Capítulo 66

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Narra Macarena:

Era por la mañana, yo estaba durmiendo tan agusto con el gato entre mis piernas, pero de repente empecé a notar que Zulema se movía un poco y me despertó, me giré para ver qué pasaba y era que estaba soñando, resoplé porque yo tenía sueño y me había despertado y noté que sonrió, y entonces probé a soplarle un poco y seguía sonriendo levemente, cosa que me hizo sonreír un poco, a saber qué estaba soñando, la verdad es que yo últimamente también soñaba cosas raras, casi siempre estaba en una playa, era de noche, pero en el agua se me aparecía una sombra negra e inevitablemente mi cuerpo corría hacia ella, pero no sabía de qué se trataba.

Narra Zulema:

Estábamos Pelusa, la rubia y yo en un yate, muy lujoso la verdad, las vistas eran muy buenas, y el agua del mar era cristalina, se podían llegar a ver algunos bancos de peces, de repente sentí una pequeña brisa recorrer mi cuerpo y sonreí, me dió una sensación de libertad brutal.

De un momento a otro noté que la pequeña brisa cada vez se hacía más fuerte hasta que me desperté.

M: buenos días Zulema- reí -
Z:¿de qué te ríes rubia?- dije tocándome la cabeza por el pequeño dolor, además del sueño, había sido rarísimo -
M:¿qué estabas soñando?
Z:¿por qué me lo preguntas?
M:cada vez que te soplaba flojito sonreías
Z: pues no sé rubia, ya se me ha olvidado- me acordaba obviamente, pero no iba a reconocer que ella había aparecido en mis sueños -
M: pues me he desvelado, voy a desayunar, ¿quieres?
Z: si, me tomo la pastilla y voy
M: deberías ir al médico
Z: ¿para qué?
M: pues para que te den unas pastillas mejores o algo, pero deberías hacerte una revisión
Z: ya, bueno, lo pensaré

Desayunamos y la rubia se fue a jugar con la pelota mientras yo sacaba los planos del siguiente atraco, una joyería del centro de la ciudad, no estaba nada mal, aunque el dinero no se podría igualar a lo que conseguimos en el casino, pero era una buena cantidad.

Cuando la rubia acabó de jugar, se duchó y la vi salir cambiada con unos baqueros largos y una sudadera.

Z:¿a dónde vas?
M: me apetece hacer algo normal
Z:¿normal?
M: si, no se, la poli todavía no sospecha de nosotras, así que sí, ¿te vienes?
Z: venga va, voy contigo

Nos fuimos andando hasta llegar a la ciudad, llegamos a una zona donde había poca gente pero bastantes tiendas, cosa bastante rara, pero estábamos a lunes, y no sería muy normal que a estas horas hubiese mucha gente.

Vimos un parque y decidimos sentarnos en un banco.

Z: rubia, espérame aquí
M:¿a dónde vas?
Z: que impaciente rubia, calla y espera

Me fui a un kiosko a comprar unas pipas y dos cervezas, así al menos tendríamos algo para comer, cuando volví, la rubia me miró sorprendida.

M: ¿y esto?
Z: tenía hambre- bueno, eso y que me apetecía estar bastante rato ahí, así que mientras comíamos, pasaríamos bastante tiempo -

Estuvimos hablando un poco sobre nuestro próximo golpe, y cuando nos quedamos en silencio, cerré los ojos, y una ráfaga de aire me hizo abrir los ojos, y vi a la rubia haciendo lo mismo que yo, y en ese momento me di cuenta de que ser libre no significa hacer lo que quieras y cuando quieras, tampoco significa tener de todo y disfrutarlo a tu antojo, esa es solo una libertad ilusoria, la verdadera libertad involucra mucho más, libertad es tener el conocimiento y poder elegir con derecho lo que es mejor para nosotros, de forma responsable y sin ataduras mentales ni emocionales, y yo había elegido mi propia libertad, de alguna forma u otra, en estos momentos me sentía muy libre, pero no del todo, la mayoría de nosotros somos esclavos de algo, algún sentimiento, de nuestra propia mente...etc, algunos en mayor medida que otros, pero lo somos.

ZURENA {Del estadio al cielo}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora