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Era una de esas pocas veces que Erni no estaba extenuado tras las clases, las prácticas, y todo lo demás, y se había quedado después de la reunión. Astrea no, y ese fue realmente el problema; ella podría haberles inculcado un poco de sentido común antes de que todo saltara por los aires.

Nina no había ido; estaba enfadada otra vez, quién sabe si con Mario o consigo misma. Mikel estaba trabajando, a Félix le había caído una maceta en la cabeza esa mañana y Renée le había obligado a quedarse en casa, y Bea tenía combate. Así que Dorian bebía y reía con Raquel y Mario, Joan escribía en una esquina, y Erni y Renée comentaban cómo les iban las prácticas.

Pero Dorian estaba un poco borracho, y hablaba demasiado alto. O mejor dicho, estaba muy borracho, y cortejaba a Mario demasiado alto.

-¡Venga, compi! -si a eso se le podía llamar cortejar- Eres el único que me queda. He besado a todo el mundo aquí y me he acostado con la mitad, no puedes ser la excepción.

-Dorian, que no me gustan los hombres...

-¡Bah! ¿Cómo vas a decir que no te gusta si no lo has probado? Aunque espera, si no lo has probado no puedes empezar conmigo, te dejaré las expectativas demasiado altas... ¡Johan, ven aquí! Tienes que besar a Mario para que luego pueda besarle yo.

Joan levantó la vista sobresaltado de su cuaderno, se ruborizó, y a punto estuvo de esconderse debajo de la mesa. Raquel casi no podía dejar de reír.

-¿Pero cómo vas a no haberle besado? -se carcajeaba la pintora. Por una vez, no era la más ebria de allí- ¡Si os habéis acostado! O al menos eso dijiste.

-Íbamos borrachos y fue poco romántico... Le habría vomitado en la boca, en vez de mientras le c...

-¡Dorian! -chilló Mario, totalmente rojo, intentando en vano cortar aquella conversación- Por dios, vale ya. Te besaré si quieres, pero cállate ya.

El pobre Erni ya no podía seguir aguantando aquel extraño intercambio de palabras y carcajadas.

-Cuidado, Mario -interrumpió- . Acabarás cayendo en su red. Mejor estropear su récord.

-¿Qué te pasa, Erni? -Dorian iba demasiado borracho para ser considerado o pensar dos veces las cosas- ¿Estás celoso?

-¿De no entrar dentro de la mitad de los amigos a los que te has tirado? -Erni tuvo que apretar los puños por debajo de la mesa. ¿Por qué su amigo era tan idiota a veces?- Ya quisieras.

-¿Y quiénes son, si se puede saberse? -preguntó Renée, con genuina curiosidad. Le perdían los cotilleos.

-Astrea. Nina. Félix (esto fue por una apuesta y antes de que salierais, no me mates). Mario. Johan.

-Para ser tan gay, veo muchas mujeres en esa lista... -se burló Raquel.

-Cariño, no soy gay, sólo me gustan bastante más los hombres. Aunque Astrea sí descubrió que era lesbiana después de acostarse conmigo...

-Lo de Mario lo sabía, pero, ¿Joan? -la voz de Erni sonó más temblorosa de lo que le habría gustado, pero intimidante. Hizo encogerse sobre sí mismos a Dorian y Mario- ¿Cuándo te has acostado tú con Joan?

Uh, oh.

Joan quiso hacerse pequeño, muy pequeño, detrás de su mesa. Quiso también que Dorian cerrara la boca, porque no quería ni hacer daño ni enfadar a Erni, pero parecía que estaba muy cerca de ambas cosas, y le daba miedo, porque nunca había visto a Erni realmente enfadado. Por desgracia, Dorian no tenía por costumbre cerrar la boca, y pensaba demasiado poco en ese momento como para hacerlo. Y aquello iba a acabar mal.

Café Van Gogh (Les Miserables AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora