– Mi dulce cerdito, quédate en la cama – murmuró Liu Ao contra su mejilla soñolienta –. Necesitas descanso. Además, el agua puede haberte provocado un resfriado. Fa Xiao no respondió. Estaba saciado por el acto de amor. Se sentía adormecido y lánguido. Liu Ao volvió a restregarle la nariz contra el cuello y se vistió de prisa, sin dejar de observarlo. Cuando estuvo vestido, se despidió con una sonrisa, lo besó en la mejilla y abandonó la habitación.
Zhang Di se cruzó con él al pie de la escalera.
– ¡No puedo dar un paso sin oír nuevos rumores sobre ti!
– ¿Qué pasa ahora? – preguntó, suspicaz.
– Se dice que castigas a tu esposo, lo arrojas en las tinas de agua y luego lo exhibes ante todo el mundo
– Todo eso es cierto. Zhang Di le devolvió la sonrisa.
–. ¿El duerme?
– Sí. No bajará hasta mañana – Liu Ao arqueó una ceja –. Suponía que tendrías ya un tonel de vino preparado.
– En efecto – repuso su amigo, muy sonriente –. No quería que te sintieras disminuido al verme beber el doble que tú.
– ¿El doble tú? – resopló –. ¿No sabes que me emborraché por primera vez antes de que tú nacieras?
– ¡No te creo!
– Es cierto. Te contaré la historia, aunque es muy larga. Zhang Di le dio una palmada en la espalda.
– Disponemos de toda la noche.
Para ambos amigos, aquella noche fue un momento especial de reencuentro. Celebraron la victoria sobre Wu Chen y la buena suerte de Liu Ao en el matrimonio; se lamentaron juntos por las responsabilidades que los esperaban al volver a su propio país.
– Si la mujer con la que me case me desobedece, la devolveré a su familia – aseguró Zhang Di.
El vino era tan malo que tenían que filtrarlo por entre los dientes, pero ninguno de los dos cayó en la cuenta.
Liu Ao con voz gangosa, levantando su jarrito –. Si Fa Xiao me obedeciera, yo pensaría que algún demonio se habría apoderado de su mente.
– ¿Dejando sólo su cuerpo? – sugirió Zhang Di lujurioso.
– Te decapitare por esa sugerencia – protestó Liu Ao, buscando torpemente la espada.
– no me aceptaría – se lamentó Zhang Di, volviendo a llenar su jarro.
– ¿Tu crees? Pues parecía muy contento con Wu Chen – Liu Ao había pasado de la felicidad a la tristeza en cuestión de segundos, como sólo ocurre con los borrachos.
– ¡Pero si odiaba a ese hombre!
– ¡Y está embarazado de él! – exclamó el mayor, como un niño a punto de llorar.
– ¡No tienes sesos, hermano! El niño es tuyo.
– No te creo.
– Es cierto. Me lo dijo el. Dijo que debido al tiempo seria imposible que sea de Wu Chen, aparte de que nunca se dejo tocar por el
Liu Ao, sentado a la mesa, guardó silencio durante un instante. Luego quiso levantarse, pero la cabeza le daba vueltas.
– ¿Estás seguro? ¿Por qué no me lo dijo?
– Dijo que prefería reservar alguna cosa para sí mismo. Liu Ao se dejó caer en la silla.
– ¿Y mi hijo es "alguna cosa", nada más?
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Domando un corazón de piedra
RomanceBorracha tuvo un accidente de transito,para despertar y darse cuenta que no solo habia transmigrado al pasado si no que también ahora era un hombre con la capacidad de embarazarse abandonado en su noche de bodas por su esposo. al ser una persona de...