharlo. Beatriz estalló en carcajadas, Félix casi se ahoga con su cerveza y sobrevivió sólo gracias a que Nina le golpeó en la espalda con (demasiada) fuerza. Renée dejó de respirar un momento y se apresuró a tomarse el pulso, a Erni se le desencajó tanto la mandíbula que llegó casi hasta la mesa. A Joan se le cayó la pluma de la mano (sí, es una de esas personas que, en pleno siglo XXI, aún escriben con pluma), Ángela sonrió, y Mina se unió a las carcajadas de Beatriz. Mario se había quedado petrificado, Dorian aún seguía intentando procesarlo, y Astrea ya se estaba arrepintiendo de querer ser sincera con sus amigos.
-¡Ja! -Beatriz seguía riendo tanto que era difícil entenderla- Maldito Mikel, le debo una cena.
-Y nosotros, un montón de cervezas a Chetta... Va a arruinarnos -suspiró Renée.
-¡No tan rápido! -intervino Félix- No hasta que sepamos quién se confesó primero. En serio, sin contar todas esas veces que, borracha, R le decía que la idolatraba.
-Astrea -suspiró Raquel- . Y sois unos amigos horribles.
-¡Mierda! -maldijo Félix- R, ¿cómo reaccionaste? ¿Te lanzaste encima de ella?
-Al principio no me lo creí. Bueno, durante un buen rato...
-¡Joder! ¿Se puede tener peor suerte para las apuestas? Chetta se va a reír de mí durante siglos...
-¿En serio? ¿Habéis apostado sobre nosotras? -se enfadó Astrea.
-Bueno, hermanita, ¿qué esperabas? -se burló también Mina, acercándose a darle un abrazo- Era demasiado tentador como para no hacerlo.
-Mi propia hermana ha estado confabulando contra mí, no me lo puedo creer...
-Supéralo, Astry -sonrió Erni, que no se había movido de la silla- . Al fin y al cabo, es a mí a quien has hecho diez euros más pobre... La verdad es que esto no me lo esperaba.
-Sois unos amigos espantosos -protestó, y frunció el ceño al ver a Raquel riendo también con ellos- . ¡Y tú no les sigas el juego! ¿Qué te hace tanta gracia?
-El pensar que tú no estabas enterada de esto. Yo, ahora mismo, le debo una copa a cada persona de esta habitación. Incluida a tu hermana.
-Y eso que te perdono la parte en la que, si ganaba, le tenías que contar cómo nos habíamos conocido... -se burló Mina, y Raquel se puso tan roja que Renée se acercó corriendo a tomarle la temperatura.
-¿¡Tú también habías apostado!? Un momento, ¿cómo os conocisteis vosotras dos?
-¡Por supuesto! -Raquel omitió deliberadamente la segunda pregunta- Le aposté una copa a todos a que jamás saldrías conmigo a menos que se estuviera acabando el mundo -la cara de Astrea se convirtió en una auténtica oda al cine de terror- . Ups.
-¡Sois horribles! -espetó la rubia, y salió del Van Gogh dando un portazo.
-Creo... que debería ir a por ella. O me quedaré sin sexo un año...
Raquel salió corriendo detrás de ella, dejando atrás a sus amigos, aún conmocionados y en silencio.
-Um... -incluso Dorian había dejado de reírse- Eh, Erni. Diez pavos a que lo dejan antes de dos meses.
-Dorian... -suspiró Erni, cansado, y le clavó una mirada llena de reproche. Pero no pudo vencer su sonrisa traviesa- Bah. Que sean quince.
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Café Van Gogh (Les Miserables AU)
Fanfiction"Eran nueve. Eran jóvenes, idealistas y brillantes, y querían cambiar el mundo". Astrea ha vuelto a Madrid a cuidar de su hermana, e intentar lograr una sociedad más justa en el proceso. Dorian la ha acompañado con la intención de conocer (y lo que...