–Por favor, Fa Xiao–rogó Zhang Tuo, sujetándolo por el antebrazo–. Llevo seis días encerrado aquí y aún no me has dedicado un momento de tu tiempo. Y te recuerdo que este confinamiento fue orden tuya.
–Eso no es cierto–río Fa Xiao–. Anoche pasé una hora jugando al go contigo y me enseñaste algunos acordes de guquin.
–Lo sé–reconoció, siempre suplicante. En las mejillas le iban apareciendo los hoyuelos que caracterizaban a los gemelos, gracias a esos hoyuelos hacían que las bellezas de la capital pelearan por su favor–. Pero estar solo es horrible. No puedo moverme por culpa de esta maldita pierna, y no hay nadie que me haga compañía. Solo me traen papeles para revisar, trabajo tras trabajo. Con tu ayuda para revisarlos el trabajo se va volando.
Descubrir que Fa Xiao sabría como resolver algunos inconvenientes, sabia como sumar y dividir hasta el punto de un erudito y su mente tan despierta dando observaciones que el pasaría por alto, hicieron que la estima que estaba en la mente de Zhang Tuo subiera numerosos escalones. Ahora no dudaba en pedir consejo al joven y quería que lo ayudara en cada momento con el arduo trabajo que era mantener funcionando el palacio imperial.
–¡Nadie! Aquí hay más de trescientas personas. Sin duda, cualquiera de ellas...–Pero se interrumpió, pues Zhang Tuo lo miraba con ojos tan tristes que le provocaban risa. –Está bien, pero será solo una partida. Tengo mucho que hacer.
Zhang Tuo le dedicó una sonrisa deslumbrante. Fa Xiao se instaló al otro lado del tablero.
–Eres estupendo en este juego–elogió el mayor–. Ninguno de mis hombres puede vencerme como lo hiciste anoche.
Además, necesitas descansar. ¿A qué dedicas todo el día?
–A poner en orden el palacio–respondió Fa Xiao, simplemente. Como consorte era lo que se esperaba de el
–A mí siempre me ha parecido que estaba en orden–objetó Zhang Tuo, adelantando una ficha–. Los eunucos...
–¡Los eunucos! –Exclamó Fa Xiao, maniobrando una picha para atacar–. Ellos no ponen tanto interés como el propietario del lugar. Es preciso vigilarlos, revisar sus cuentas, leer las anotaciones diarias y...
–¿Estas poniendo en orden todo el palacio tu solo? ¿Cómo organizas tanta información? Pensé que fuiste educado solo para tener los hijos del emperador.
–Deberías saber que soy mucho más de lo que se les ocurre cuando me ven, nunca fue mi intención el quedarme quieto mientras me embarazaban. Soy un hombre después de todo. Creo que he ganado la partida. –Y se levanto
Zhang Tuo se quedó mirando el tablero, estupefacto.
–¡No puedes haber ganado tan pronto! Ni siquiera he visto nada. Me das charla para que no pueda concentrarme–lo miró de soslayo–. Y como me duele la pierna, me cuesta pensar.
Fa Xiao lo miró preocupado, pero de inmediato se echó a reír. –Eres un mentiroso de primera, Zhang Tuo. Y ahora tengo que irme.
–No, Fa Xiao–pidió el mayor, sujetándole la mano. Empezó a querer besarle los dedos–. No me dejes. De veras, estoy tan aburrido que podría enloquecer. Quédate conmigo, por favor. Sólo una partida más.
Fa Xiao se reía de él con todas sus ganas. Le apoyó la otra mano en el pelo, mientras él le hacía descabelladas promesas de amor y gratitud eternos a cambio de una hora más de compañía.
-Tengo que irme, el nuevo lote de jabones perfumados esta listo. Tengo que ver que sean aptos como regalo para la abuela.
-jabones, otro problema mas de lo que me tenga que encargar en el futuro- dijo por lo bajo Zhang Tuo
-Dijiste algo? - pregunto el menor sorprendido.
-Nada nada, vete ahora. - Desde que Fa Xiao había arrancado con la idea de los jabones el viejo emperador y eunuco Fu venían cada día con demandas para que aumentara la seguridad de los artesanos que trabajaban para la estrella de la suerte. El emperador luego de "regalar" algunos espejos le pidió que de una forma secreta vendiera a gran precio otros. De esta forma los nobles del reino pagaban fortunas para poseer un pequeño espejo de mano y ese dinero iba destinado a la dote de Fa Xiao, dote que su esposo administraba y estaba haciendo que Zhang Tuo administre en ausencia. También destinaba parte de esta para pagar los gastos de la guerra a ordenes de Liu Ao, como el dinero que entraba era demasiado gracias a la venta de espejos, la dote parecía no tener fin.
Robar y engañar de esta forma a Fa Xiao era algo que no le ponía orgulloso a Zhang Tuo, pero era algo que su hermano jurado y emperador reinante le había ordenado y no podía decir que no.
Fa Xiao vivía ajeno a todo lo que pasaba a sus espaldas. Hacía tiempo que había aceptado su nueva vida como hombre y ya pensaba y actuaba como uno. Lo único que quería hacer era proporcionarse una buena vida para el y sus seres queridos. Y para eso tenia aun más cosas que quería "inventar".
Esta noche les enseñaría a sus doncellas a cocinar pescado envuelto en la manteca que les había enseñado a preparar hace unos días.
Le había pedido una audiencia al viejo emperador, quería pedirle permiso para poder dejar el palacio, asi poder i a ver la tienda que la abuela le había regalado. Si quería vender jabones y cosméticos tenia que armar un plan de marketing idóneo. Y tenia que empezar por conocer el lugar de ventas.
Al emperador no le disgusto la idea. Le gustaba mucho este yerno suyo, era muy diferente a lo esperado. Sobre todo, a nivel belleza. Era incluso mas bello y elegante que muchas mujeres de la capital. Cuando ese desalmado hijo vuelva se iba a llevar gigante sorpresa. Ya se había enterado que se fue a la guerra sin siquiera levantar el velo de novia, convencido de que su esposo iba a ser un hombre gordo y feo.
El emperador de pronto sonrió, si, su hijo iba a tener varias sorpresas. Se vendrían tiempos muy divertidos. Podría disfrutarlos ahora que estaba auto jubilado. Se pregunto cuanto demoraría su hijo luego de volver en darle nietos, seguro no iba a poder esperar tanto para intentarlo, conociendo al hijo que tenia y los gustos que este prefería. Esta vez rió a carcajadas, no podía esperar a ver como se desarrollaba todo el drama amoroso.
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Las dos tiendas que visito hoy eran amplias y estaban bien ubicadas.pro una era mas favorable para poner un restorán en ella. Esto le dio la idea a Fa Xiao de que si abría su propio local, entrenando a otros cocineros, no tenia que arrastrar su propia comida afuera del palacio cada que salía. Comer algo que no estaba supervisado por el no era una opción. La gente de la época sencillamente carecía de los conocimientos y paladares entrenados.
Con esta idea en mente salió de la tienda y al ir pensando en futuros planes no tuvo noción del entorno hasta que casi fue golpeado por la sombrilla de una mujer.
Al estar de incógnito haciendo la visita no iba a acompañado de muchos siervos que estén pendientes de su bienestar, y los guardias ocultos no sintieron que la mujer fuera una amenaza, así que nadie evito la colisión.
La mujer iba a regañar a Fa Xiao por no ver por donde marchaba, pero quedo perdida en los ojos de almendra que tenia delante, en los labios llenos y la nariz de hada.
El enojo que sentía se esfumó al ver a semejante belleza. Inmediatamente quiso mostrarse tímida y dulce, pero Fa XIao se disculpó cortésmente y se alejo sin darle una segunda mirada.
Zhao Quiu nunca había sido ignorada por un hombre, hasta el emperador, ahora casado estaba a sus pies. Jamas nadie del sexo opuesto le había dirigido una fría mirada. y eso le hizo volver a sentirse molesta, pero mas que nada curiosa, quién era este joven que se atrevía a no dar una segunda mirada a la mujer mas bella de todo el reino.
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Domando un corazón de piedra
RomanceBorracha tuvo un accidente de transito,para despertar y darse cuenta que no solo habia transmigrado al pasado si no que también ahora era un hombre con la capacidad de embarazarse abandonado en su noche de bodas por su esposo. al ser una persona de...