Estar con Astrea no se parecía en nada a lo que Raquel se había imaginado. Pensaba que sería difícil, que sería la última en su lista de prioridades, que tendría que mendigar las migajas de su tiempo. Que la rubia, que hacía mil cosas, apenas tendría tiempo o fuerzas para preocuparse de una más.
Pero no era así. No era así en absoluto.
Astrea era la novia más dedicada, atenta, cariñosa y detallista que podría existir (excepto Renée, quizá). Todas las mañanas, Raquel despertaba con un mensaje de buenos días de su parte, y todas las noches se acostaba con un "te quiero" y un beso. Astrea acompasaba sus horarios a los de la pintora; comían juntas en la universidad, iba a buscarla a la salida de clase, la invitaba a cenar una vez cada dos semanas y a desayunar cada vez que se sentía mal. Durante el verano, la sacó todas las noches a pasear, y tuvo para ella días enteros que pasaron deliciosamente lentos entre la ensoñación del calor y el rojo de los labios de su musa. La acompañaba a sus parques favoritos y, mientras ella pintaba, trabajaba en lo que fuera y la besaba con frecuencia en la mejilla. Se preocupaba porque estuviera bien, escuchaba todo lo que salía de su boca aunque no fueran más que tonterías, y, cada vez que la llamaba porque estaba mal o tenía un problema, la rubia se plantaba en la puerta de su casa con un montón de chocolate y una larga lista de películas que ver mientras se acurrucaban debajo de una manta. A Raquel, pese a los dos meses que llevaban ya juntas, aún le parecía que seguía viviendo un sueño.
-¿Qué esperabas? -le respondió Dorian el día que, borracha y aún incrédula, se lo comentó- Es Astrea. Para ella no existen los grises ni las medias tintas. Si se compromete con algo, lo cumple hasta el final, y odia hacer las cosas a medias. ¿Cómo demonios esperabas que descuidase su relación?
Estar con Raquel era, sin embargo, tal y como Astrea se había imaginado que sería.
Raquel era un desastre. Perdía la noción del tiempo con frecuencia, y siempre llegaba tarde a sus citas. A veces se le olvidaba que tenía un teléfono, y pasaba horas sin contestar a lo mensajes; otras, no quería salir de la cama, y si intentaba hablar con ella, todo lo que recibía en respuesta era un gruñido, y a veces ni eso. Seguía bebiendo demasiado, aunque ahora al menos intentaba no hacerlo con Astrea delante, y su medio de comunicación favorito seguía siendo el sarcasmo. Olvidaba todas las fechas, las citas y los horarios de la rubia, y aún le costaba mucho rozarla siquiera sin que ella le hubiera dado permiso. Disfrutaba discutiendo, y a veces parecía que tenía que llevarle la contraria a cada palabra que saliera de sus labios. Pero lo compensaba con sus pequeños detalles, sus piropos constantes, su atención silenciosa a todo lo que Astrea necesitase, sus mil pequeños regalos, sus tonterías que siempre hacían sonreír a la rubia cuando había tenido un mal día. Siempre sabía distraerla de sus responsabilidades cuando trataba de abarcar demasiado, y cuidar de ella cuando entraba en sus fases de agobio de pasarse toda la noche trabajando y tres días sin comer porque el mundo se le venía encima.
-Le hace bien estar contigo -le decía Joan a la periodista cuando veían a Raquel adormilada encima de una mesa por el alcohol- . No es tarea tuya salvarla y ninguno podemos esperar que lo hagas, pero... le hace bien estar contigo.
Los fines de semana, se quedaban a dormir juntas. Normalmente en el piso de Raquel, para no molestar al pobre Erni, que ya tenía bastante con todo lo que tenía que estudiar, pero durante el verano se habían estado quedando en el de Astrea, más grande y con más ventiladores, lo cual siempre es importante. Aquel día, sin embargo, la noche se les había echado encima mientras paseaban por el centro, así que se quedaron en casa de la pintora.
Raquel despertó ya bien entrada la mañana, y se encontró a la rubia acurrucada junto a ella, con la cabeza apoyada en su pecho y hecha un ovillo sobre sí misma, como un pequeño gatito. La miraba con sus enormes ojos azules muy abiertos, y paseaba una mano por el pecho de Raquel, levantándole escalofríos.
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Café Van Gogh (Les Miserables AU)
Fanfiction"Eran nueve. Eran jóvenes, idealistas y brillantes, y querían cambiar el mundo". Astrea ha vuelto a Madrid a cuidar de su hermana, e intentar lograr una sociedad más justa en el proceso. Dorian la ha acompañado con la intención de conocer (y lo que...