Esta historia es un poco(bastante) diferente a la del Oasis pero quería hacerla, me hacía ilusión que pasase esto aunque es muy imposible pero bueno, espero que os guste :)
Estaba por recibir el balón cuando noté una patada por detrás, estaba en el suelo quejándome cuando vi a Paula reírse, entonces supe que había sido ella.
Me sacaron del campo para ver si tenía algo grave y podía continuar con el partido, despues de 5 minutos vieron que solo tenía un rasguño en la pierna y el tobillo ya no me dolía asi que me dejaron volver al campo, saludé al público que me ovacionaba y seguí.
Esta vez fui a acercarme a Paula y le dije: M:Recuerda que todavía tengo tu cuchillo Paulita, vuelve a tocarme y estás muerta- le guiñé un ojo y me fui a continuar jugando -
Narra Zulema: Después de unos minutos salió la rubia en perfecto estado y la gente del público empezó a aplaudir y a gritar su nombre, ella sonrió y los saludó.
Le dijo algo a Paula y continuó jugando. El partido continuó pero esta vez Maca estaba más activa, en una jugada, una compañera le pasó el balón y desde fuera del área chutó y el balón entro por toda la escuadra, entonces toda la afición empezó a chillar mientras la rubia lo celebraba con sus compañeras, yo solo reí y me alegré al ver que era ella quien marcaba el gol. Después de unos minutos Maca volvió a marcar otro gol y el público repitió la acción anterior.
Faltaban solo 30 segundos cuando el árbitro pitó un córner a favor del equipo de Maca, ella se quedó por el centro del área, entonces su compañera chutó el balón y Maca, en un movimiento ágil se libró de su oponente, chutó de chilena y marcó un golazo.
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La verdad es que me levante hasta yo para aplaudir esa acción, y además la cara de Paula era todo un poema y a mi encantaba ver que Maca se burlaba de ella.
Terminó el partido y entonces empezaron a chocarse todas las manos en un acto amistoso, cuando ví que la rubia se acercaba a Paula para chocarle la mano pensé- en el fondo sigue siendo igual de inocente, no cambia - pero mi pensamiento se esfumó cuando vi que, en el momento en que Paula estiró la mano para devolverle el gesto, Maca le hizo un amago y no le chocó la mano, la miró con una sonrisa de oreja a oreja y dejó a Paula allí, con una cara de enfado terrible, yo no podía parar de reirme.
