Parejitas

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Tarde de biblioteca, mis ovarios, gruñía Beatriz para sí misma.

Astrea era la única que estudiaba de verdad. Bueno, más o menos, porque Raquel no dejaba de mirarla y hacer muecas, y la rubia se esforzaba demasiado en fingir que no se daba cuenta. Renée y Félix hacían manitas por encima de la mesa (¡puaj!). Mario suspiraba por encima de sus apuntes, con la mirada perdida en las nubes, y Nina ya llevaba dos lápices partidos de la rabia que le daba verle así por otra; no le quitaba la mirada de encima. Dorian fingía estudiar, pero no hacía más que colocarse el pelo y guiñarle el ojo a Joan, quien se sonrojaba cada vez y era incapaz de concentrarse en la maldita historia de la lengua. Erni había sido el único inteligente y había dicho que prefería estudiar en casa (después de asegurarle a Astrea que la presencia de Mario no tenía absolutamente nada que ver con su decisión), y, por algún motivo, Mikel estaba allí, dormitando en uno de los puestos de lectura.

Cuando Félix le dio a Renée el tercer beso en la mejilla en cinco minutos, Bea decidió que necesitaba un descanso. Ni siquiera sabía qué hacía estudiando, la verdad, porque se había propuesto que ese año le quedase la mitad de segundo por tercera vez consecutiva. Así que se levantó, despertó a Mikel, y salió a pedir algo en la cafetería del edificio de al lado.

Cinco minutos después y con sendos bocatas de tortilla en la mano, ambos descansaban tirados en el césped de delante de la biblioteca. Hacía un día relativamente cálido para ser abril, y Bea empezaba a plantearse sacar los apuntes para estudiar al sol y, dicho sea de paso, perder de vista a las parejitas.

-¿Qué haces tú aquí? -le preguntó al fin a Mikel que, dado que no estudiaba, no tenía ningún motivo lógico para pasar la tarde encerrado en la biblioteca con ellos.

-Hoy libro, y no tenía nada mejor que hacer -respondió el otro, dándole un mordisco a su bocata- . Además, siempre es divertido veros sufrir con los exámenes.

-Creo que los exámenes son lo último que está haciendo sufrir a todos esos -bufó Bea- . Joder, si esto parece un culebrón adolescente. Creí que estas cosas se superaban a los quince años.

-¿Es que tienes algo en contra del amor? -se burló él, con un tono ofendido que recordó demasiado al de Mario y que les hizo soltar una carcajada a ambos.

-Nada mientras no se suba a la cabeza. Pero prefiero las parejas para un rato. Unos besos, un poco de diversión, y a olvidarse y buscar otra. No quiero acabar convertida en... eso -hizo una mueca de asco, y señaló la cristalera tras la que estudiaban sus amigos, o fingían estudiar.

-La verdad es que esto ha pasado de ser un grupo de amigos con una pareja a un grupo de parejas con dos amigos -le dio la razón Mikel.

-¿Sabes lo que sería gracioso...? -insinuó ella, con una sonrisa ladina en los labios.

-Ni se te ocurra decirlo en alto -amenazó él, aunque también sonreía- . No más dramas amorosos, por favor.

-Aguafiestas -refunfuñó.

-¿Tú no deberías volver dentro a estudiar?

-¿Estás loco? ¿Y si al final acabo aprendiendo algo de Derecho?

-Es justo. ¿Nos vamos al Van Gogh, entonces?

-¿Por qué no? Cualquier cosa con tal de perder de vista a todas estas parejitas.

Café Van Gogh (Les Miserables AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora