Que te quede claro tu lugar.

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Lo halló en su patio ciruelo, abrazado al cuello de un enorme perro. Susurraba palabras tranquilizadoras, en tanto lo que parecia ser uno de los artesanos reales le limpiaba y recortaba el pelo de un costado al can que parecia herido.

La primera idea de Liu Ao fue recomendarle que se alejara de la bestia antes de resultar herido, pero se tranquilizó, Él parecía manejarse muy bien con el animal.

–Ese animal no se doma con facilidad–dijo Liu Ao serenamente, mientras se detenía a su lado–. Sabes tratar a las bestia, Fa Xiao.

él se volvió con una mirada suspicaz. El perro captó su nerviosismo y dio un salto. El artesano Heng Qui apenas pudo apartarse antes de recibir un mordisco.

–Mantenlo quieto, Xiao'er –ordenó sin mirarlo–. Todavía no he terminado y no podré hacerlo si él se mueve tanto. Liu Ao abrió la boca para preguntar al hombre cómo se atrevía a hablarle así a su emperatriz pero Fa Xiao no pareció ofenderse.

–Lo haré, abuelo–dijo, mientras sujetaba con firmeza a Rab, acariciando el suave hocico–. No te ha hecho daño, ¿verdad?

–No–respondió Heng Qui, gruñón–. ¡Bueno, ya está cocido! esto le va a enseñar a no perseguir conejos–Y se volvió hacia Liu Ao.–¡Emperador! ¿en qué momento ha llegado usted?

–hace lo suficiente para preguntarte. ¿Acostumbras dar órdenes a tu emperatriz como acabas de hacerlo?- El viejo se puso rojo.

–Sólo cuando necesito que me las den–le espetó Fa Xiao–. Vete,abuelo terminaremos los planos luego.

El hombre obedeció de inmediato, mientras Fa Xiao clavaba en su marido una mirada desafiante. Esperaba verle enfadado, pero él sonrió.

–No, cerdito. No he venido a reñir contigo.

–No sabía que existiera otra cosa entre nosotros.

Liu Ao hizo una mueca de dolor. Luego lo tomó de la mano y lo llevó consigo. –He venido a preguntarte si me aceptarías un regalo.

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Zhao Quiu se miraba frente al espejo nuevamente. este espejo era lo único que su esposo había accedido comprarle. no quería que ella se volviera codiciosa y desviara su camino de buda.

el pobre tonto no sabia que ya tenia los días contados, esa misma tarde había encontrado al hombre que le haría el favor, tuvo que usar dinero real esta vez. el hombre no aceptó el pago carnal solamente. decía que hacer el amor era delicioso pero no llenaba el estómago. así que tuvo que recurrir a robarle al mayordomo de su esposo para poder pagar al asesino.

las cosas que una mujer tiene que hacer para lograr lo que le pertenece, patetico.

luego del idiota de su esposo sería la hora la Fa Xiao, y luego Liu Ao sería todo suyo. era increíble como el amor se vuelve odio en instantes, hace más de un mes se creía enamorada de Fa Xiao, al enterarse de quién era y que era más hermoso que ella, todo ese enamoramiento dio paso a la rabia.

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Liu Ao estaba sumergido hasta el cuello en una bañera de agua muy caliente. Le dolían la pierna y el hombro por los mordiscos recibidos de rab.

–¡Vete! –gruñó con los ojos cerrados, al oír que alguien tocaba a la puerta –¡Ya te llamaré cuando te necesite!

–¿Y a quién llamarás? –inquirió una voz familiar, en tono divertido.

Domando un corazón de piedraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora